Nunca imaginaría Karl Baedeker, el creador de las guías viajeras de rojo característico y formato de bolsillo, pronto convertidas en sinónimo de modelo de literatura informativa y en un adelanto de la nueva objetividad, que servirían para viajar en sentido inverso para el que fueron creadas. Casi dos siglos después de la aparición de la primera de las guías, cuya historia nos ha contado Luis Lavaur, ya no sirven solo para que viajeros como Larbaud, Rilke o Proust, preparen su itinerario antes de partir o para consultar cierto extremo en alguna de las etapas del recorrido. Desde 1945 este libro rojo, más famoso que el escrito por Mao Zedong pero seguro menos leído, permite realizar un viaje al pasado, a la Europa que veía Robert Byron desde el parabrisas y que ya no existe tras las tormentas de acero y de intolerancia de los años de fuego del siglo que casi acaban con el continente.
Este regreso al pasado mediante la reconstrucción que permiten las diferentes baedeker, especialmente las dedicadas a distintas regiones alemanas o la consagrada a Austria-Hungría, por citar algunas de las referidas a los lugares más alterados, confirma aquello que decía Paul Morand, quien hizo de su vida un viaje, de que la poesía empieza donde la guía baedeker termina. La información menuda y cotidiana, pero siempre objetiva reunida en sus páginas, la precisa cartografía que sirvió a pilotos alemanes y soldados americanos durante la Segunda Guerra Mundial, permite revivir desde el salón y aún mejor recorriendo los lugares citados, como ha hecho Mauricio Wiesenthal, ese mundo que no sobrevivió, o se volvió irreconocible tras lo sucedido antes de 1945. Las naciones desaparecidas en su totalidad o en sus límites de entonces, que cruzan el Orient Express o cualquier otro de los grandes expresos europeos que tienen nombres de resonancias evocadoras de la historia del continente, son ciudades a las que se puede viajar con la imaginación gracias a las páginas de las baedeker. Unas guías que suelen estar en muchas casas tras haber sido usadas por parientes lejanos en viajes inolvidables al siempre imprescindible París, a Niza o Biarritz, como son algunos de mis ejemplares, o a la extraordinaria y tintinesca Austria Hungría de los Habsburgo, como sucede con mi baedeker editada en Leipzig en 1911, regalada por Antonio G. Lejárraga, que fue de una viajera María Lejárraga. En esas guías se habla de Lemberg, Poznan, Breslau, Königsberg, Dantzig, Laibach, Ragusa y de otras muchas ciudades que han tenido diferentes nombres que revelan una historia tan variada como compleja, especialmente en la Mitteleuropa. Pero también se habla de sinagogas y pueblos que fueron Europa y que fueron exterminados; de movimientos de población forzados, de fronteras y países que ya no existen. De un mundo que permanece en la literatura, en el arte, en las viejas fotografías y postales, y en esas guías rojas de tapa dura y de apretado texto en papel biblia, que con su información revelaban cómo era el continente.
Empero, hoy Europa, como reconoce Georg Steiner, milagrosamente pervive a pesar de todo lo sufrido, o precisamente por eso. Conviene no olvidar la carnicería del pasado siglo, que fue una resurrección laica de las guerras de religión sazonadas con un nacionalismo que se ha manifestado estéril, ni tampoco dejar echar a perder esa capacidad de resistencia y recuperación de Europa, de mantener esa variedad en la unidad cultural de las que las baedeker son una verdadera guía. Una identidad histórica cuyo modelo hoy día se identifica allá donde hay libertad y bienestar, y al que se quieren sumar quienes aspiran a ello, como la desdichada y abandonada Ucrania, donde han vuelto las trincheras llevadas por quien, desde hace más de un siglo, no se acaba de ver parte del continente. Europa, experta en superar crisis, debe de afrontar el futuro con la modernidad que aportan sus valores históricos –la diversidad y la riqueza cultural, la no siempre alcanzada tolerancia, la libertad, la convivencia, el bienestar o la solidaridad–, que son los que se desprenden de los lugares y de las indicaciones y recomendaciones de las clásicas baedeker.