La Amargura

Y es que la Amargura es la Amargura

  • La de Los Descalzos vuelve a señalarse en el gran Miércoles Santo de Jerez, que es más grande gracias a esta cofradía.

Decir Amargura en Jerez es evocar a una hermandad de absoluta referencia en el cofradierismo local. Los es por muchas razones, pero sobre todo porque es una hermandad que aunque los años pasen, la gente cambie, surjan nuevos estilos o modas a su alrededor, La Amargura se mantiene firme en su personalidad. ¿Para qué cambiar lo que está bien? Esta cuestión tiene por la calle Medina una respuesta que cada Miércoles Santo se ve en su salida procesional. Los cofrades de los Descalzos saben muy bien que se les mira con lupa. Eso nada más que sucede a los que tienen como norma intentar alcanzar la perfección. Como siempre, el cortejo de nazarenos fue espectacular tanto en número como en el orden de los bien aleccionados diputados de tramo o celadores que sí se trabajan de verdad las horas que la cofradía está en la calle

Los pasos fueron compuestos, como es costumbre por allí, con un misterio enorme e imponente de La Flagelación donde los que van debajo de él se toman cada Miércoles Santo como un reto en favor del conjunto de la cofradía. Lo mismo sucede con el precioso, y al mismo tiempo muy personal, paso de palio sobre el que se cobija La Amargura. Se da la circunstancia de que esta hermandad posee dos de los pasos de mayores dimensiones de la Semana Santa jerezana, lo que implica un sobre esfuerzo para los que mandan y portan sus muchos kilos de peso. Sin embargo, no da esa sensación gracias al buen y experimentado oficio que se derrocha bajo las trabajaderas.

Ver pasar un año más a estos grandiosos pasos y al conjunto de la hermandad por las calles del barrio de San Pedro fue una auténtica delicia para los más exigentes sentidos cofrades, sobre todo por Bizcocheros, donde la pericia de capataz y costaleros hacen posible el milagro de que el Señor de la Flagelación y La Amargura pasen con total solvencia, incluso gustándose de las estrecheces de esta vía. Calles que nunca deberían perder la hermandad, pese a que es muy fácil concluir que por otros lugares más amplios iría más cómoda y con menos inquietudes o preocupaciones para los de azul y blanco. No obstante, de verdad que merece la pena ver a la cofradía por estos espacios donde se crece y se hace más grande, si esto es posible mientras que al mismo tiempo crea y ha asentado uno de los momentos para no perderse de la Semana Santa.

Antes de llegar a las calles de la Albarizuela se vivió lo de la calle Naranjas, la exclusiva vía de La Amargura, la calle del milagro. Saetas y música de calidad saliendo de experimentados músicos, delante la de la Vera Cruz de Utrera y detrás de la Dolorosa la magnífica de Julián Cerdán de Sanlúcar, que en esta hermandad tiene su única salida. Todo en esta hermandad en la calle es para enmarcar. Y es que la amargura es la Amargura.

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