Cofradías

Así fueron los besamanos del primer viernes de marzo en Jerez

Nuestro Padre Jesús de la Salud en sus Tres Caídas en el santuario diocesano de San Lucas.

Nuestro Padre Jesús de la Salud en sus Tres Caídas en el santuario diocesano de San Lucas. / Manuel Aranda (Jerez)

Volvió a surgen la vida en la zona intramuros de la ciudad. Desde la plaza Belén hasta San Juan de los Caballeros, la jornada del primer viernes de marzo volvió a estar frecuentada por muchos devotos y cofrades que no quisieron dejar pasar, un año más, la tradición y la visita al Señor de las Tres Caídas. Una devoción que traspasa el tiempo.

Desde primera hora de la mañana se sucedían las eucaristías en el santuario diocesano. Quizá el frío quitó a muchas devotas en esas primeras horas del día. Bajas temperaturas y viento frío en esta jornada clásica de la Cuaresma jerezana. Conforme fue avanzando el día, se pudo ver a los clásicos cofrades de toda la vida y a todas aquellas personas que tienen siempre un favor que agradecer a quien cayó por tercera vez en el camino de la Vía Crucis. El Señor, magníficamente ataviado con su túnica bordada, su Madre Señora de los Dolores, presidiendo en el altar mayor de San Lucas, el Cristo del Calvario en una de las naves laterales del histórico templo. Siempre nos vendrá al recuerdo aquel primer viernes de marzo del año 2020 cuando el virus comenzó a entrar por nuestras fronteras y el mundo comenzaba a enfrentarse a un mal que en aquella jornada no se lograba percibir. Aquel primer viernes de marzo de 2020 que fueron las últimas horas antes del confinamiento.

Más allá estaba el Crucificado de la Esperanza, titular de la hermandad de la Vera Cruz. Uno de los grandes desconocidos. Una talla portentosa y maravillosa que clavada en el centro de la iglesia gobernaba con su imponente planta ante quien se postraba a sus pies.

Los cofrades del Santísimo Cristo del Amor estaban, nuevamente, en la iglesia del convento de Santa María de Gracia (Santa Rita). El Señor Cautivo se presentaba en el centro del altar mayor de la iglesia donde las hermanas agustinas acogen a los cofrades del Martes Santo. El Cautivo, magnífico flanqueado por cirios oscuros. La belleza de la Señora de los Remedios a un lado del altar de cultos de la hermandad.

Y en la iglesia del convento de las Hermanas de la Cruz, el Señor del Amparo de la hermandad del Consuelo. Vecino nuevo en el barrio que desde hace ya algunos años celebra su besamanos en Santa Ángela al estar la hermandad acogida en dicho cenobio. Capilla pequeña donde el Señor recibía casi en la puerta de la calle a todos los que quisieron estar junto a él. Al fondo, la Virgen del Consuelo y un crucificado de las muchas réplicas que hizo Francisco Pinto Berraquero del Cristo de la Defensión. Este con potencias. Merece la pena observarlo también.

Fue un viernes primero de marzo que, como es costumbre en la ciudad. Tiene una relación del pueblo con el origen de la ciudad. Esa relación umbilical que nunca se debe de perder por siglos que pasen. La ciudad intramuros y sus grandes devociones.  

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