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Claudia Capel | Poeta

“Borges no se reconocía con el personaje que se construyó alrededor de su nombre”

  • La autora publica con El Desvelo Ediciones ‘Borges invisible’, una biografía que recorre la vida del escritor argentino a través de su producción poética y de su fascinante capacidad creativa

La escritora Claudia Capel, en la plaza de San Antonio de Cádiz con un ejemplar de su biografía sobre Borges.

La escritora Claudia Capel, en la plaza de San Antonio de Cádiz con un ejemplar de su biografía sobre Borges. / Joaquín Hernández Kiki

–¿Qué trata de aportar Claudia Capel con esta biografía, Borges invisible, tan metafórica desde el propio título?

–Trato de que no olvidemos al verdadero Borges, que es el Borges poeta del que se ha hablado siempre muy poco, ya que su prosa lo trascendió y, sin embargo, Borges es poeta, y es lo que sostiene toda su obra. Lo que trato de hacer en esta biografía es recorrer la vida de Borges con el hilo poético, desde que se da cuenta de que ha nacido poeta a los ocho años hasta su último día. Y también, invitar a los lectores a que relean a Borges.

–El libro tiene datos biográficos, sí, pero el hilo efectivamente es su producción literaria, sobre todo poética.

–Sí, y cuando se menciona parte de su obra en prosa, sobre todo sus primeros cuentos, siempre vienen hilados por sus poemas de origen. Porque él explicó que en su primer libro, el poemario Fervor de Buenos Aires, de alguna manera está todo lo que escribiría después. Y es muy interesante porque en los poemas de esa obra aparecen cosas que luego están en los cuentos, y ese es el hilo que he utilizado.

–¿A qué Borges invisible se refiere, simplemente al poeta?

–Fundamentalmente son dos cosas; el poeta, ese yo invisible que poco se ha hablado de él porque todos los libros que se han escrito de Borges van de otra cosa, poco se menciona al poeta, y también porque él era un hombre muy tímido, igual que su padre, y su deseo era ser el hombre invisible. Ese Borges famoso, ese personaje que se construyó alrededor de su nombre, con el que no se reconocía para nada, llegó a pesarle al final de la vida, llegó a ser una carga para él.

–No lo hago a Borges tímido.

–Supertímido. Entonces, lo del hombre invisible era una especie de juego que tenía con su padre de poder vivir como el hombre invisible, sin que nadie lo esté observando, persiguiendo, criticando, opinando sobre él.

–En su final, por ejemplo, con María Kodama, con esa nota que aparece en el libro y enviada a la agencia Efe avisando de que él era un hombre libre...

–Exacto, “y he tomado la decisión de ser un hombre invisible”. Ahí lo escribe en esa carta.

–Llama mucho la atención en el libro la comparación que se hace de un mismo poema y cómo Borges lo modificó años después: escritos en 1923 y cambiados en 1969. Y se dice que cambia al lenguaje, pero no los símbolos. ¿Por qué los cambiaba?

–Él era un obsesivo de la perfección en la lengua, y trabajaba continuamente; él corregía casi sin descanso las cosas. Por eso hay poemas de los que hay varias versiones, siempre estaba ajustando hasta el máximo, que no le sobrara ni una coma. Es eso, es conservar lo que quería decir, en los símbolos, el mensaje, la emoción, pero el lenguaje cambia completamente. Y él llega a arrepentirse también de sus primeros libros porque no le gustaba el lenguaje que todavía no estaba forjado, estaba en búsqueda. Y 40 años después reedita los libros.... Aparte, es muy gracioso porque dice. “No he reescrito el libro...” (Ríe).

–Usted construye un árbol literario de Borges, no un simple árbol genealógico, como buceando en las raíces del poeta. ¿Fueron tan importantes esas raíces?

–Muy importantes. Sus ancestros están siempre presentes, en todo. Él tenía una gran vínculo familiar, un gran respeto por los mayores. Entonces, en los cuentos, en los poemas, en todo, aparecen o nombres o fechas que están en se árbol literario que yo traté de armar. También para incorporar a las Lange, esas hermanas noruegas que él conoce a los 20 años, de las que se enamora y que se convierten en una especie de primas lejanas suyas.

–Subraya mucho en el libro la relación de Borges con Sevilla. No sé si tiene que ver con la vivencia personal de Claudia Capel, que se declara sevillana adoptiva.

–Indudablemente que lo personal pesa mucho, pero es que para Borges fue muy importante porque enSevilla fue donde se le publicó por primera vez un poema, cuando a él no le habían publicado nunca nada. Y le publican en la revista Grecia el 31 de diciembre de 1919, ahora se cumplieron cien años, Himno del mar, que se lo dedica a su amigo Adriano del Valle, también amigo de su hermana Norah, ySevilla se convierte en una ciudad muy especial para Borges, además de que él tenía antepasados andaluces. Con todos esos recorridos nocturnos con los ultraístas, sus primeros amigos verdaderos. Porque salvo los que tuvo en el colegio Calvino de Ginebra, Borges fue una persona que vivió muy solitariamente. Sus amigos de adolescencia están ahí: en Ginebra, Sevilla y Palma de Mallorca.

–En el libro se dice que un poeta nace cuando tiene una revelación lírica. ¿Personalmente, cuándo nace para la literatura Claudia Capel?

–Pues sí, yo la tuve a los 12 años leyendo, justamente, un poema de Borges, porque mamá tenía en su biblioteca la obra poética y empecé a leer ese libro sin saber porqué, y me encontré con un poema que se llama Despedida que me encantó, sobre todo los primeros tres versos. Y ahí sentí algo, estaba pasando algo. Le debe pasar lo mismo a los pintores, a los músicos...

–Y esa impronta literaria personal la imparte, la comparte, en los talleres de la Fundación Cajasol.

–Son unos talleres que llevan casi tres años en marcha. En Cádiz hemos empezado un taller de poesía japonesa, que durará seis semanas, y luego comenzaremos con los que hacemos habitualmente, el taller ‘Ars Poética’, y que son talleres muy prácticos donde la gente va a escribir, recorremos la poesía en general, y buscamos las herramientas para ajustar el estilo personal, mejorar la escritura. Se han dado enSevilla, Cádiz, Córdoba, y este año empezamos en Huelva. También los he dado en la Fundación Caballero Bonald.

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