Con el 'Tin, tin, Catalina' como banda sonora, el Deportivo se reencontró con la victoria en Chapín más de dos meses después. Los azulinos no ganaban en casa desde que doblegaron al Girona el pasado 3 de octubre, de ahí que el triunfo, viendo la necesidad y la situación del equipo, supiese a gloria a una afición harta de cosechar decepciones de un tiempo a esta parte.

Así, el pitido final de Piñeiro Crespo fue un momento de júbilo para los casi cinco mil quinientos xerecistas que pese al frío acudieron al estadio, y como no para Vicente Moreno, que vivió el encuentro con gran intensidad y que en cierta forma, tenía una cuenta pendiente con los suyos.

El valenciano, que se estrenaba como técnico en Chapín, no paró un momento, no se sentó en el banquillo ni una vez. Fue un manojo de nervios constante y trató siempre de mantener el ritmo en sus jugadores, sabedores de lo que se jugaban.

Y eso que los goles de Capi e Íñigo habían puesto en bandeja la victoria y habían hecho saltar algún que otro villancico por el fondo sur. Sin embargo, y teniendo en cuenta anteriores experiencias, nadie quería pensar en un gol visitante que volviese a encender las alarmas y a despertar viejos fantasmas.

De esta forma, hasta que Íñigo no anotó el tercero, el segundo de su cuenta particular, el público no respiró tranquilo. Fue entonces cuando volvieron aquellos gritos de 'Javi López, dimisión', esta vez con ironía hacia el preparador catalán, y fueron tomados a risa por la grada; o 'miralos, miralos, ya están mosqueados', a modo de reprimenda a algún futbolista visitante, desconcertados e impotentes con el marcador.

El detalle del encuentro ocurrió al principio, cuando el club homenajeó a Domingo Rego, hasta hace unos meses chófer del equipo en los desplazamientos. Mendoza y Capi le entregaron una camiseta firmada, y Rafa Verdú, Moreno y Javi López, detalle por parte del barcelonés, respaldaron un momento emotivo.