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Naturaleza didáctica

Más allá de los libros

  • Tras más de dos décadas de explotación ecológica, huerta La Yanna lleva cuatro años acercando su experiencia a los escolares a través de talleres

Hace 25 años, la familia de Carmen Pérez-Aguirre, quien cultivó la profesión de maestra de Lengua, se aventuraba a cambiar la vida en la ciudad por el campo. Se mudaron a una finca que llamaron 'huerta La Yanna' y que se sitúa en el kilómetro 2,5 de la carretera de La Ina, tras el puente de La Graduela. Un terreno de más de tres hectáreas que durante sus primeras dos décadas se dedicó a la explotación estrictamente ecológica de los productos del campo, como naranjas, granadas, uvas, patatas, verduras... Sin embargo, hace cuatro años, la familia se dio cuenta que podían utilizar su terreno para algo más que sembrar y plantar: enseñar. Así nació el Aula de Naturaleza de la que ya han disfrutado más de 12.000 niños.

En este proyecto ha resultado esencial la figura de Marina Enciso, hija de Carmen, quien asegura que cuando su familia se mudó al campo " tenía 9 años y nunca habría pensado que iba a dedicarme por completo a la vida en la finca". Estudió Sociología e incluso dio clases de español en Berlín, pero es ahora, con las visitas de los colegios a la huerta, cuando siente que ha encontrado su vocación. "Hemos hecho de nuestro hobby, el campo y los cultivos, nuestra profesión. Nos dedicamos plenamente a lo que nos gusta, y no hay nada más satisfactorio que eso", comenta Enciso.

Actualmente, Marina y Carmen siguen viviendo en la finca y es la única actividad de la que se ocupan en la actualidad. La hija explica que "siempre tuvimos la idea de utilizar el campo como propio recurso para mantenernos. Los gastos en la finca los sufragamos con la explotación de los cultivos y la venta de productos. Aunque no siempre las cosechas son buenas, hay años muy malos, así que nos pusimos a pensar en cómo podíamos seguir aprovechando los recursos que tenemos desde otra postura. Y así sacamos la idea de traer a los niños".

Actualmente, ofrecen un gran número de talleres a alumnos de Infantil y Primaria, entre los 3 y los 12 años, "aunque estamos pensando en ampliar la oferta a los alumnos de Secundaria". La perspectiva desde la que Marina concibió estas actividades es la de "crear tareas que no se pueden hacer en clase. Acercar la naturaleza más allá de los libros, que tengan contacto con ella". Las visitas se pueden realizar en dos turnos, de mañana (de 9,30 a 13,30 horas) o de mañana y tarde (9,30 a 17,30 horas). El número de escolares que acogen "depende de las líneas de cada colegio. Normalmente suelen rondar los 100, lo único que cambia es el número de monitores a contratar".

Madre e hija coinciden en que "nos lo pasamos casi mejor que los niños. Son los mayores jueces, ya que a esa edad no tienen reparo alguno en decir lo que piensan, son muy expresivos. Y la verdad es que es siempre nos hacen ver lo bien que se lo han pasado". Después de la visita, los alumnos se llevan un recuerdo de cada taller. Las actividades son tan variadas como permite la propia vida en el campo: recolecta de plantas aromáticas, experiencia con el huerto, cosecha de semillas, botánica, reciclaje, contacto con insectos, recogida de naranjas, de aceites esenciales... Además, Enciso adelanta que acaban de adquirir animales con los que aumentarán la oferta, "hemos traído un burro, ovejas, gallinas y patos".

De las más de tres hectáreas que componen La Yanna, una se utiliza exclusivamente para las funciones de los talleres "aunque en realidad, los niños utilizan toda la finca". Las dos restantes están casi exclusivamente dedicadas a los naranjos. La buena explotación de la tierra se debe a que Carmen siempre ha querido llevar una explotación "biológica. No sabes lo agradecido que es, a la larga, el no utilizar productos químicos que terminan afectando a la tierra". Cuando llegó a la finca, la profesora tenía escaso conocimiento de agricultura, "ha sido todo muy poco a poco y ahora no puedo estar más orgullosa del resultado, incluso estamos en contacto con cooperativas ecológicas como La Verde, de Villamartín".

Debido al buen ritmo que han tenido los talleres desde la iniciativa que surgió hace cuatro años, Enciso ya planea formas de aumentar la oferta. Uno de los proyectos en los que se encuentra inmersa es en hacer cursos de fin de semana "en los que vengan los niños con los padres. Los críos se quedan muy satisfechos con las visitas y nos piden volver, así que lo estamos tanteando". Estos planes buscan sobre todo "buscar poder seguir manteniéndonos a partir de lo que nos ofrece el campo, buscar ese equilibrio".

Sin saberlo, en 1242 Ibn Said ponía nombre a la finca con la cita 'Jerez es una de las ciudades más deliciosas por dentro y por fuera que tiene Al-Andalus. La visité y disfruté mucho de ella. Uno de sus lugares de esparcimiento es La Yanna, que queda a la orilla del río y es un regalo para la vista'. Un regalo que a día de hoy es una forma de vida para una familia y un deleite para quien la visita y disfruta de sus capacidades.

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