Jerez

Patrimonio mudo

  • La matraca de la Catedral, testigo de la historia junto a las campanas de la torre, pasa invisible para la ciudad a pesar de ser considerada una pieza única en España

La torre de la Catedral es como un gran navío. Su carga es de historia. Ha surcado el tiempo desde el siglo XVII hasta la actualidad. De esa larga travesía hay un testigo en especial, la matraca. Un nombre que proviene del árabe hârraqa, que se refiere a un gran barco de mercancías. El Diccionario Etimológico Castellano e Hispánico de Joan Corominas (1954) apunta que el término podría ser una "palabra onomatopéyica, basada en los crujidos de estos pesados barcos". Las matracas de campanario sustituían a las campanas. Su misión era hacer callar a la multitud, por ejemplo, durante la Semana Santa, o para despertar a los ciudadanos en maitines. En España subsisten algunas de estas 'campanas de madera', aunque en muy mal estado. Habitual en las grandes iglesias, Jerez también tiene su matraca.

Una enigmática y enorme llave de hierro abre la puerta de la torre. Comienza el ascenso por la escalera de caracol o tipo mallorquina que conduce hacía las alturas. Un paso en falso puede ser fatal a causa del deterioro de la piedra de los peldaños. Un giro que no cesa va descubriendo que otros muchos pasaron antes por allí. Los muros tienen grabados nombres y fechas de quienes quisieron ser inmortales, y que los demás lo vieran. Una trampilla de metal se eleva hacia la primera sala de campanas. El suelo está cubierto de excrementos y cadáveres de palomas. Las vistas de la ciudad son impresionantes. Cada campana, como las personas, tiene su nombre. Aquí posan imponentes, en plena decadencia, San Miguel menor (1752) y mayor (1797), Salvador (1682) y La Gorda (1566). Todas tienen sus inscripciones en las que rezan el autor, la fecha de fundición o una leyenda u oración como "esta es la cruz del Señor, huid los enemigos. Venció el león de la tribu de Judá, de la estirpe de David. Aleluya" o "Salvador del mundo, sálvanos; Reina del Cielo intercede por nosotros". Hay que destacar que en esta primera sala se pueden ver grabados o 'graffitis' en el muro, algunos de origen gótico. En uno de ellos se lee "... Geoffrey".

Así lo asegura un pormenorizado estudio realizado por los antropólogos María del Carmen Álvaro Muñoz y Francesc Llop i Bayo, encargado por el Gobierno español y en el que se describen 94 catedrales del país en su conjunto, y en sus detalles. Entre ellas está la Catedral de Jerez, "un monumento singular, con una torre y unas campanas muy importantes, que datan incluso de 1566. Es una pena que se encuentre en el estado de abandono que está", apunta Llop i Bayo. Este trabajo está alojado en campaners.com.

Otra escalera de caracol, hecha en metal, lleva a la sala segunda del campanario. Allí esperan Sagrado Corazón (1928), Salvadora (1885) y San José (1885). La primera campana tiene un crucifijo en la parte exterior y en la interior un busto del Corazón de Jesús. Debajo de éste dice "Sagrado Corazon eucaristico de Jesus costeada por el V de Almocaden ano 1928" . Al estar ésta en vertical sirve de nido a muchas aves. Aquí reposa también la matraca en cuestión.

A santa Águeda (1510), la campana que está en la tercera sala, asciende otra mallorquina. En lo más alto está ella, que asegura que "me hizo el maestro Fernando de Cabra el año de mil quinientos diez". Hay otra inscripción, también en minúscula gótica, con un extraño significado, que dice "de manera piadosa, y voluntariamente, sueno en honor de Dios y para liberar mi patria". Desde Campaners.com apuntan que durante el entierro de santa Águeda, "apareció un joven desconocido, vestido con ropas de seda, que dejó junto a la tumba una placa de mármol con esta inscripción, que se muestra junto al busto de la santa, en la catedral de Catania. Según cuentan, el volcán Etna hizo erupción un año después de la muerte de la Santa en el 250 y los pobladores de Catania pidieron su intervención logrando detener la lava a las puertas de la ciudad. Desde entonces es patrona de Catania y de toda Sicilia y de los alrededores del volcán e invocada para prevenir los daños del fuego, rayos y volcanes. Esta protección podría justificar la liberación de la patria, que algunos han querido interpretar, sin ningún motivo, como una campana asociada a los levantamientos contra las invasiones".

La mayoría de estas campanas se encuentran en mal estado de conservación y sin uso. Excrementos de aves que afectarían a su sonoridad, grietas, yugos desajustados, mala orientación, defectos de fundición... Nada, sin embargo, les quita su encanto.

Y entre todas estos testigos sonoros -ahora mudos-, está la matraca. Y es que, para ambos antropólogos, la matraca de Jerez es una de las más singulares de todas las catedrales de España. Se trata de una caja, en forma de campana, dotada de diversas asas metálicas, que golpean al girar sobre sendas piezas de hierro clavadas en la madera. "Está realizada por un artesano local entre 1850 y 1880, según se deduce de sus clavos. De todas las matracas que hemos estudiado, ésta es la única del país en su estilo, ya que el resto suele tener forma de asta, no de campana". Una pieza de la que apenas hay datos, a excepción de los aportados por estos investigadores, ya que es en gran parte desconocida por la propia Diócesis. Y hay que destacar que, a diferencia de las campanas, las matracas no suelen llevar inscripciones, de ahí que haya pocos indicios de sus orígenes. Además, para más singularidad, Jerez es la única catedral que aún tiene campaneros manuales.

"Hace mucho tiempo que no se toca. Se usaba en la liturgia anterior al Concilio del Vaticano II, y sustituía a las campanas, que no se podían tocar desde el Jueves Santo al Sábado de Gloria. Las matracas las había de mano y de torre. Como en todas las grandes iglesias, había una en la torre de la Catedral", cuenta José Luis Repetto, exdeán del Salvador y párroco de San Dionisio. "Las matracas se dejaron de tocar cuando en 1969 Pablo VI cambia un misal por otro", concluye.

Algunas voces de la Diócesis apuntan que esta matraca debería conservarse y quedarse como está, así como hacer una restauración de toda la torre, incluidas sus campanas, "porque si un edificio no tiene uso, se muere". A este respecto, Llop i Bayo subraya que el campanario de la Catedral de Jerez "tiene grandes posibilidades de desarrollo, tiene mucha potencialidad y si se restaurara, sería de los más atractivos de Andalucía. Porque el patrimonio no es sólo lo que se ve desde fuera, son también sus elementos. Y el patrimonio sólo existe si se comparte con los demás".

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