Sonia arnáiz. periodista

"En El Torno hubo necesidad pero no se pasó hambre"

  • Su libro 'El Torno hace memoria' repasa con datos y testimonios sus orígenes como pueblo de colonización en los 30 "A pesar de las dificultades vivían felices"

La periodista navarra pero afincada en Jerez desde hace más de 20 años Sonia Arnáiz ha documentado en 'El Torno hace memoria' los orígenes de la pedanía, que según los documentos oficiales reza como el primer asentamiento colono de España, en la primavera de 1940.

-La II República repartió tierras expropiadas a latifundistas y el Instituto Nacional de Colonizaciones franquista continuó con esta práctica.

-La República cedía los terrenos de forma comunal. Alrededor del Guadalete se cedieron a colonos las fincas de Torrecera, La Barca y El Torno. Sólo La Barca tenía un pequeño asentamiento. El franquismo devolvió las parcelas de Torrecera a su anterior propietario, y nada más acabar la Guerra Civil ya había un plan para constituir de nuevo las otras dos colonizaciones bajo el franquismo. Yo considero El Torno la primera colonización porque para el franquismo lo fue, y son colonizaciones muy anteriores a las de Guadalcacín y otras, que eran ya de los cincuenta. Para los técnicos que diseñaron estas colonizaciones, fue el modelo que se utilizó para las siguientes. De hecho, Franco visitó El Torno dos veces, una en el 46 y otra en el 53.

-¿Cuál era el régimen de propiedad con el franquismo?

-Primero como aparceros, entregando en especie una parte de lo que producían, que era un cálculo detallado que hacía el INC según las tierras que tuvieran. A los diez años pasaban a un régimen mixto, en el que pagaban en especie y con dinero, y en la última etapa sólo con dinero, hasta que saldaban la deuda y pasaban a ser propietarios de los terrenos de pleno derecho.

-¿Cómo era aquella campiña más allá de las viñas del contorno de Jerez?

-Un erial. Hay pocos casos tan claros en España de desaprovechamiento, eran muchas tierras en manos de muy pocas personas. El proyecto fundamental era convertir tierras secas en productivas.

-Las condiciones de vida debieron ser pésimas, en plena posguerra.

-Había muchas necesidades, de vestido, de variedad de alimento... He hablado con muchas personas mayores que llegaron de niños a El Torno, pero insisten en que nunca llegaron a pasar hambre.

-Vivir en barracones no debe ser agradable.

-Piensa en las condiciones de vida previas. Los primeros asentamientos eran chozas. Los barracones no duraron tanto, poco a poco se fueron construyendo viviendas.

-¿Qué tipo de inquietudes tiene una persona que dedica el día completo al campo?

-Con esta investigación se me han caído muchos mitos. Tenían una forma de vida que hoy no podemos entender. Hacían mucha vida en común, se divertían, hacían sus fiestas... Me he encontrado muchísima dignidad y orgullo en sus testimonios. Y aunque muchos no sabían leer y escribir, siempre se preocupaban por que sus hijos lo hicieran. Algunos continuaron estudiando a pesar de encontrarse tan lejos de Jerez, que 20 kilómetros en aquella época eran muchos. En el libro relato el caso de un chico que iba todos los días en bicicleta al instituto Coloma para estudiar. Si a ti o a mí nos sueltan en el campo, nos morimos porque no sabríamos hacer nada. Ellos en cambio saben de todo, sembrar, construir acequias, conservar alimentos... Hay una idea que para mí trasluce toda esta historia, resiliencia, la capacidad del ser humano de adaptarse y ser feliz, salir adelante. Ellos lo hicieron.

-¿Los técnicos del franquismo se preocuparon por el bienestar de los colonos?

-En mi opinión sí, estamos hablando de personas, a pesar de que critiquemos otras muchas coas. También hay algún caso contrario, como el de una vez que estaban construyendo una vivienda y desaparecieron dos tablones de madera. El Guardia Civil se llevó a toda la cuadrilla a la comandancia de La Barca y les pegó una paliza enorme para encontrar al responsable. Fíjate como les pegó, que al llegar uno de ellos a casa en mal estado, sangrando, falleció su esposa de un infarto. Entonces mandaban en El Torno el cura y la Guardia Civil. En el entierro de esta mujer hubo muchísimos guardias civiles, había miedo a una revuelta, pero no la hubo. En general no sentían la opresión. Durante la guerra, me cuentan, aparecieron dos personas vestidas de falangista y los propios colonos de la República les dijeron que qué hacían allí, que no había nada que les pudiera interesar. Era una vida muy alejada del mundo.

-¿Qué huella queda hoy en El Torno de aquellas colonizaciones?

-Una identidad muy fuerte, el orgullo de decir 'soy de El Torno', un gran vínculo comunitario. Muchos fueron emigrando, los hijos no tomaron el relevo de sus padres porque no le dieron la posibilidad de seguir creciendo, no había terreno para ampliar. Hay familias enteras que se marcharon a Cataluña, a Alemania... Pero te invito a que vayas, por ejemplo, a las fiestas del 28 de febrero. Hay muchísima gente que va de visita, y otros también vuelven y mantienen su vínculo una vez que se jubilan. La experiencia social de El Torno como colonización es muy interesante.

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