Jerez

Con vistas al cielo

  • El Obispado proyecta la apertura al público de las cubiertas de la Catedral Aquí, un paseo por el mejor ático de la ciudad

Se puede contar más claro, pero más alto, imposible. Descender a las profundidades y subir lo más cerca del cielo son experiencias que siempre han suscitado curiosidad al ser humano, más incluso, se ha fantaseado hasta la saciedad sobre ello. Pero la realidad es que jerezanos y visitantes tendrán la oportunidad en un futuro cercano de asomarse a la terraza de la ciudad, de disfrutar de un ático con vistas al cielo, donde Dios parece que te susurra al oído. Es lo más alto de la Catedral, en las cubiertas de sus bóvedas, donde te reciben los doctores de la Iglesia Latina, pequeños en la lejanía, gigantes de piedra a dos centímetros de ellos. Parecen saludar y espantar a las palomas dichosas ayudados por los sonidos de los falsos búhos de energía solar instalados en los pretiles del monumento.

Entre los proyectos del Obispado de recuperación del patrimonio está la apertura al público de las bóvedas de la Catedral. Aunque sin fecha aún de inicio, la intención es que sea a través de grupos concertados una serie de días a la semana. "Las cubiertas están ya preparadas e impermeabilizadas. Habría que contratar a un guía y, lo más importante, instalar todas las medidas de seguridad necesarias. La verdad es que no es una visita apta para todo tipo de personas, hay que tener una mínima preparación física", apunta el deán de la Catedral, Antonio López.

El aliento se entrecorta cuando se abre la puerta al pequeño mar de olas petrificadas que dan una forma ondulada a la terraza principal. Tras una intensa subida por una escalera de caracol, que parece no tener fin, iluminada por ventanucos chivatos que van dando cuenta de la altura, salir a la inmensidad no tiene precio. La altura de las bóvedas es de 20 metros la nave central y el transepto o crucero; 13 metros las naves colaterales, y 8 metros las naves extremas, que, sin serlo semejan capillas. La cúpula tiene una altura de 40 metros desde el suelo de la iglesia.

"Hoy he llegado muy alto", se podría decir. Pero aún se puede subir más. Una pequeña escalera de piedra con barandilla a un lado lleva a la cúpula octogonal o cuerpo de luces, que se asoma a la nave por amplísimo anillo y se corona con un copulín. Para alcanzarla hay que armarse de valor y trepar además por unas agarraderas de hierro. Sin dejarse, casi, vencer por el miedo, ahí vamos. Un cosquilleo recorre las piernas, que tiemblan tímidamente. Recompuestos de la primera impresión, es momento de dejar de mirar al suelo, tragarse el vértigo y encarar las vistas. Jerez, en su totalidad, y más allá. Un 'tetris' de azoteas, algunas más bonitas y cuidadas que otras, dejan al descubierto edificios irreconocibles desde arriba. Bienestar, libertad y aventura se entremezclan animados por la brisa. Y a la espera del atardecer, pegaría hacer un pic nic con champán como Jean Renoir en 'Una partie de campagne' o Gary Cooper y Audrey Hepburn mientras rodaban 'Love in the Afternoon'. Pero hay tanto que ver y descubrir al derredor que el tiempo se pasa muy rápido.

Posan orgullosas las diferentes iglesias como San Lucas, Santiago, San Mateo, San Juan..., que dan prueba de la riqueza patrimonial de la ciudad, y se perfilan los diferentes barrios del casco histórico. De fondo, la campiña, la Sierra y se huele hasta el mar. "Jerez tiene un patrimonio arquitectónico riquísimo, extraordinario, seguro que si fuera otra ciudad esto estaría ya más que explotado. Pero es cierto que aquí también hay caballo, flamenco, vino y el circuito..., y el tema patrimonial es como la hermanita pobre, a la que se le deja de lado, cuando en realidad es una joya", comenta López, que recuerda que la Iglesia recibe muy pocas ayudas de la Administración, "cuando nosotros estamos al servicio de todos y nuestro patrimonio está para el uso y disfrute de todo el mundo, sin diferenciación. En otro país las ayudas sí llegarían". "Aún no sabemos -explica- si la apertura de las bóvedas la haremos conjunta a la de la torre-campanario de la Catedral", cuyas campanas están pendientes de ser rehabilitadas en Jaén. Proyectos para los que hace falta, como casi para todo, financiación.

Entre subidas y bajadas por las cubiertas de las bóvedas se pasea sin alas por todas las naves de la Catedral. "Una vez que comiencen las visitas podríamos ir recaudando fondos para ir arreglando más cosas del monumento", espera el deán. Dos escaleras de caracol se asoman a las esquinas de una de las naves. En una de ellas han desaparecido los peldaños, sólo hay vacío. Los únicos que se las ingenian para subir y bajar son los gatos, que se alimentan de pichones y huevos, entre otras delicias felinas. De la otra, una paloma sale a gran velocidad asustada de los merodeadores.

Sopla el viento por rachas. El levante ha desgastado la piedra que más le ha echado cara. Es hora de descender. "La puerta que da a esta escalera la tenemos que cerrar muy bien porque a la mínima que se queda encajada, los visitantes se asoman para ver adónde lleva. Es decir, que seguro que esto tendría mucha aceptación", asegura López. Peldaño a peldaño, algunos marcados por los canteros, se llega a pie de suelo. Se acabó la aventura, pero las sensaciones permanecen.

El templo se acometió en 1695 y fue costeado en su gran parte por los reyes de España Carlos II, Luis I y Carlos III que otorgaron para la obra parte de los diezmos del vino que se sacaba de la zona. Contribuyeron también los papas Inocencia XIII y Benedicto XIII con la llamada gracia "de las misas alcanzadas". Desde el Obispado hacen un llamamiento para que los jerezanos visiten la Catedral (es gratis para los residentes en la ciudad) y conozcan este rico patrimonio que a veces pasa desapercibido por tenerlo tan cerca, pero que tanto asombra a los que lo visitan. Y para los amantes de lo subterráneo, el Obispado también tiene previsto abrir las criptas de la Catedral, algo que da para un reportaje mucho más oscuro. En algunas de ellas, a las que sí se ha tenido acceso o que se han podido ver con una microcámara, hay restos humanos e incluso están decoradas con bonitos azulejos.

A tantos metros sobre cualquier cosa, la vida se ve desde otro ángulo, casi cenital. Un vistazo en redondo a la ciudad, un carrusel de paisajes que muy pronto iniciará su viaje.

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