EL inefable Nicolás Maduro había advertido que dejaría a Erdogan "como un bebé de leche" al lado de la purga que él estaba preparando si "la derecha" venezolana se atrevía a dar un golpe de Estado. En realidad, ni la derecha ni la izquierda opositora preparan un golpe, sino una acción democrática y constitucional que toma un artículo introducido por Hugo Chávez en la Constitución: el referéndum revocatorio. Cuando la oposición ya ha conseguido las firmas para convocar este referéndum y éste es avalado por toda la comunidad internacional, Maduro prepara una purga entre aquellos funcionarios y responsables públicos que han firmado a favor de la consulta. Todo son intentos para frenar esta consulta popular. Siendo graves las purgas iniciadas por Erdogan en Turquía, en Venezuela nadie se ha colocado fuera de la ley ni desea acabar con el régimen de un modo violento, se trata de consultar a los venezolanos si Nicolás Maduro debe dejar la Presidencia, tal como permite su Constitución. El régimen se ha reunido con los principales ministros y ha dado un plazo de dos días para que saquen de las instituciones, desde el Gobierno a los ayuntamientos, a aquellos cargos de designación que han solicitado el revocatorio. Se trata de una purga en toda regla por parte de un Gobierno que entiende la administración como un instrumento de partido. Con motivo del revocatorio que se consiguió durante los mandatos de Chávez, se filtró también el listado de los firmantes, se puso a disposición en internet y sirvió para identificar a los opositores y represaliarlos. Pero esta vez, ni el régimen tiene los petrodólares ni a la Cámara legislativa, todo lo contrario, el régimen agoniza entre el hambre de los venezolanos y la violencia en sus calles. Miles de personas intentan pasar todos los días a Colombia para comprar productos esenciales, parte de sus dirigentes están acusados de narcotraficantes y el país está aislado en la esfera internacional. Una vez perdidas las pasadas elecciones legislativas, Maduro tendrá que ceder y convocar el revocatorio, que posiblemente se salde con la derrota del émulo de Chávez. Una vez producido esto, Venezuela debe iniciar una transición que releve a este régimen autoritario. Será, entonces, cuando la oposición también deba dar muestras de sensatez. Uno de los problemas de la democratización de Venezuela, que el régimen ha sabido aprovechar, es la profunda división que hay en la oposición, tanto de carácter ideológico como de formar de entender la acción del poder.