La crítica

Conceptos predestinados

  • La ambiciosa producción del bailaor japonés abre el telón del Festival

La lucha entre el destino predicho, la antigua creencia griega, y el destino labrado por uno mismo separan, además del tiempo, a las dos ideas que sustentan 'Fatum!', la obra que ayer abrió el XVIII Festival de Jerez, y en la que se entremezclan conceptos musicales variopintos, todos bajo un mismo sincretismo. Y digo que se intercalan conceptos porque durante las casi dos horas de espectáculo se pueden precisar perfectamente ingredientes dispares, añadidos por cada uno de los cuatro pilares de la misma, Shoji Kojima, Javier Latorre, Chicuelo y Francisco López. Cada uno ha aportado, a su manera, un lenguaje propio creando un montaje grandioso en el que no falta ni un detalle (a nivel artístico, escénico y musical) y que salvo pasajes prescindibles conforman una creación de tal entidad que tendría cabida en cualquier gran teatro del mundo.

Evidentemente, asociar sonidos líricos y flamencos no es tarea fácil, pero tanto Chicuelo como Francisco López han elegido el hilo correcto para tejer una banda sonora en la que Londro (poderoso por tientos y peteneras) y Melchora (genial por martinetes) ofrecen la versión más jonda, y en la que el legado de Giuseppe Verdi y su 'Forza del Destino' concuerda a las mil maravillas. Parece que estuvieran predestinados.

El guiso lo condimenta Latorre con una labor coreográfica suprema, y eso que no debe ser sencillo coordinar y hacer funcionar como un todo a un cuerpo de baile de catorce personas, y que a veces, contando con las figuras principales, hace coincidir en el escenario a más de veinte personas. Todo está milimetrado, y todo encaja como si fuese un puzzle de mil piezas, ya sea su guiño al contemporáneo como sus coqueteos con los aires más flamencos. No hay distinciones entre zapatilla y las botas.

Pero no sólo el totum brilla en 'Fatum!', también lo hacen los protagonistas. Christian Lozano cumple con sobresaliente, ya no sólo a nivel dancístico, sino a nivel interpretativo, una cualidad que en estos tiempos que corren no suele ser muy común entre los bailaores/bailarines.

En ese cruce de caminos lirico-flamenco irrumpe una Moneta, colosal por alegrías, desparramando altanería y personalidad, irrumpe un Hugo López que engrandece aún más su figura cuando se queda solo en el escenario, una Sara Calero versátil y sutil cuyo cuerpo fluye como el agua bajo los sones de María Callas, y sobre todo ebulle un Javier Latorre que año tras año demuestra que su capacidad creativa no tiene límites.

Encima de la pirámide aparece Shoji Kojima, que a sus 75 años sigue dando lecciones de lo que debe ser el amor por una profesión. Su papel le viene al dedillo pues interpreta al destino, que fluctúa por toda la obra a sus anchas. Como ya demostró en La Celestina, el maestro japonés supervisa cada una de las escenas y pone su grano de arena personal durante casi media hora, primero marcando el compás al cante por martinetes y seguiriyas, y luego en un aletargado mano a mano con Christian Lozano. Quizás algo prescindible.

Detrás, un tratamiento de la escena cuidadísimo que no solamente se aprecia en las suaves transiciones, que pasan desapercibidas la mayoría de veces, sino también en un trabajo audiovisual completo muy propio de la creencia escénica de Paco López, y que realza la obra en muchos instantes (uno de ellos las imágenes de un jovencísimo Latorre representando a Don Álvaro hace casi 25 años).

Hasta el vestuario está perfectamente medido, con un colorido y una vistosidad en las telas impropios de espectáculos flamencos.

Baile

Fatum! 

El destino: Shoji Kojima. Don Álvaro: Christian Lozano. Leonor: Sara Calero. Marqués de Calatrava: Javier Latorre. Carlos: Hugo López. Preciosilla: La Moneta.  Cuerpo de baile: Antonio Buendía, Esther Carro, Irene Correa, Ángel Fariña, Áxel Galán, Natalia González, Mercedes Jaldón,  Fernando Jiménez, Ana Latorre, Verónica Llavero, Víctor Martín, Carmen Manzanera, Alejandro Molinero y Antonio Jesús Ventura. Cante: El Londro y Melchora Ortega. Guitarras: Chicuelo y Flavio Rodrigues. Violín: Carlos Caro. Percusión: Isaac Vigueras. Diseño iluminación: Francisco López. Audiovisual: José Carlos Nievas. Diseño Vestuario: Jesús Ruiz. Sastrería: Lola Pedraza. Realización de vestuario: Lola Moreno y Rafael Ruiz. Música: Chicuelo. Coreografía: Javier Latorre. Dirección escena: Francisco López. Dirección artística y ejecutiva: Shoji Kojima. Día: 21 de febrero 2014. Lugar: Villamarta. Aforo: Lleno


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