La crítica · Teatro Villamarta

Algo más que un juego

  • Marco Flores no entiende de medianías, de medias tintas, y nunca ve el vaso medio vacío.

En el juego, como en la vida, hay que arriesgar, y de eso bien sabe Marco Flores. No entiende de medianías, de medias tintas, y nunca ve el vaso medio vacío. Lo prefiere lleno, a rebosar, por eso a la hora de apostar siempre apuesta fuerte, acierte o no. Lo demostró con 'Laberíntica' hace un par de años y lo ha hecho ahora con 'Entrar al juego'. En ese salto de atrevimiento le acompaña Juan Carlos Lérida, cuya sombra se hace patente durante todo el espectáculo con una escenografía simple pero directa. Es una apuesta al rojo (nunca mejor dicho) en un juego que por momentos se convierte en patológico y que en otros se hace divertido. Porque si algo vimos durante toda la noche ayer en este estreno fue disfrutar a sus protagonistas. Esa sonrisa de niño malo de Marco se repitió una y otra vez demostrando su complicidad con todo el elenco, y con un público entregado de principio a fin.

En ese juego que el bailaor plantea hay guiños a la juventud, a la maestría, a lo individual y a lo colectivo, argumentos que en algunos momentos se vuelven repetitivos y cansinos y que en otros, como la guajira entre Carmela Greco y Marco Flores, se tonan simplemente maravillosos, no sólo en cuanto a ejecución sino en cuanto a plasticidad.

Con un dinamismo voluble, el trabajo coreográfico es extraordinario, y el formato presentado muy variado, pues las situaciones corales se alternan con paso a dos (que llevan el sello Flores-Pericet) y apariciones individuales. Gustó mucho la única inclusión del clásico español, el Albaicín de Isaac Albéniz, donde el garbo y la masculinidad de Alejandro Granados casa muy bien con la versatilidad de Águeda Saavedra, o el paso a dos por aires de Cádiz de Claudia Cruz, muy femenina, y José Manuel Álvarez, donde destacó una original escobilla.

En una escena marcada por el rojo, quizás un tanto obsesiva y hasta molesta (con unas luces led que cansaban la vista), es este color quien sirve como argumento para recorrer situaciones que van desde la sensualidad al erotismo, de la seducción a la pasión o de la inmoralidad al engaño. Todo está entrelazado, igual que el baile de Marco, un artista que cuando asume el mando no hay quien le tosa. De brazos, superior, de pies, mejor, como demostró por seguiriyas. Se echó en falta algo más de cante doliente (sólo lo aportó Luis Moneo), en un espectáculo musicalmente muy variado y en el que los estilos de cante se fusionan sin que apenas te des cuenta.

Y ahora, ¿volvemos a jugar?

Baile

entrar al juego

Dirección, coreografía y producción: Marco Flores. Dirección escénica y coreografía: Juan Carlos Lérida. Colaboración en la dirección artística y coreografía en 'Albaicín': Olga Pericet. Coreografía soleá: Alejandro Granados. Artistas invitados: Carmela Greco, Alejandro Granados. Música original: José Almarcha. Música original 'Bulería': Jesús Torres. Con la colaboración especial de: Águeda Saavedra, Claudia Cruz y José Manuel Álvarez. Cante: Manuel Gago, Luis Moneo y Emilio Florido. Guitarra: José Almarcha. Diseño de vestuario: Felype de Lima. Diseño iluminación: Gloria Montesinos. Diseño espacio escénico: Gloria Montesinos. Diseño de sonido: Beatriz Anievas. Regiduría: Elena Villaplana. Maquinista: Óscar Alonso. Producción: Marco Flores. Distribución: Compañía de Marco Flores. Producción ejecutiva: Miguel Santín. Día: 22 de febrero de 2016. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Lleno.

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