Baloncesto · Silla de ruedas

La Plata suena a gloria

  • Pablo y Alejandro Zarzuela comparten la mañana con los alumnos del colegio Isabel La Católica, que admiran la medalla de plata y escuchan el sonido de la presea paralímpica.

Sabían que las medallas de los Juegos Paralímpicos suenan y lo hacen de forma diferente según sean de oro, plata o bronce? Pues una alumna del colegio público Isabel La Católica sí, y se lo contó a sus compañeros ayer en el sencillo pero emotivo homenaje que los niños de Infantil y Primaria tributaron a Pablo y Alejandro Zarzuela, paralímpicos jerezanos que lucieron con orgullo la medalla de plata conseguida en los Juegos de Río en su visita al colegio de La Plata, donde fueron recbidos con los todos los honores por la chavalería.

Pues sí, suenan diferente y una niña explicó a sus compañeros que es para que los deportistas ciegos las distingan y sepan qué medalla es cada una. Y es que aprovechando la visita de los paralímpicos jerezanos de plata, la dirección del colegio -Cándido Núñez y su equipo- ha estado enseñando y explicando a sus alumnos qué y cómo es el deporte paralímpico, de ahí las preguntas que niños y niñas, desde tres años hasta sexto de Primaria, hicieron a los gemelos jerezanos, que fueron recibidos con aplausos, lanzamiento de papelillos y con la música de Carros de fuego a su llegada al cole de Malena, su sobrina, donde los mayores portaban un par de pancartas:‘Bienvenidos campeones. Pablo y Alejandro = ilusión, superación, esfuerzo y motivación’ y ‘Gracias por venir a nuestro cole’, agradecimiento recíproco de los internacionales españoles por la invitación al acto en el que también participó el Chajeba, club que tiene una escuela de baloncesto en el colegio. 

Ilusión, superación, esfuerzo y motivación es lo que los profesores del Isabel La Católica piden a sus alumnos y qué mejor ejemplo que Pablo y Alejandro Zarzuela, que explicaron a los niños sus inicios en el deporte a los 12 años y las dificultades que han tenido que superar -como estar 10 años fuera de Jerez- para llegar hasta la plata de Río, esfuerzo que “compensa” porque el éxito “ha merecido la pena”. 

Con los chavales en el patio observando con atención a los hermanos, las sillas de ruedas y las medallas de plata, cada clase hizo algunas preguntas a los Zarzuela. Al fondo, Juanmi sénior y júnior, padre y hermano respectivamente de los gemelos, no perdían detalle del interrogatorio. Los mayores se interesaron por la dificultad para dominar la silla de ruedas y jugar al baloncesto al mismo tiempo, por cómo comenzaron a jugar al basket y qué les motivó a jugar. Alejandro explicó que al principio es “bastante complicado manejar la silla porque o te falta una mano para moverla o te falta para el balón”, y Pablo les contó que “iba un día con mi madre por la calle y me encontré a un chico de un equipo de Jerez de baloncesto en silla de ruedas, me preguntó si yo hacía deporte y al decirle que natación pero no de competición me dijo los días que entrenaban en el Kiko Narvaéz. Fui un día a probar y desde entonces” juega al baloncesto en silla de ruedas. “Alejandro, que entonces hacía tiro con arco, vino un día a verme entrenar y se enganchó”.

Los de quinto curso preguntaron por la motivación para el baloncesto en silla en concreto, explicando Alejandro que le llamó la atención “convivir con personas con diferentes discapacidades en equipo y hacer un trabajo en conjunto”, añadiendo Pablo que “se supone que una persona con discapacidad es más parada, y si te mueves poco la salud empieza a decaer seas discapacitado o no, es fundamental tener vitalidad y hacer deporte ayuda a vivir mejor”, palabras que fueron aprovechadas por uno de los profesores para preguntar a los niños si hacían deporte o pasaban mucho tiempo jugando a la Play y viendo la tele...

Iker, de 4º, preguntó a Pablo si le dolió mucho quedarse sin ir a Londres -una lesión le impidió acompañar a su hermano-:“Imagínate, lo había estado preparando mucho tiempo y cuando llega, después de competir y clasificarnos, es muy duro quedarte fuera aunque también en esos momentos malos aprendes más que en los buenos momentos”.

Daniel preguntó por sus posiciones:Alejandro explicó que es pívot, “de los que está pegándose en la zona con los otros”, y Pablo es tanto interior como exterior. Manuela se interesó por la final ante Estados Unidos y Lola por las reglas, cuestión en la que Alejandro explicó a los niños que cada jugador tiene una puntuación según su discapacidad -según esté más o menos afectado- de 1 a 4,5 (tanto Pablo como Alejandro tienen 3 de calificación), y que el quintento en cancha de cada selección no puede superar los 14 puntos, a fin de que todos puedan jugar y los equipos estén igualados;además, añadió que en silla de ruedas no existen los dobles -la única diferencia es que los jugadores deben botar o pasar la pelota después de empujar la silla dos veces- y que las medidas de la cancha, líneas de tiro y altura de la canasta son las mismas.

Una niña de 2º preguntó que si se caían jugando cómo se levantaban y Pablo explicó que en los partidos de competición llevan una especie de correas para impedir que se caigan de la silla, de forma que si caen lo hacen con la silla y es más fácil reincorporarse y su sobrina Malena les preguntó si habían estado a gusto en las Paralimpiadas

Marina, de 1º, les preguntó por el manejo de la silla y Juan Diego por la inclinación de las ruedas, que es para girar más rápido, para no caer en caso de inclinación y para no pillarse las manos con la rueda o radios de la rueda del contrario, añadiendo que cada silla es diferente según el peso y las medidas cada jugador:la silla de los pívots es más pesada y ocupa más espacil que las de los jugadores de fuera.

Los más pequeños preguntaron directamente si podían ver la medalla y si les podían enseñar cómo jugaban “tan bien al baloncesto”, momento en el que las preseas de plata comenzaron a pasar de alumno en alumno. Y Curro, de cuatro años, les preguntó si “vuestro papá y vuestra mamá os han ayudado”, arrancando una sonrisa de Pablo, Alejandro y Juanmi, el padre:“Desde que empezamos a jugar a los 12 años nos han acompañado a todos los sitios, nos lo han dado todo y esta medalla es de ellos”.

Los niños entregaron los dibujos que habían hecho en clase de Pablo y Alejandro, que firmaron autógrafos y camisetas, y para cerrar la convivencia los hermanos jerezanos se hicieron una foto para el recuerdo con alumnos y profesores.

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