La nueva muralla del deporte español
Noventa minutos antes del comienzo de su primera final olímpica ante la india Pusarla Venkata Sindhu, Carolina Marín (Huelva, 1993) tomó acomodo en la poblada grada del pabellón.
Subió el volumen de la música para aislarse del entorno festivo que se respiraba en el recinto durante la disputa de la semifinal masculina entre el malayo Chong Wei Lee y el chino Dan Lin y repitió el ritual previo a su estreno en los Juegos Olímpicos de Río 2016 ante la finlandesa Nanna Vainio.
La onubense, doble campeona de Europa y del mundo, volvió a imaginarse vencedora antes de encarar su última aventura en la ciudad carioca.
Cuando saltó a la pista verde del colorido pabellón, ubicado en el Parque Olímpico de Barra, estaba absolutamente convencida de que conseguiría hacer realidad la predicción que había vociferado a su llegada a la Villa Olímpica: viajó a Brasil con la única perspectiva de ver la bandera española en lo más alto del podio.
En ese lugar, tras su victoria por 19-21, 21-12 y 21-15, saboreó por fin la conquista de la presea dorada, el premio que todos los aficionados daban por hecho que conseguiría. "Todo el mundo me dice que ya tengo la medalla de oro y cuando vine a la Villa me la esperaba encima de la cama, pero no me la he encontrado. La única que tengo es la de la Virgen del Rocío que siempre me acompaña", bromeó la andaluza.
En semifinales apeó a la anterior campeona olímpica, la china Li Xuerui, y en la ronda definitiva neutralizó a Pusarla Venkata Sindhu como culmen a dos meses fatigosos de preparación.
El propio Fernando Rivas, su entrenador, reconoció que a su hija no le haría pasar por lo que sí hace pasar a su pupila. De lunes a sábado, Carolina Marín se ejercita en sesiones triples en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid y en su camino hacia sus segundos Juegos Olímpicos asumió "cargas durísimas" combinadas con trabajo en hipoxia. El lema Puedo porque pienso que puedo le ayudó a afrontar cada jornada y a borrar las lágrimas con las que despidió algunas de ellas. El sufrimiento estaba justificado.
La onubense, concienzuda y generosa en el esfuerzo, es la nueva campeona olímpica de bádminton tras quebrar una muralla que parecía infranqueable, la del dominio asiático.
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