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CLUB ZERO | FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

Al cielo mediante la autofagia

Mia Wasikowska por debajo de su registro habitual.

Mia Wasikowska por debajo de su registro habitual.

La última película de Jessica Hausner, Club Zero, confirma lo que ya presagiaba su anterior Little Joe: que la directora austriaca se ha metido en un callejón de difícil salida, del que no la van a sacar (más bien al contrario) ni los temas polémicos, ni ese exageradamente calculado, e innecesario, diseño de producción, como si en vez de estar ya en territorio Hausner nos hubiéramos pasado a una cinta de Wes Anderson pero sin sentido del humor.

En esta ocasión la autora de la prometedora Hotel se interesa tanto por los peligros para el planeta de la sobreproducción alimentaria como de la amenaza para el organismo de la comida basura y del excesivo consumo calórico. Para ello pergeña una trama situada en un colegio para niños ricos (clases de siete alumnos) donde una profesora seleccionada por los padres llega para instaurar en el grupo primero una alimentación consciente y luego, a modo de secta, la autofagia llevada más allá del precipicio de la (im)posible supervivencia sin ingerir alimento alguno. Hausner es consciente, tal vez demasiado consciente, de que su propuesta cinematográfica a golpe de lento zoom (in & out) intelectual probablemente va a resultar más interesante si la saca del marco realista y polémico (ese que se presta al coloquio donde siempre se habla de cualquier cosa menos de cine) y la desliza hacia el fantastique metafórico y con mensaje. Lo errado, e incluso avieso, de su elección es doble, por un lado banaliza frívolamente hasta el punto de llevar al disparate de la irracionalidad el desafío global, y por otro termina ridiculizando y caricaturizando a quienes habían alzado su voz contra una amenaza real que pone en peligro nuestra supervivencia y la del planeta, obviedad que, aunque muchos aún se nieguen a aceptar, van indisolublemente ligadas.