La crítica

Abriendo puertas, cerrando heridas

  • La sala Compañía asiste al renacer de la bailaora María José Franco

El corazón de María José Franco late de nuevo con fuerza y su renacer artístico, como ella misma se encargó de indicar antes de su espectáculo, es un hecho. Lo es porque ha ganado en madurez encima del escenario y porque ha sabido dar ese toque de calma necesario para que las cosas discurran por el camino correcto. Tras años de búsquedas, de probaturas y de querer andar por una senda que no era la suya, la gaditana parece haber encontrado, por fin, su destino. Esta vez no ha perdido el tiempo en inventos extraños, se ha dedicado única y exclusivamente a bailar, que es lo que sabe, aunque para ello haya tenido que ir abriendo sus propias puertas.

Todo el conocimiento adquirido en años lo aplicó y expuso durante hora y veinte minutos en la Sala Compañía, un escenario que conoce como anillo al dedo. Posiblemente por ello, porque sabe de las características del sitio y sus dificultades para ciertas cosas, María José prefirió ir al grano planteando un montaje directo, separado en seis números y sin un hilo argumental definido. Además, y es algo en lo que ha acertado, milimetró el contenido de cada baile, de cada pase, consiguiendo así que todo discurriese con naturalidad y dinamismo.

Nadie tuvo un protagonismo excesivo y las aportaciones individuales que durante la obra se fueron sucediendo, el cante de Luis Moneo y Carmen Grilo, los solos de guitarra de Pedro Pimentel y Juan Manuel Moneo (dos sonantas compenetradas a la perfección), la percusión de Carlos Merino o el violín de Sophia Quarenghi, encajaron a la perfección en la estructura preparada sin chirriar. A veces los pequeños detalles son los que hacen más o menos grande a una obra, y en este caso, cada añadidura sirvió para mejorar, sin caer en egoísmos unipersonales.

Dentro de un registro mayoritariamente flamenco, la bailaora introduce una pincelada más contemporánea, el paso a dos que protagoniza con Ximo Llorents en el tema 'Lujuria', de Manolo Carrasco, un toque exótico y que aporta un aire distinto. Sin embargo, no se olvida de sus orígenes rescatando su mejor versión en la soleá, recogiéndose en el sitio, y por alegrías, con mucha frescura.

María José transmite convencimiento y decisión en todos sus movimientos a lo largo de toda la noche, y prueba de ello es la original nana titulada 'Pa mis niños', una pieza musical conseguida y cuya coreografía, a golpe de mantón y bata de cola, se llevó los aplausos del público.

La sala también quedó agradecida con la malagueña del Mellizo de Luis Moneo, cabal, rancia y bien solapada por la guitarra de su hijo, y con el zorongo interpretado por Carmen Grilo bajo los sones del violín de Sophia Quarenghi.

Baile

Abriendo puertas

Baile: María José Franco. Cante: Luis Moneo y Carmen Grilo. Guitarras: Juan Manuel Moneo y Pedro Pimentel. Percusión: Carlos Merino. Violín: Sophia Quarenghi. Colaboración especial: Chimo Llorents y Manolo Carrasco por el tema ‘Lujuria’. Coregrafía: María José Franco. Música: Juan Manuel Moneo y Pedro Pimentel. Letra: Juan Manuel Moneo. Iluminación: Jerónimo Bellido.  Día: 26 de febrero. Lugar: Sala Compañía. Aforo: Tres cuartos de entrada.

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