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Cante

El sonar de los pueblos

Gema Caballero, Javier Patino, Javier Morillas y Raúl Domínguez, en la presentación de 'Lo traido andao', ayer en Sala Compañía.

Gema Caballero, Javier Patino, Javier Morillas y Raúl Domínguez, en la presentación de 'Lo traido andao', ayer en Sala Compañía. / manuel aranda

Fría la tarde de ayer. Fuera de la Sala Compañía llovía y apenas se podía pasear por el centro de Jerez que veía sus calles vacías debido al temporal. Dentro, Gema Caballero da a conocer 'Lo traigo andao', un proyecto musical rico en matices sonoros que nos permite hacer un recorrido por lo que en una época fue vanguardia y en estos momentos parece haber muerto en el olvido de la masa.

Esta tarea de investigación por la historia de la música popular de nuestra Andalucía es elogiable por lo que conlleva el frescor de lo que de definió a nuestros antepasados, banda sonora de lo cotidiano en una época donde el hambre era el pan de cada día. Consecuencia de ello contamos con la rica creatividad en letras convertidas en romances en forma de letanías y desahogos.

Hasta ese contexto social nos lleva la cantaora granadina con la reinterpretación de una serie de cantes que dejan huella y que se ha quedado grabado en la generación del ayer. Su comienzo evocando la figura de Lorca es sensacional. Va recurriendo a letras míticas que un día hizo La Argentinita, como la de 'Los cuatro muleros', 'Las Morillas de Jaén', la del 'Zorongo Gitano' o la del 'Café de Chinitas'. Gusta la franqueza de su discurso, pues no cuenta más que canta, que es muy habitual en estos momentos por los que pasa el flamenco. Sutilmente se introduce en las sevillanas, santo y seña de una patria que siempre ha buscado la melodía del sosiego para evadir los pesares.

Por serranas nos recuerda el esfuerzo de una generación curtida en el campo y la vemos superior en los cantes del columpio, o bamberas, música nacida del folclore andaluz. Lo que los mozos le cantaban a las mozas en los momentos de esparcimiento. De todos los estilos que Gema regala en su actuación de Jerez destacamos la ejecución de los caracoles. Aquí es cuando su garganta se vuelve hierro y su fuerza se convierte en motor, en expresión de la fatiga que el cante obliga a tener. No es que el momento requiriese tal dramatismo, pero así ocurrió.

La presencia de Javier Patino se agradece, aunque sea sentado en un sofá. Gema llega a explicar que está sufriendo un "pinzamiento en una pierna", o lo que es lo mismo, un dolores muy fuertes en el cuerpo. "Debes ponerte bueno muy pronto, que tenemos mucho trabajo por delante", bromea la cantaora en una declaración de intenciones. Por momentos parece que nos encontramos en una jam session, por lo relajado del ambiente y la parsimonia musical que nos trae el violonchelo de Javier Morillas, así como la percusión de Raúl Domínguez. No molestan en ningún momento, y esa es la clave para que un elemento propio de otros géneros no desentonen en una propuesta de corte costumbrista como la que presenciamos en Compañía.

Gema Caballero acierta, porque lo hace todo con gusto. Suenan algunos reflejos de seguiriya, y convence en la malagueña a la que suma una serie de jaberas con el ritmo que faltaba en algunos instantes. Gema posee unas cualidades que consiguen convencer, y unas ideas tan claras como el aire de los pueblos andaluces, esos que tienen en su haber la mayor de las riquezas sonoras, el cante de la vida misma.

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