patrimonio

Pequeña ciudad imperfecta

  • Demandan más conservación para el Alcázar y la apertura de espacios

  • El edificio carece de plan director

La ciudad perfecta no existe. Pero hay una pequeña ciudad dentro de la gran ciudad que sí podría serlo. El Alcázar es, según los expertos, "el edificio civil más importante de Jerez". Perteneció a las antiguas fortificaciones de la ciudad, "era como una miniciudad dentro de la ciudad" que conectaba con el resto del recinto amurallado. Conviven en él espacios de diferentes épocas, desde la islámica, en las que se han ido haciendo numerosas intervenciones. "Desde el siglo XV, los Ponce de León lo reconvierten en un miniespacio dentro de otro con la Torre del Homenaje. Hay muchos añadidos. Al principio la muralla estaba hecha con tapial, aunque también hay ladrillo y piedra, materiales que se fueron añadiendo desde que se conquista la ciudad hasta la actualidad. Una suma de siglos a través de los cuales el Alcázar se ha mantenido", cuenta el historiador del arte y un gran conocedor del edificio Fernando Aroca.

Un monumento a merced de los tiempos. Del siglo XVI los documentos dicen que el edificio estaba hecho polvo, en el XVII se interviene en el foso donde se acumulaban los escombros, la basura.., un estercolero que también se extendía al resto de las calles. En el siglo XVIII se encarga a varios arquitectos toda la restauración de la zona exterior del Alcázar, entre ellos, José de Vargas, el primer arquitecto titulado por la academia madrileña de San Fernando y a quien se le asigna un sueldo vitalicio. Apoyos a lo largo de los siglos al que se suman en el XX los Díez, que tuvieron el acierto de conservar el palacio de Villavicencio (siglo XVII), restauración que se encargó al arquitecto Teodoro Anasagasti (Teatro Villamarta). De esa época, de 1926, es el enfoscado de algunos de los muros del monumento que hoy aún se pueden ver en algunas postales.

Uno de los grandes atentados de los que se salvó el Alcázar fue el hotel que se iba a desarrollar allí en los años 40 del siglo pasado. Un proyecto que eliminaba todo su interior y que ciertamente se cargó muchos restos arqueológicos. Los cimientos se tiraron. Se salvó. Una muestra del poco valor que se le daba entonces al patrimonio. El viento, el frío, la lluvia, el calor, la dilatación de los materiales van comiéndose la piedra, algo que se ve en algunas zonas de los muros del Alcázar. Un espacio, sin embargo, espectacular donde hacerse fotos para el recuerdo. Fuera, claro, porque hacerlo dentro sale por el 'módico' precio de 100 euros.

"Concienciarnos de lo que tenemos. A la sociedad hay que hacerle ver que el patrimonio es de todos y hay que conservarlo porque genera riqueza, empleo y forma parte de nuestra historia. Si nos la cargamos, ¿qué va a ser de nosotros?". El historiador destaca que el Alcázar "no se puede convertir en un espacio polifuncional, para todo. No estoy de acuerdo en que se celebre allí Vinoble, la Fiesta de la Bulería, el Gran Visir... Todo provoca un deterioro. Entiendo que se puedan hacer conciertos puntuales, como se hacen en los Alcázares de Sevilla, pero imaginémonos que en la Catedral se celebrase un mercadillo. Seguro que no se haría".

Otro testimonio pastiche es la puerta de entrada de visitantes al monumento que "hace que el Alcázar pierda el carácter de cerrado. ¿Quién ha visto un recinto amurallado cuyo interior se vea a través de rejas desde el exterior?", se quejan otros investigadores. Respecto al futuro del edificio, Aroca insiste en que habría que seguir "rehabilitando las torres como la del Homenaje, en la que se pensó hace años hacer un Museo de la Ciudad. Hay que acondicionarla ya que por dentro está recuperada. Está bien hacerlo todo de cara al turismo, pero al turismo hay que atenderlo bien y darle contenido. ¿Quién le dice el turismo que pasee por Juana de Dios Lacoste? Pues el Alcázar es una representación de todo lo que compone la ciudad para la que no hay proyecto ni plan director del patrimonio. Necesita una intervención integral de todo el recinto, no por partes". Un edificio de primer nivel falto de cariño y mantenimiento. "Hay que conservarlo como un espacio patrimonial de la ciudad de primer orden, abrir zonas nuevas para que se tenga una visión de conjunto".

El Alcázar llegó a tener 12 torres, con su foso y barbacana. Hoy se conservan siete. El exterior es una zona peatonal por la que sin embargo pasan coches de caballos. Contaminación acústica para el monumento que pasa desapercibida. Algunos desconchones en el exterior del Molino dan fe de un deterioro que puede parecer menor pero que habla por sí mismo. A pesar de todo, los niños, ajenos, son felices con su retrato junto al Alcázar. Piedra inmortalizada.

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