Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Navidad

Una ciudad de dulce 'navideño'

  • Jerezanos y turistas abarrotaron el centro en un día festivo marcado por el buen tiempo. La zambomba de San Miguel o el mercado del Nazareno, algunos de los atractivos.

Ni los descuentos del llamado 'Black Friday' de hace unas semanas ni las noches Blancas y Azules. La imagen que presentaba ayer el centro se asemejaba más a un día de Semana Santa sin pasos ni bandas de música. La Navidad jerezana está de moda porque sólo hizo falta que acompañara el tiempo para que el 6 de diciembre se echara la gente en masa a la calle como no se veía desde hace tiempo. Muchos habían acumulado ganas de calle durante el fin de semana, cuando más de uno cedió al viento y la lluvia y se enclaustró el pasado fin de semana en casa, cuando tenían lugar los primeros días de la segunda Feria de Jerez, la de las zambombas y los pestiños.

La que organiza la peña Colchonera en la Cruz Vieja es una de las celebraciones con más duende, y un año más les acompañó la buena suerte de que el cielo no tronara. A los pies del monumento a la Lola se arremolinaron cientos y cientos de personas, que asediaban los bares de San Miguel y disfrutaban del compás desde las dos de la tarde. Hubo ratos en los que no cabía ni media alma más, porque paralelamente se celebraban otras zambombas por el barrio, como la del Ateneo Cultural.

La imagen de la calle Larga fue espectacular a lo largo de todo el día. Y con el encendido del alumbrado la riada de personas se multiplicó. Bastaba con un papelón de castañas o con un cafelito para pasar el rato. Diciembre es el mes en que se hace el 'agosto' en Jerez. Desde la hora de la cervecita al de la última tapa de la noche, del Arenal a Cristina, de Plateros a la Cruz Vieja, el itinerario regaló de buen rato a jerezanos y turistas y, por consiguiente, ayudó a las cajas de esos hosteleros que aún buscan camareros o cocineros para atender a tantísima gente en días como el de ayer. Hubo quien no olió la oportunidad y no abrió sus puertas, pero esa es otra historia.

Un mercado de dulces en favor de las monjas

Otro de los reclamos del centro fue ayer el mercado de dulces navideños que se erige en la entrada de la capilla del Nazareno desde el lunes y hasta mañana jueves. "Lo que más se llevan son los pasteles cubiertos de chocolate, que son unas magdalenas que tenemos que reponer a cada momento porque se llevan las que tenemos aquí expuestas", contaba Manuela Pinilla, una de las voluntarias que atienden a la clientela y que pertenece a la hermandad del Nazareno.

Los dulces están hechos por monjas Clarisas de la calle Barja y de Madre de Dios, por las Agustinas de Santa Rita y por una congregación de Osuna. Estas últimas sólo aportan un manjar, los pasteles marroquíes, unos suaves bizcochos con yema que se deshacen al tacto del paladar, pero es de los preferidos. "Con lo que ganan en estos días, pueden subsistir varios meses del año. Nosotros en la hermandad no ganamos nada, vendemos los dulces al mismo precio al que se los pagamos porque lo hacemos para apoyarlas", explicaba Pinilla. "Mucha gente no conoce en qué conventos se pueden comprar estos dulces. Nosotros, al estar en el centro, conseguimos vender mucho en pocos días", secundaba otro voluntario, Javier Becerra.

Alrededor de una treintena de hermanos se han implicado en esta labor, dividiéndose en dos turnos diarios (el de la mañana, de 10 a 14 horas, y el de la tarde, de 17 a 21,30 horas) durante los cuatros días que se alarga el mercadillo. "Llevamos unos diez años haciéndolo y las monjas lo agradecen mucho". No es para menos. Sólo en la mañana de ayer, el mercado cerró la caja con unos 1.000 euros en ventas. "El tiempo ayuda, y hay mucho turista y mucho jerezano que pasa por delante y acaba entrando". Puso un ejemplo que deja claro el interés que levanta esta iniciativa: "Aquí se bajan autobuses enteros de gente que viene solamente a comprar", decía con orgullo Pinilla.

Los precios van desde los 3 euros de los surtidos de polvorones a los 7,5 del medio kilo de pestiños. "Una de las cosas más importantes es que estos dulces no llevan ni colorantes ni conservantes ni nada de eso. Aquí todo es artesanal y nos lo traen directamente desde el convento", explicaban. Aunque la pena es que "aún las monjas no saben hacerlos sin que engorden ni para la gente que tiene azúcar", lamentaba con sorna Becerra.

La oportunidad para probar el dulce navideño más clásico sin tener que hacer cola a las puertas de un convento dura hasta mañana. "Son cosas que no se ven normalmente. Mira estos mazapanes que nos traen, que tiene la forma perfecta de frutitas. Las monjas hacen cada dulce con mucho cariño, trabajan de una manera diferente", remachaba Pinilla.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios