Cultura

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  • El historiador Manuel Romero Bejarano publica con Almuzara una peculiar guía en la que analiza las iglesias y conventos de la ciudad... y mucho más

Manuel Romero Bejarano posa días atrás en las puertas de la Cartuja jerezana con su nuevo libro

Manuel Romero Bejarano posa días atrás en las puertas de la Cartuja jerezana con su nuevo libro / Vanesa Lobo

Los cartujos no comían carne, pero sí, a veces, pescado. Y en este género incluían el galápago, por eso de vivir en ríos y pantanos, cuya sopa "se regalaban el paladar en ocasiones especiales". Los criaban en una galapaguera oculta tras los muros de la Cartuja jerezana. Llegaron incluso a desviar "hacia su cenobio el agua que llegaba a la fuente de la Alcubilla para llenar la piscina" en la que se remojaban las tortugas. Lo cuenta el historiador Manuel Romero Bejarano en su último libro, 'Iglesias y conventos de Jerez' (Almuzara), en el que hace un pormenorizado análisis de 18 iglesias y 13 conventos jerezanos. Una obra cargada de detalles históricos, artísticos y anécdotas que sitúan además al lector en el contexto de la sociedad de la época. Un título imprescindible para conocer en profundidad el patrimonio religioso de la ciudad. "La verdad es que ha sido una obra a la que le he echado muchas horas porque había mucho que hacer", reconoce. Una guía de visitas que se divide en dos partes, por un lado se cuenta la historia de las iglesias y, por otro, la de los conventos, en las que el lector podrá identificar los detalles durante su paseo.

Una obra destinada al público en general, tras la que hay una gran labor de documentación. "He visitado cada una de las iglesias y monumentos, con mi libretita, que parecía Hemingway, con mi cámara... De manera que en el momento que se ha escrito, todo lo que hay queda reflejado aquí". Hay que destacar además que el libro dedica sendos epígrafes a iglesias y conventos desaparecidos, "que nadie hasta el momento había tratado en profundidad". De algunos de esos conventos no queda rastro. Por ejemplo, del convento de las Concepcionistas que había en la plaza del Progreso no queda nada, ni un cuadro; o del de la plaza del Banco, del que sólo se conserva el nombre de la calle San Cristóbal.

"Jerez era un disparate por el número de conventos que tenía. Si hay 13 que todavía existen, bien con comunidad o que su iglesia sigue abierta al culto, a ellos hay que sumarle 11 desaparecidos. Llegó a haber 24 conventos con una población de 30.000 habitantes en el siglo XVI". Se habla de la 'ciudad-convento', de una sociedad que estaba marcada por la religión desde que nacías hasta que morías. Pero había gente que aprovechaba este entramado de conventos para vivir bien, de la sopa boba. "Y es que España se dejó la vida por las luchas de religiones y el dinero que se invirtió. Pero llegó un punto en que se hizo insostenible y se prohibió que se fundaran más conventos. Conventos, algunos de ellos gigantes, como la Cartuja o Santo Domingo", cuenta Romero. Estos se mantenían con la dote fundacional, como la inmensa fortuna que donó a la Cartuja (1476) su fundador, Alvar Obertos de Valeto; con la limosna o con los derechos de enterramiento. Claro está, algunos con más ingresos que otros: mientras los cartujos encargaban quesos a Holanda, las monjas de la calle Barja pedían para comer. Un panorama de una ciudad en la que luchaban para sobrevivir. "Se dio el caso de que en el siglo XVII, con la llegada de unos frailes para fundar lo que luego sería el convento de Belén, se organiza una especie de protesta por parte de los frailes del Carmen que acabó en batalla campal porque le quitaban los recursos que tenían los cenobios ya existentes", relata el historiador.

Con prólogo de Enrique Soler Gil y dedicado a Fray Antonio Ruiz de Castroviejo, este no es un libro de anécdotas eclesiásticas y conventuales -aunque el autor estaría perfectamente capacitado para escribir un buen volumen con ellas-, "pero sí es cierto que las que cuento en esta obra acercan más aún al lector el monumento en sí y su historia". Entre ellas, el toro que se coló en una misa de San Miguel o de aquella extraña hermandad de La Paz de San Juan de los Caballeros integrada por miembros de mal beber. Romero recuerda que también otros autores, a lo largo de los años, como José Manuel Moreno Arana, Esperanza de los Ríos o Fernando Aroca, "han investigado mucho sobre estos monumentos, algo que se ve reflejado también aquí". Al respecto, pone también como ejemplo la "magnífica guía" 'Jerez, artística y monumental' (Sílex, 2004) de Pablo J. Pomar y Miguel A. Mariscal.

En la revisita que ha realizado el autor a los monumentos, Romero reconoce que el estado de conservación de los mismos es, "salvo casos, aceptable. Y es que si no fuera por la Iglesia, parte de nuestro patrimonio ya habría desaparecido porque cada vez hay más conciencia de que el patrimonio debe cuidarse, y eso se hace". Apunta que sí hay edificios que tienen una necesidad importante de recuperación, como el retablo de la iglesia de San Lucas y la iglesia del Carmen. Reconoce haberse impresionado en esta revisita con el convento de Madre de Dios y su rico patrimonio, y ha quedado un tanto decepcionado con la iglesia de San Pedro y las obras que se hicieron en los años 70 por derribar entonces una iglesia del XVIII. Y recuerda que la joya de la corona del patrimonio de la provincia de Cádiz es la Cartuja. "Sólo la fachada de la iglesia, que es lo mejor, es una obra de nivel mundial, de manual de Historia del Arte. Es un ejemplo perfecto de la fachada-retablo, preciosa, especialmente cuando le da el sol de la tarde". También ensalza el retablo de San Miguel y el relieve de la batalla de los ángeles. "Y todo eso lo tenemos aquí, al alcance de todo el mundo, al mismo nivel de quien va al Prado a ver Las Meninas, aun habiendo cosas magníficas en Jerez. Pero estas dos obras, insisto, son de primer nivel".

Y como en un disco que nunca quieres que acabe, el libro regala al autor un 'bonus track' con 'pasadizos, los de Jerez' en el que relata una serie de leyendas urbanas para contar en las noches de tormenta. Una 'biografía selecta' pone la guinda al pastel. "Desde el obispo a la última monja de clausura, del prior todopoderoso al último de los cofrade", a todos ellos agradece el autor "sus atenciones" para la elaboración de esta peculiar y fundamental guía en una biblioteca.

El libro se presentará el próximo 8 de junio, a las 21 horas, en los Claustros de Santo Domingo, dentro del programa de la Feria del Libro. Acto que estará introducido por el también historiador Fernando Aroca.

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