Cómics

El azote del cosmos

Lobo: El último czarniano. Alan Grant, Keith Giffen, Simon Bisley. ECC. 160 páginas. 16,95 euros.

Como nos recuerda Jorge García en el prólogo de Lobo: El último czarniano, "la primera aparición de Lobo tuvo lugar en la serie The Omega Men en junio de 1983. Esta cabecera -escrita por Roger Slifer y dibujada por Keith Giffen- giraba en torno a las aventuras de un grupo de alienígenas en el sistema estelar de Vega". Fue en la época anterior a Crisis en Tierras Infinitas, cuando DC, en serio retroceso frente a su competidora Marvel, probaba suerte con cabeceras que mezclaban la ciencia ficción y los superhéroes (además de la citada, se recuerdan joyitas como Camelot 3000 o Atari Force). Unos años más tarde, ya a finales de los 80 y con el universo DC totalmente remodelado, Giffen rescató a Lobo en las páginas de la Liga de la Justicia Internacional, donde "acentuó los rasgos humorísticos del personaje, lo cual disparó su popularidad entre los lectores".

El nuevo Lobo dejó de ser un cazador de recompensas velorpiano, para convertirse en un sanguinario y delirante mercenario, genocida, motero espacial y único superviviente del desdichado (otrora paradisíaco) planeta Czarnia. El personaje tocó una fibra muy de moda en la década de los noventa, la del antihéroe hiperviolento, en este caso con un punto paródico, y sus aventuras en solitario comenzaron en 1990, con la miniserie de cuatro números El último Czarniano. Giffen firmó el argumento, en tanto que los diálogos cayeron en las (afortunadas) manos del escocés Alan Grant. Los dibujos, por su parte, fueron obra del inglés Simón Bisley, un epígono de Bill Sienkiewicz, con especial talento para pintar cubiertas, que resultó ser el artista perfecto para el personaje. La especial química de todos ellos contribuyó al impresionante éxito de la propuesta, y El último Czarniano se mantiene como uno de los tebeos más cafres y refrescantes de la larga trayectoria del personaje. El tomo homónimo de ECC recupera la miniserie en cuestión, conjuntamente con The Lobo Paramilitary Christmas Special (1991), otro brillante delirio debido al equipo creativo por excelencia de Lobo.

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