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flamenco

El sueño de una noche de verano

  • Pedro Garrido 'Niño de la Fragua' estrena con 'cartel de no hay billetes' el disco 'Libertad condicional' en los Claustros de Santo Domingo

No suele habitual presentar oficialmente un disco el mismo día de su salida al mercado. Precisamente por eso, el público que en la noche del jueves acudió y llenó Los Claustros para ver en directo el estreno de 'Libertad Condicional', el primer disco de Pedro Garrido 'Niño de la Fragua', se mantuvo en vilo de principio a fin, expectante a cada creación expuesta por el joven cantaor jerezano.

No fue una noche más, ni una presentación cualquiera, fue, como él mismo reconoció durante el concierto, "un sueño hecho realidad", el sueño de una noche de verano que salió redonda y que marcará un antes y un después para la carrera de un artista que puede gustar más o menos pero que posee una personalidad que le hace diferente.

Durante hora y media, Pedro Garrido fue desmembrando con un directo fresco y bajo la perfecta sonorización de la empresa Masqsoni, un disco muy personal y que amoldado a su manera, a su forma de entender el flamenco, consigue captar la atención del espectador. Unas veces recurre a lo más tradicional, otras se acerca a otros lenguajes musicales, pero siempre manteniendo una línea y en un concepto que tiene muy claro, quizás lo más importante.

Comenzó por la raíz, los cantes de fragua, esos que ha vivido desde niño y que ha cultivado siguiendo el camino que abrió su abuelo Tío Juane. Martinetes y debla sirvieron para quitar la primera capa de una carta de presentación ideal y que domina.

Con la guitarra de Manuel Valencia, en ausencia de Manuel Parrilla que ha grabado este tema en el disco, el jerezano se adentró en los tangos, derrochando variedad estilística, desde Jerez a Cádiz, Triana y Málaga, desde la Niña de los Peines a Isabelita de Jerez. Valencia, exquisito, lo llevó en volandas en una primera demostración de su largura cantaora.

Prosiguió por malagueñas, pero no la convencional, sino la del Chato de la Venta, un estilo inhabitual en los cantaores de Jerez, pues requiere de enorme dificultad y un manejo de las modulaciones de voz muy complejo. Fue toda una exhibición, que remató por fandangos de Huelva y verdiales.

Por seguiriyas se apoyó en la virtuosa guitarra de Diego del Morao, que estuvo inmenso por alegrías, un cante que puso al público en pie. Aún faltaba uno de los detalles más significativos del disco, la zambra Yerbamala', "un regalo que me hizo un día Antonio Gallardo y que guardaba como oro en paño esperando este momento", explicó el cantaor.

Con el piano de Jesús Lavilla, el violín de Bernardo Parrilla y la percusión de Carlitos Merino, perfecto durante toda la noche, el Niño de la Fragua contó además con el baile de Macarena Ramírez, una escena que nos rememoró a aquellas protagonizadas por Lola Flores y Manolo Caracol.

Antes finalizar, el artista se acordó de Luis de Periquín y Rafael Lorente, y acto seguido se introdujo en el cante por bulerías, que en el disco aparece hasta en tres ocasiones. Con Juan Diego Mateos, el último en incorporarse, Manuel Valencia y Diego del Morao, Pedro Garrido se acercó a El Torta (espectaculares las letras de Lorente) y culminó su noche con una bulería "con tinte de tango argentino" en la que volvía a evidenciar sus ganas por ir más allá.

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