Después que resucitó el Señor Jesús, a la primera persona que se apareció fue a María Magdalena. Se acercó a ella y con una gran ternura le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras?" Siente cómo el Señor también se te acerca hoy Domingo y con una mirada de cariño también te hace la misma pregunta o sus semejantes: ¿Qué o quién te está robando la alegría? ¿Qué te hace sufrir? ¿Qué te hace sentir triste, o solo, o tal vez vacío? ¿Qué te está haciendo hundirte o tal vez quedarte a medias de lo que quisieras buenamente hacer? Responde sin tapujos y con total sinceridad a estas preguntas. Tómate unos segundos y piensa la respuesta antes de seguir leyendo…

Mira, cuando ese mismo Jesús nació, Dios mismo se encargó de montar un escenario para que quedase claro que Él quiere entrar en todos los corazones de la tierra sin excepción, y en especial en los más duros, sucios, fríos, perdidos o alejados que pudieran existir. Se hizo niño para que nadie tuviera miedo de cogerlo entre sus brazos, quiso entrar en el mundo a través de una joven sencilla y de la gente llana, quiso nacer en un pueblo insignificante que no salía ni en los mapas de aquellos tiempos, lo pusieron en un pesebre mugriento y simple que sólo estaba destinado a las bestias del campo. No hubo piedad ni acogida en la posada para ayudar a una muchacha primeriza en sus dolores de parto y, además, a los primeros que se anunció la buen noticia del Nacimiento de Dios en la Tierra fue a las personas más alejadas, menos religiosas y más analfabetas de toda la sociedad de aquel tiempo: los pastores. Al que criticaban porque se sentaba a comer con publicanos y pecadores, como tú y como yo, también quiere hoy nacer en tu vida. ¿Te acuerdas de la pregunta del principio? Pues bien, tu respuesta es el Pesebre donde el Niño Jesús quiere nacer para salvarte y curarte. Ese es el Belén donde nacerá el Señor. ¡Escucha! ¡Llaman a la puerta! Es aquella Mujer que va a dar a luz a un Niño Bendito. ¿Hay sitio en tu posada? Feliz Navidad.