'Chiqui Montero' salva el final de legislatura

La ministra de Hacienda define el relato con el que Pedro Sánchez comparecerá a las próximas elecciones

María Jesús Montero, en el Congreso.
María Jesús Montero, en el Congreso. / EFE
Juan Manuel Marqués Perales

13 de febrero 2019 - 12:32

María Jesús Montero (Sevilla, 1966) siempre estuvo allí. Ha sido la única consejera de la Junta que vivió el final del ciclo del PSOE andaluz en los gobiernos de Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz, y ahora le ha puesto el colofón, el sello final con el que el impresor cierra los libros, a la legislatura de Pedro Sánchez.

Con una intervención alentadora para diputados, militantes y dirigentes socialistas. Se ha medido con todos, incluido los principales líderes de la oposición, y ha marcado el difícil relato, pero el único posible con el que Pedro Sánchez comparecerá ante las próximas elecciones generales: el PSOE es el partido templado que ha intentado negociar una alternativa para Cataluña, pero ha sido abandonado por los extremistas separatistas y por un Pablo Casado y un Albert Rivera, tirados hacia la derecha ultranacionalista de Vox.

"Señor Casado, ¿sabe usted dónde está el milagro económico del PP? En la cárcel, el milagro económico del PP está en la cárcel". Después de perder el Gobierno de la Junta y tras las procelosas explicaciones de la vicepresidenta Carmen Calvo sobre el papel de los relatores en la historia, a los socialistas les ha llegado la intervención de Montero durante estos días como un soplo de aire en lo que era una habitación oscura y cerrada, sólo llena de malos presagios.

A María Jesús Montero, ministra de Hacienda, comenzaron a llamarla Chiqui en el Congreso, porque se le escapó el término en una explicación a unos periodistas, y es que las ministras andaluzas siempre han tenido que tener más cuidado que los ministros con sus expresiones sureñas. "Vaya mitin, esto no son las Tres Mil Viviendas de Sevilla, esto es el Congreso", le espetó la canaria Ana Oramas a la ministra en la sesión del martes.

No ha sido un mitin, pero tampoco un debate sobre el proyecto de Presupuestos. Ese ha sido el acierto de Montero, traspasar lo que iba a ser un debate técnico con una defensa política de su partido y del Gobierno de Pedro Sánchez, y lo ha superado, con su estilo peculiar, sí, pero capaz de medirse, a la vez, con Pablo Casado y Albert Rivera.

Aunque parezca ligera en sus expresiones, Montero es prudente en la política y, especialmente, prudente, superlativa, en los asuntos internos del PSOE. Cuando Susana Díaz estaba para irse de la Junta de Andalucía porque se suponía que iba a ganar las primarias socialistas, Montero era una de sus posibles sucesoras, pero improbable porque la dirección susanista hubiese elegido a su vicepresidente, Manuel Jiménez Barrios.

Montero optó por una monótona discreción, tanto en el Parlamento como en el Gobierno andaluz, a pesar de que algunos de sus compañeros trataban de echarle encima conflictos como el de la fusión hospitalaria de Granada. "Pobre, María Jesús", se oyó a más de uno, aunque la Montero era ya consejera de Hacienda, no de Salud.

Ahora que el PSOE ha perdido el Gobierno andaluz, su nombre volvió a ir de boca en oído como un posible relevo a Susana Díaz. Como también se ha escuchado el de Juan Espadas, alcalde de Sevilla, y con quien guarda una excelente relación. Pero no sucederá, lo de Andalucía va para largo. Como le ha recomendado un ex presidente de la Junta, "María Jesús, lo mejor que haces es quitarte de enmedio, huye".

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