Podrían promocionar una campaña de la Consejería de Turismo para esta temporada estival. El departamento que dirige Rafael Rodríguez debe estar encantado con ellos. Mariano Rajoy en Doñana, siguiendo la costumbre de sus antecesores en el cargo; el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, en Mojácar (Almería); el jefe de filas de Izquierda Unida, Cayo Lara, pasará unos días en Conil (Cádiz), y en esta misma provincia recalará la dirigente de Unión Progreso y Democracia (UPyD), Rosa Díaz, que visita con frecuencia esta zona de la costa andaluza, fascinada por sus playas. Mientas, la secretaria general del Partido Popular y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, se decanta por Andalucía Oriental, con residencia en Marbella. Su compañera de partido, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, es una asidua de El Puerto de Santa María (Cádiz)...

Todos ellos, y algunos más, sienten predilección por Andalucía, y no dudan en elegir esta comunidad autónoma como su destino en estas fechas. Alternan la estancia en su rincón favorito de Andalucía con otros en otras zonas del país, en la mayoría de los casos vinculados a su origen o a su familia, pero la visita a Andalucía no falla.

Menos aún, por razones obvias, en el caso de la jefa del Ejecutivo autonómico. No parece que entre en los planes de Susana Díaz ir más allá de las fronteras de la comunidad. La presidenta de la Junta alternará el trabajo con el descanso y el ocio. Tendrá una cita clave en el verano andaluz: la Feria de Málaga, que se celebra a mediados de agosto. La relajación tendrá un marco en el caso de la dirigente socialista: y también será la costa gaditana la zona elegida por Díaz para alejarse de sus tareas institucionales y del partido.

No obstante será, según parece, un verano sin demasiado sosiego para la mayoría de los políticos, de manera que la desconexión no podrá ser total. La agenda de casi todos ellos está cargada, y la proximidad de un otoño que se antoja fundamental en la preparación de las estrategias que se cocinarán en los fogones de las formaciones políticas de cara al año 2015 -municipales y autonómicas- , dificultará, cuando no hará prácticamente imposible, un alargamiento excesivo de las vacaciones. El año próximo es clave. Apenas habrá tiempo para la tregua.