Salvador Illa | Secretario general del Partido Socialista de Cataluña (PSC) y ex ministro de Sanidad

"El pensamiento mayoritario en Andalucía sigue siendo de centro-izquierda"

  • "La ciudadanía demanda una nueva política basada en los acuerdos", dice el líder del socialismo catalán

  • "La pandemia obligó a un esfuerzo colectivo de todos y creo que España respondió ante esa crisis con decencia"

  • "Los indultos a los líderes independentistas supusieron una medida de coraje político inteligente"

Salvador Illa gesticula durante la entrevista.

Salvador Illa gesticula durante la entrevista. / Jesús Marín

Salvador Illa (La Roca del Vallés, Barcelona, 1966) ha adquirido en los dos últimos años en el panorama nacional un protagonismo impensable poco tiempo antes. En el año 2020 tuvo que gestionar los momentos más duros de la pandemia del Covid-19 como ministro de Sanidad y en 2021 recaló como líder del Partido Socialista de Cataluña (PSC), ganando esas elecciones autonómicas pero sin poder gobernar por la unión del independentismo. Esta semana ha estado en Sevilla y Cádiz para insuflar ánimos al socialismo andaluz.

–Llega usted a Andalucía en un momento muy malo para el PSOE-A a la vista de lo que dicen todas las encuestas.

–Bueno, yo lo que digo es que, desde el respeto más absoluto a las empresas demoscópicas, las urnas aparecen vacías el 19-J. Además, cada vez está más claro que las campañas electorales son decisivas. Hay mucha gente que decide su voto durante la campaña o incluso el mismo día de las votaciones. Además, pienso que Andalucía sigue siendo una comunidad autónoma con un pensamiento mayoritario de centro izquierda, que valora los servicios públicos tan potentes que tiene y que reivindica su andalucismo. Y a mí me parece que quien está en sintonía con esto es el PSOE andaluz, que es un partido político muy arraigado y con mucha presencial municipal. Y además tiene de candidato a Juan Espadas, cuya forma de hacer política basada en la cercanía yo valoro mucho. En resumen, que a ver qué ocurre. Yo no doy nada por perdido.

–Siempre se ha dicho que Andalucía y Cataluña son los pilares históricos del socialismo en España.

–Y creo que los siguen siendo. Cataluña es lo que es gracias a Andalucía. La aportación de los andaluces al desarrollo de Cataluña ha sido fundamental. Son esa gente que se sienten catalanes, andaluces y españoles por igual. Son además dos territorios en los que el socialismo democrático ha tenido y creo que tiene una implantación muy importante. A partir de ahí, cada formación pasa por momentos. Es espectacular el periodo largo de tiempo de los socialistas al frente de la Junta de Andalucía. Y en Cataluña también hemos gobernado, aunque luego pasamos por un momento de dificultad.

–Una de las principales críticas de la oposición a Pedro Sánchez es su seguidismo o entreguismo con los independentistas catalanes. ¿Cómo lo ve usted?

–En unos momentos muy duros que se vivieron en Cataluña no hace mucho tiempo, los alcaldes del PSC, unos 120, estuvimos donde había que estar, que era al lado de al ley. Se podía decir incluso que en esos días difíciles el Estado en Cataluña lo representaban las alcaldías del PSC. Eso lo digo para los que vean algún elemento de seguidismo. A partir de ahí, nosotros hemos apostado por un camino de reencuentro y de diálogo en Cataluña. Me gustaría recordar que la última declaración de independencia se produjo con un Gobierno de derechas en España. Con los socialistas gobernando eso nunca ocurrió. Pero insisto en que nuestra apuesta política, la del Gobierno de España pero también la del PSC, es por el reencuentro y el diálogo pero siempre dentro de la ley.

–¿Y eran necesarios los indultos a los líderes independentistas y ahora el arrinconamiento del castellano en las escuelas catalanas?

–Creo que los indultos fueron una medida de coraje político inteligente, porque ha generado unos efectos muy correctos en Cataluña y en España. Es una apuesta de futuro para distensionar una situación que era muy complicada en Cataluña. Sobre el catalán, nosotros lo que hemos dicho y lo que venimos diciendo es que las resoluciones judiciales se tienen que cumplir todas, también la que hace referencia al uso del castellano. No queremos divisiones en las escuelas catalanas a costa del idioma y apostamos por una enseñanza pública en catalán y en castellano, con el catalán como centro de la misma pero con el castellano también como lengua vehicular. Éste es un tema muy sensible en Cataluña y a mí me disgusta muchísimo que unos y otros jueguen con esto como un elemento político. Porque defender el catalán no es atacar al castellano.

–Para lo bueno o para lo malo usted será siempre el ‘ministro de la pandemia’. Ya que estamos en la campaña electoral de unas elecciones andaluzas, ¿cómo valora la gestión de la Junta de Andalucía en esa crisis sanitaria?

–Yo mantuve un principio que no voy alterar y es que ni iba a entrar en provocaciones, ni jamás iba hablar mal de nadie en lo referente a la gestión de la pandemia. Desde el principio tuvimos claro que esto tenía que ser un esfuerzo conjunto de todos los españoles y que nos tocaba liderarlo desde el Gobierno, de acuerdo con las comunidades autónomas y tomando unas medidas muy complicadas. No entraré a criticar a una comunidad o a otra porque empañaría ese esfuerzo colectivo. Sí quiero aprovechar para dar las gracias una vez más a todos los españoles por su comportamiento en esta pandemia y de manera muy particular a los trabajadoresdel ámbito sanitario. Para todos fue un esfuerzo y creo que España respondió con decencia. No lo hicimos ni mejor, ni peor que otros países de nuestro entorno, pero lo hicimos con decencia. Una de las cosas que más me llamó la atención fue que, a diferencia de lo sucedido en otras zonas del planeta, aquí en España las vacunas llegaron a todos los rincones, incluso a las zonas más humildes, y que la gente la recibía no en función de su estatus social sino por motivos de edad o de vulnerabilidad, dependiendo del criterio de los expertos. Fue un ejercicio de igualdad y solidaridad.

–¿Cree usted que después de esta pandemia hemos aprendido la lección y ya todos somos conscientes de lo importante que es tener una sanidad pública potente y modernizada?

–Yo creo que sí. Tiene que quedar claro que las competencias en materia sanitaria las tienen las comunidades autónomas. Las del Gobierno de España son muy limitadas. Pero creo que hoy está muy asumido que la sanidad es un bien muy preciado y también que existe un consenso muy amplio sobre la necesidad de dotar a la sanidad pública de los recursos apropiados. A partir de ahí, que cada comunidad autónoma explique a sus ciudadanos qué hace con esos recursos, cómo los emplea y cómo los despliega.

–Cómo licenciado en Filosofía, ¿cómo valora la irrupción hace unos años de Podemos y el auge que parece tener ahora Vox?

–La segunda década de este siglo está marcada por la gran recesión de 2008, que desencadena una crisis económica y social sin precedentes. Y eso trae consigo una oleada de populismos, que son respuestas sencillas y demagógicas a situaciones complejas. Ahí está el ejemplo de Trump y su muro con México, o Gran Bretaña con el Brexit. Y en Europa surgieron populismos muy de derechas en el centro y en el norte y de izquierdas en el sur, como en Grecia o Italia. En España hay tres manifestaciones de populismos: Vox por la derecha, el primer Podemos por la izquierda, hasta que entra a gobernar en los ayuntamientos y descubre lo que es la realidad, y el independentismo en Cataluña. ¿Qué evolución va a tener esto? Yo creo que lo que la ciudadanía quiere es más unidad en Europa, por ejemplo ahora para hacer frente a la guerra y a la consiguiente subida de los precios. Y la gente demanda también una nueva política.

–¿Y en qué se basa esa 'nueva política'?

–Pienso que se asienta en cuatro pilares. El primero sería dejar la política del insulto e ir a la política del respeto. Esa violencia verbal tiene que cambiar. El segundo supone acabar con la política de la confrontación que tiene como ilustre personaje a Donald Trump. Hay que apostar otra vez por la política de los acuerdos, que exige mucho mas coraje político que la disputa. El tercer eje sería la política de la autoexigencia. En un estado compuesto como es España, con distitntos niveles de administración, hay que dejar eso de que la culpa es siempre del otro. Y el cuarto eje es abandonar la política de las identidades excluyentes. Porque se puede ser catalán y español al mismo tiempo.

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