El patrimonio íntimo y secreto de Cádiz
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El gaditano Ricardo de Castro publica una curiosa guía en la que recoge los lugares más desconocidos o con una historia sorprendente que salpican la ciudad
Una 'Cádiz insólita y secreta' para descubrir en la guía de Ricardo de Castro
"En este disco hay bastante salitre y también vientos marinos"

Decía Flaubert que dios (también el diablo, por otra parte) está en los detalles; quizás por ello el sello Jonglez, que comparte patria con el ilustre literato francés, se lanzó a editar una serie de curiosas guías “hechas por los habitantes de la ciudad y dirigidas a ellos o a sus visitantes habituales” en las que se abre los ojos a lo inesperado, a la pequeña sorpresa, a ese “patrimonio íntimo” que encierran las urbes y del que Cádiz es cofre privilegiado. Por ello, y como quinta ciudad de España, nuestra ciudad tiene ya su guía Cádiz insólita y secreta, escrita por el gaditano Ricardo de Castro.
“La editorial tiene unas líneas muy concretas para esta serie. Así, se trata de recoger lugares que sean desconocidos o secretos para la mayoría de la gente o que, aunque sean conocidos, tengan una historia insólita detrás”, precisa De Castro, también autor de Sevilla insólita y secreta (reside en la capital hispalense desde hace muchos años), que reconoce que este trabajo le ha sido “complicado” porque en Cádiz la lista de enclaves que reúnan estas características “es muy amplia”.
Así, a lo largo y ancho de “tres años”, el experto se enfrentó al proceso de investigación, documentación, cribado y redacción que ha iluminado esa Cádiz insólita y secreta que igual nos conduce a una esquina de la calle Sopranis para ver un guardacantón en forma de ancla, que se adentra en la Peluquería de los Santos de la calle San Miguel, que nos ofrece una revisión muy interesante de las pinturas de Abarzuza que pueblan el techo del Gran Teatro Falla y que están más cercanas “a la mitológica boda de Dionisio y Ariadna que a la alegoría del Paraíso, como tradicionalmente se piensa”, revela.
Y es que, aunque el autor es consciente de que “Cádiz es una ciudad de que la gente sabe mucho porque hay muchos especialistas y muchos vecinos que están muy interesados en su historia”, también aprecia “que a veces se repiten cosas que necesitan algún ajuste o se dan historias por sentadas, que a veces chocan un poco”. Por ello, a De Castro le ha interesado mucho esa “revisión de los espacios” o esa “otra lectura” que no sólo se realiza en los lienzos de la plaza Fragela, también en la historia más oscura de la Santa Cueva –escenarios de martirios que ya sorprendieran a autores como Blanco White–; la interpretación de los hechos que rodearon a la niña de la comunión que reposa en la Catedral de Cádiz; o la lectura crítica de la leyenda sobre la construcción de la Bella Escondida. “Bueno, algunas cosas serán más polémicas que otras que creo que es interesante poder aportar algo y no sólo quedarnos en un mero listado de espacios donde se repiten las mismas ideas”, argumenta.

De esta forma, el escritor recoge pero también analiza y, sobre todo, recomienda pasear Cádiz “dejarse pasear” por este recorrido inusual pero sorprendente. “Espero que le gusta la gente, que la gente la use, que encuentre cosas que le sorprendan. El enfoque que hemos usado es el de la investigación por la deriva, dejarse pasear y estar abierto a la sorpresa”, explica De Castro que para facilitar esta labor a los lectores utiliza un orden de disposición de los elementos geográfico.
“Lo prefiero a un orden cronológico, alfabético o histórico porque es más interesante que el lector vaya paseando y salte de un tema súper contemporáneo como puede ser la peluquería de los Santos a encontrarse a continuación con los vestigios fenicios de la ciudad o con una escultura italiana”, cuenta el isleño nacido en Cádiz que propone en su guía tres recorridos por la ciudad: De La Caleta a la Alameda Apodaca; De San Carlos a la plaza de Candelaria y De la Catedral a Puertas de Tierra.
Y en todos ellos, lugares y detalles para curiosos y gaditas avanzados: el grafiti en favor de la República, el blasón de O´Crowley, la aldaba de la mano y la manzana, el antiguo mareógrafo, la biblioteca subterránea, una bomba napoleónica, el relieve de la indígena, las farolas lisboetas, el mascarón genovés...
“... O el edificio de la Compañía Trasatlántica, que es el que ocupa la portada del libro, un edificio curiosísimo, con una rosa de los vientos de mármol impresionante, un recibidor de caoba y unos cristales con el logo de la compañía grabado que es una maravilla...”, precisa Ricardo de Castro, “orgulloso”, del patrimonio de las pequeñas cosas, “que es el patrimonio vivido de las ciudades”, que tiene Cádiz. Una ciudad donde lo insólito se siente como en casa.
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