Teta y sopa...

Mark Wahlberg, acompañado del oso de peluche que coprotagoniza la película de Seth MacFarlane.
Mark Wahlberg, acompañado del oso de peluche que coprotagoniza la película de Seth MacFarlane.
Carlos Colón

13 de agosto 2012 - 05:00

Ted. Comedia, EEUU, 2012, 106 min. Dirección: Seth MacFarlane. Guión: Seth MacFarlane, Alec Sulkin, Wellesley Wild. Fotografía: Michael Barrett. Música: Walter Murphy. Intérpretes: Mark Wahlberg, Mila Kunis, Seth MacFarlane, Giovanni Ribisi, Laura Vandervoort.

En 1971, Alberto Moravia publicó una novela titulada Yo y él, llevada dos años después al cine por Luciano Salce, en la que un intelectual fracasado y erotómano reprimido mantenía un largo diálogo con su pene, representado en la película por diversos símbolos fálicos (árboles, columnas, dirigibles, estatuas). Ted es más o menos lo mismo. Eso sí: trasladado de los años 70 al 2012, de Italia a los Estados Unidos y del novelista Alberto Moravia al productor, guionista y dibujante Seth MacFarlane. El pene parlante se convierte en un osito de peluche igualmente dotado de voz y, en este caso, de autonomía. El intelectual fracasado coleccionista de neurosis se convierte en el eterno adolescente tan corto de ambiciones (y de sesera) como de posibilidades que tanto juego da a la última comedia americana.

Teta y sopa no caben en la boca. La transgresión que el inteligente y hábil MacFarlane representa está calculada para triunfar en la sociedad neo puritana de la corrección política, que precisa de quienes la azoten. Eso sí, suavemente y con látigos de visón. Nada como celebrar transgresiones programadas y controladas para sentirse más liberal, progresista y tolerante. Las series televisivas de animación que han hecho la fama y la fortuna de MacFarlane -Padre de familia, American Dad y The Cleveland Show- representan, con mucha inteligencia en la dosificación de la grosería y la incorrección, este fenómeno. Lo prueba su éxito y el sustancioso contrato que renegoció con la Fox. Tanta sopa de dólares no deja sitio para que la teta transgresora quepa en la boca.

Ted es tan divertida como convencional en sus pretensiones de ser anti convencional. El osito es tan absurdamente fantástico y acumula tan caóticamente los vicios como el bebé Stewie Griffin y el perro parlante de Padre de familia o como el marciano Roger de American Dad. Marc Wahlberg compone muy bien la caricatura del eterno adolescente, prolongación y a la vez burla de los muchos que se han visto en el reciente cine americano. Las parodias de clásicos de cultura popular de masas y la cultura basura son desiguales en originalidad y gracia.

Esta desigualdad marca toda la película, lastrada por su pretensión de hacer equilibrios entre los universos de Apatow, Leslie Nielsen y las propias series de animación de MacFarlane, añadiendo a su supuesto humor ácido e irreverente unas gotas de almíbar que no la favorecen. Funciona, desde luego. Y tiene buenos momentos de comedia gamberra que obligan a reírse hasta a quienes les disgusta este subgénero, como sucede con la tosca eficacia de algunos chistes escatológicos de los que avergüenza reírse a la vez que es imposible no hacerlo.

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