Belle | Crítica

Adolescencia en el metaverso

Belle, 'idol' virtual en esta cinta de anime de Mamoru Hosoda.

Belle, 'idol' virtual en esta cinta de anime de Mamoru Hosoda.

Si no fuera por los trabajos de mis alumnos del Grado de Estudios en Asia Oriental, tal vez no tendría ninguna clave para adentrarme en el universo desdoblado que propone el nuevo filme de animación de Mamoru Hosoda, autor de El niño y el monstruo y, sobre todo, de esa deliciosa Mirai, mi hermana pequeña que revisaba el shomin-geki familiar desde una original incursión en el mundo de lo fantástico-infantil.  

En uno de esos trabajos de fin de Grado descubría precisamente el concepto de idol virtual que tan importante resulta para comprender no sólo la deriva inmaterial de la cultura pop japonesa en la era del simulacro e Internet 2.0, sino también ese concepto de comunidad fandom que sustenta desde el algoritmo de las RRSS esos universos paralelos donde el avatar y la máscara suplantan la identidad del usuario para proponerle una vía de escape en forma de personaje ficticio hecho a la medida de sus sueños o deseos más íntimos.

De todo eso, también del despertar romántico adolescente, de combatir el bullying o los abusos a la infancia, trata esta Belle que se mueve entre la realidad provinciana y el proceso de duelo de una adolescente retraída, las citas explícitas, canciones incluidas, a La bella y la bestia y ese metaverso pop donde, anonimato mediante, es posible superar y trascender los problemas y frustraciones terrenales para convertirse en una estrella adorada por las masas.

Belle viaja así entre una dimensión (dolorosa, traumática, tímida) y otra (fantástica, colorida, extrovertida y guerrera) dejando claro que Hosoda tiene hoy pocos competidores a la hora de imaginar y diseñar mundos y llenarlos de elementos, formas, texturas y colores pastel, aunque su película se resiente también de esa simplificación del tránsito adolescente y sus temas de actualidad en forma de estereotipos que, en su excesivo estiramiento, juegan también en contra de su generoso, desbordante e imaginativo despliegue iconográfico.