Shazam, la furia de los dioses | Crítica

A veces también para el cine-tebeo más es menos

Zachary Levi y Helen Mirren.

Zachary Levi y Helen Mirren. / D. S.

¡Shazam! (2019) fue una divertida, desvergonzada y paródica película que recuperaba como protagonista único a un veterano superhéroe creado en 1939 como Capitán Marvel, cuyos derechos adquirió DC Comics en 1972 y cuyo nombre cambió a Shazam en 2011. En realidad, no es la primera vez que es protagonista único: en 1941 su extraordinario éxito como el más popular superhéroe, ganando incluso a Superman, lo convirtió en protagonista de un serial en 12 episodios producido por Republic titulado Adventures of Captain Marvel, dicen que la más antigua película dedicada a su superhéroe de tebeo. Entre 1974 y 1977 tuvo su propia serie de televisión en imagen real. Y no faltaron las versiones animadas.

Este superhéroe y a la vez antihéroe, que me recuerda a nuestro Súper López, supuso el definitivo éxito en Hollywood del animador y youtubero sueco David F. Sandberg que saltó allí para convertir en largometraje su corto Nunca apagues la luz, posteriormente fue encargado de la precuela Annabelle: Creation y finalmente fue escogido por DC Extended Universe y Warner para rodar ¡Shazam!, cuyo éxito le ha permitido rodar esta secuela.

Dado que aquel éxito tenía mucho que ver con el tratamiento divertido, casi para público infantil, del personaje, en esa línea ha continuado incluso forzándola como si quisiera evocar las comedias fantásticas infantiles o juveniles de los 80 y los 90. Lo que ha generado una cierta polémica por esta infantilización, como si el universo de los tebeos estuviera condenado a la gravedad y el pathos. Es cierto que se puede infantilizar con gracia y encanto o sin ellas, y que en esta película no siempre se logra lo primero. Pero también es cierto que, siendo inferior a la primera entrega, seguramente por verse obligada a forzar los elementos del éxito de aquella multiplicando tanto a los chavales que se convierten en superhéroes más bien inexpertos al pronunciar la palabra conjuro shazam y como a los poderes a los que se enfrentan representados sobre todo por el trío de diosas hijas de Atlas formado por una voluntariosa Rachel Zegler (la revelación del desastroso West Side Story de Spielberg que ni tan siquiera The Fabelmans ha logrado que le perdone), Lucy Liu y una más bien desganada Helen Mirren, tampoco es cosa de pedirle mucho más que una diversión tan simplona en su planteamiento y como vistosa en su resolución digital, divertida si no se exige mucho y, por supuesto, con extraordinarias criaturas monstruosas y algún espectacular hallazgo visual a costa de la pobre Filadelfia.

El mayor reproche que se le puede hacer es haber inflado la gracia patosa de la primera al agigantarla. A veces hasta en el cine-tebeo de efectos especiales menos es más.

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