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Cómics

Ladrillazos de amor

  • La opinión es unánime, y es que esta edición de uno de los grandes e inmortales clásicos del Cómic es soberbia

Detalle de la ilustración de portada.

Detalle de la ilustración de portada.

Existe un lugar, no lo encontrarás en los mapas, y aunque guarda ciertas semejanzas con algún paraje sito en los Estados Unidos, tan solo podrás llegar allí de una manera muy especial. Ni en tren, avión o coche accederás a esos desiertos, aparentemente vacíos. Tu mapa tiene un formato inusual, y la brújula que usarás es, ni más ni menos, tu propia imaginación.

Bienvenidos al Condado de Coconino, lugar poblado por un puñado de criaturas, animales antropomorfos, entre los que destaca un una felina muy especial, cuyo cogote está ya más que acostumbrado a los golpes que el esquivo roedor Ignacio le lanza cada dos por tres, dejándola postrada, tumbada allá donde caiga, suspirando por su amor ratonil.

Sí amigos, ellas es Krazy, esa Gata Loca que muchos de nosotros conocimos a través del mundo de la animación, y que ahora, muchos años después, por fin podemos disfrutar de una edición que recoge sus andanzas (y las del resto de parroquianos de Coconino) y con la que su padre y creador, George Herriman, se encontraría más que satisfecho.

Pero antes de hablar de las virtudes de este formato, me gustaría presentaros a varios de los secundarios que componen este particular, divertido, poético y surreal universo, y que acompañan en sus andanzas a esta gata (o gato, obviamente), inocente, soñadora, con un vocabulario muy personal, sureña que bebe los vientos por el ratón Ignacio, padre de familia numerosa, que para poco en casa, y cuya sufrida esposa no sospecha de sus numerosas tropelías, que casi siempre terminan lanzando un ladrillo a la pobre Krazy.

Y hablando de ladrillos, la hucha de Kolin Kelly, que los fabrica de la manera más artesanal, debe de estar a rebosar, y siempre que puede se aprovecha del curioso ‘hobby’ de Ignacio, ese impulso que lo empuja una y otra vez a adquirir como sea el pesado objeto al que casi venera.

Aunque creo que no me equivoco al situar al agente de la ley, el policía B. Cachorro, como el olfato que (casi) siempre le sigue los pasos al escurridizo ratón, tratando de evitar sus constantes trastadas. Un tipo que se toma su profesión con mucha profesionalidad.

Claro está, en un Condado como el de Coconino nos encontramos con una pequeña representación de la burguesía local, como es el Conde de rebuscado nombre Dondiego Fermín Patagón, un sabueso que viste con elegancia y fuma los mejores puros que puede comprar.

El resto del dramatis personae es extenso, y nos vamos a topar con ellos a lo largo de las páginas que contiene este volumen, que reúne la producción de Herriman en los años 1916 y 1917. Ellos son Walter Cephus Avestruzo, Pato Tico, Don Koyote (otro ‘conde’), Joe Cigüeño, el frijol saltarín mexicano Wlli Mendoza, Bill Viejo Abejo, Willy Comadreja, Sancho Pancho, Bananito Manises, Marijuana Pelona… Y seguro que me dejo a alguno o alguna de estos originales y carismáticos personajes en el tintero, aunque no os preocupéis, ya que seguro que tras una piedra, un cactus o en alguna de las curiosas construcciones del lugar os los podréis encontrar.

Y ahora sí, ha llegado el momento, necesario, de las loas a esta tremebunda edición, que va a destacar en las estanterías de las librerías, ya que su enorme formato y colorido de su portada hará que nuestra mirada se dirija inconscientemente hacia ella.Además de tener tapa dura y páginas con el gramaje adecuado, en él vamos a encontrar una serie de textos, en los que el ínclito Rubén Lardín, uno de los ‘culpables’ de que esta edición sea tan única, donde va a recorrer la historia, la génesis de este cómic, nos hablará de sus protagonistas, además de presentarnos adecuadamente a su talentoso autor, el ya inmortal George Herriman.

Pero hay dos textos que destacaría. El primero de ellos, redactado con toda la sinceridad posible, nos presenta a Lardín aceptando la tarea de traducir este cómic, hecho éste que se convierte en un ferrocarril que está a punto de descarrilar y estrellarse en más de una ocasión, debido a la peculiar manera en la que los personajes de Herriman se expresan, y teniendo que tomar una decisión (muy acertada en mi opinión) a la hora de culminar su labor.

El otro escrito viene de la mano de Emilio Bernárdez que, con total sinceridad hace un recorrido por los mil y un problemas que ha tenido la labor de realizar esta edición definitiva de Krazy Kat que, a afortunadamente, a golpe de pasión y sabiendo rodearse de un ese magnífico equipo de compone La Cúpula Ediciones han logrado que tengamos en nuestras manos esta auténtica obra maestra del Noveno Arte, el Cómic.Y ahora sí, ajustaos bien la mochila y vamos allá, ¡el Condado de Coconino nos espera!

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