Personajes con sabor

Manolo Sarriá: Rosas rojas, margaritas amarillas

  • El título puede resultar tan sorprendente como nuestro personaje de hoy 

  • Más adelante, a lo largo de la narración, descubrirán que está totalmente justificado 

Junto al dueño del restaurante, Mariano Reche.

Junto al dueño del restaurante, Mariano Reche. / Javier Albiñana

Es posible que el título de esta crónica pueda sorprender a alguien, pero más adelante, a lo largo de la narración, descubrirán que está totalmente justificado. De cualquier manera, el título puede resultar tan sorprendente como nuestro personaje de hoy. Cerca de cumplir los 67 años, Manolo Sarriá continúa estando en plena forma, tanto física como mental. Cada vez que puede continúa con sus entrenamientos. Es un magnifico corredor y nadador, algo que le queda de sus años de competir como triatleta. “ Mientras me encuentre bien conmigo mismo y haga mi trabajo con honestidad, continuaré en el brecha. El público es el que manda por encima de todo. No se le puede engañar”. Hijo adoptivo de Alhaurin de la Torre, hace tan solo unos días ha recibido el premio Bandera de Andalucía que dedicó cariñosamente a su madre. Esto es tan solo una pincelada de todo lo que viene a continuación.

El RESTAURANTE

El interior del restaurante. El interior del restaurante.

El interior del restaurante. / Javier Albiñana

El día amaneció lluvioso –una alegría para nuestra ciudad– lo que invitaba a encuentro tan íntimo como después, gracias a la colaboración de nuestro invitado, así resultaría. Nos recibió el amigo Mariano Reche, con varias décadas a sus espaldas al frente del emblemático restaurante Lo Gueno. Su bonhomía habitual y el invitado tan especial que me acompañaba hicieron que se sintiera especialmente feliz. Eso, y la celebración por estas fechas del 50 aniversario del establecimiento. Enhorabuena a Mariano y a todo su equipo de profesionales por estos años de éxito. Inmediatamente nos puso en manos de su metre general, todo un veterano, el amigo José Torres, Pepe, como a él le gusta que le llamen. Juan Camarena, el jefe de máquinas en la cocina, se encargaría del resto.

EL INVITADO

Es nuestro invitado una persona que sobresale por muchas facetas en la vida, pero destaca por una muy especial: su sinceridad, algo que se agradece en los tiempos que corren. “Con mis sesenta y seis años a cuestas no estoy para andar con tonterías. No tengo ningún sueño por cumplir”. Y es que Manolo habla como solo pueden hacerlo las personas libres e independientes que solo tienen que rendir cuentas consigo mismo. Su locuacidad quedó patente cuando le insinué que los humoristas han sido considerado durante mucho tiempo como artistas de, llamémosle, “otra categoría”. “Pues lamentablemente tengo que decirte que sí. Parece que los humoristas no estamos en el rango que otros artistas, eso se nota a la hora de contratarnos”. Y le pedí que explicase un poco más. “En Málaga, por ejemplo, soy de segunda división. No para el público, no, el público me acoge siempre con cariño y entrega. Me refiero a los que mandan. Escucha esto: Nunca he trabajado en Málaga como figura, siempre como telonero de otro artista.

Sin embargo en ciudades como Madrid o Barcelona, por nombrarte dos del máximo nivel, siempre que voy se me trata como realmente creo que merezco después de cuarenta años de profesión. Es triste, pero es así”. “Si colocase en la esquina de una mesa mi curriculum, solo con mis trabajos en televisión, está se volcaría”. Y es que cuarenta años dan para mucho. Sus padres se preocuparon desde muy pequeño que tanto él como sus hermanos tuviesen la mayor formación posible, hasta el punto que, pasando por graves momentos económicos, su madre se vio obligada a vender todos los muebles de la casa para poder sacar la familia adelante. Y Manolo estudio Magisterio y más tarde entraría en la escuela de aprendices de Renfe –en la casa se necesitaban ingresos cuanto antes– y logró una plaza después de tres años de duros estudios. Treinta y un años trabajó en Renfe siguiendo la estela de su padre, q,e.p.d., que era maquinista en la empresa ferroviaria, Manolo “el maquinista”. Y me cuenta Manolo como su padre, cuando iba con el tren de maniobras al puerto, en llegando a las casillas de la playa de San Andrés detenía la máquina y rápidamente descargaba una buena cantidad de carbón y agua caliente que entregaba a la gente humilde de la playa que se arremolinaba agradecida alrededor de la maquina. Cuando menciona a su padre, Manolo traga varias veces. “Todos los meses, sin faltar uno, le llevo un ramo de rosas rojas. Le llevo esas flores porque mi padre era un hombre muy de izquierdas, muy comprometido con la gente. Así desde hace años. Y desde hace quince años también llevo flores a mi “compañero”, Juan Rosa. A él margaritas amarillas”. Y es que cuando falleció Juan Rosas, “El Pulga”, su inseparable compañero, no murió un cincuenta por ciento del dúo Sacapuntas, murió Sacapuntas entero. Jamás sustituyo Manolo Sarriá a su hermano, amigo y compañero. “No he vuelto a ver a nadie en un escenario con la vis cómica de mi compañero. Yo sabía que él entraba en escena porque nada más aparecer el público rompía a reír”.

Nunca se les subió el triunfo a la cabeza y tuvieron motivos para ello. "Cuando nos llamó Chicho Ibáñez para trabajar en el programa Un, dos, tres nuestra vida cambió. Jamás se volverá a dar que veinticinco millones de personas en España vean un programa". Es normal, en aquellos años solo existía la primera y segunda cadena de TVE, y era ese programa el de más audiencia de la época.

¿Te dan muchos golpecitos en la espalda? , le pregunte con cierta dosis de ironía. “No me deslumbran los premios, aunque no deja de ser siempre grato recibir un reconocimiento. A mi me interesa que por ejemplo me llame Pablo Motos para trabajar en el Hormiguero. Que después de tantos años siga haciendo humor fresco y actual, eso es lo que me importa”. “Nunca he recibido un premio en Málaga... Lo que más me gratifica es que la gente reconozca mi trabajo y me diga que cuando me ve actuar se olvida de las penas y de los problemas cotidianos, que pasa un rato agradable”.

LA COMIDA

Uno de los platos. Uno de los platos.

Uno de los platos. / Javier Albiñana

Como el día estaba, como antes indicaba, pasado por agua, y a nuestro invitado le gusta la cuchara, ordenamos una de las especialidades de la casa: gazpachuelo Lo Gueno. No se lo deben perder. Una verdadera exquisitez que Juan Camarena, al frente de la cocina, borda, como todo lo que pasa por sus manos. Pero mientras se preparaba tan elaborado plato, comenzamos con unas entradas compuestas de flamenquín, milhojas de queso y pate con una reducción de Pedro Ximenez. Espectacular. Acompañamos estos platos con un no menos espectacular vino de la tierra: La Depa, producido en Ronda de la mano de bodegas Lara. Merece una mención a parte. Una vez servidos los primeros entrantes, nos pusimos manos a la obra. No habíamos terminado con la milhojas cuando Pepe Torres se nos presenta con unas vieiras gratinadas que quitaban el sentido.

Uno de los platos. Uno de los platos.

Uno de los platos. / Javier Albiñana

No tuvimos más remedio que hace un descanso a la espera del gazpachuelo que sabíamos vendría más adelante y continuamos con nuestra interesante charla. Le pregunté a Manolo por lo que más detestaba de la sociedad. “Sin lugar a dudas lo que mas detesto es la mediocridad. Mira, si una persona con una formación mediocre ocupa un puesto de relevancia, y no te digo ya si es en política, irremediablemente, se rodea de gente aún más mediocre. ¿Sabes para qué? Para que nadie le quite su sillón. Es increíble pero es así. Te lo puedo demostrar cuando quieras”. “Y otra cosa que me irrita especialmente son los patriotas de pacotilla. Esos que están todo el día hablando de España, luciendo bandera – yo amo nuestra bandera, pero no la utilizo por conveniencia – y luego no tienen ningún pudor en llevarse el dinero fuera de España, y en ese grupo incluyo a muchos artistas y deportistas”. Como pueden comprobar no es Manolo una persona que se guarde sus opiniones ni sus sentimientos.

Por fin dimos cuenta de un extraordinario plato de gazpachuelo y como colofón una piña natural y fresca como el día, como nuestro invitado, que estoy seguro no dejará indiferente a nadie. ¿ Y el humor? El humor como dice Manolo Sarriá, es una cosa muy seria.

LOS VINOS

La Depa

El vino que escogimos para la ocasión tiene la fuerza y el carácter que nuestro invitado. Uno de los vinos, producidos en Ronda por bodegas Lara, dentro de su gama Tres generaciones. Este en concreto, La Depa. Este año ha sido, además, seleccionado como el Vino Tinto Oficial que representa la Denominación de Origen de Málaga y Sierras de Málaga. El Consejo Regulador de las Denominaciones de Origen Málaga y Sierras de Málaga ha anunciado los nuevos genéricos elegidos en cata ciega. Entre los seleccionados figura La Depa de Bodegas Lara.

Un vino con su propia historia. “Cuentan que durante la ocupación francesa, el amor de un sargento francés, Pedro Depon, por una mujer rondeña, le llevo a abortar una terrible explosión. Agradecido el pueblo rondeño, le regalo el vestido que serviría a su novia, La Depa, el día de su boda”. Un vino fresco y amable. Con personalidad. Su degustación nos resultó muy agradable. Muy recomendable.

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