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Julio Camba baila un bolero

  • La Fundación Lara y la Fundación Cajasol presentan los Premios Domínguez Ortiz y Manuel Alvar, una biografía del autor gallego y un ensayo sobre el vínculo del género musical con el pecado

Francisco Fuster y José Javier León, con sus libros.

Francisco Fuster y José Javier León, con sus libros. / Antonio Pizarro

Bolero. El vicio de quererte, de José Javier León, y Julio Camba. Una lección de periodismo, de Francisco Fuster, se suman al catálogo de obras "de referencia, perdurables, que se pueden leer más allá del año de publicación" del Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos y el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías, galardones que promueven la Fundación José Manuel Lara y la Fundación Cajasol y de los que se presentaron este martes sus últimos títulos. 

Para el editor Ignacio F. Garmendia, entre los hallazgos del trabajo de José Javier León está que "reivindica la cultura popular, un ámbito que siempre ha contemplado el mundo académico con prejuicios" y ahonda en la "significación literaria" del bolero y en cómo el género ha contribuido al "imaginario sentimental". Comparable, para el especialista, con las propuestas en las que autores como Manuel Vázquez Montalbán o Rafael Cansinos Assens se acercaron a la copla, Bolero. El vicio de quererte analiza "magistralmente" el "componente transgresor" y los "subtextos" de estas composiciones, que propusieron a su modo "una religión inversa", una "poderosa vía de escape frente a la moral burguesa". El ensayo, prosigue Garmendia, también sobresale por una prosa "chispeante" que contrasta con la "escritura correcta" en la que se aplican otros estudios "sesudos".

Asimismo, el editor aplaude "el pulso narrativo y la capacidad de síntesis" con que Fuster retrata a Camba, "una personalidad esquiva, muy reticente a hablar de sí mismo", maestro de Manuel Chaves Nogales y Josep Pla, "que eran de una generación posterior", periodistas que supieron convertir con su labor en la prensa las "impresiones pasajeras en estampas perdurables".   

León, doctor en Literatura Española por la Universidad de Granada, responsable de  la primera edición crítica de la conferencia Juego y teoría del duende de García Lorca y autor de libros como Ecos de la tauromaquia de Sánchez Mejías en García Lorca Burlas y veras del 22, reconoce al comienzo de su obra la implicación sentimental que siente hacia los boleros, un repertorio del que su padre cantaba Ya no estás más a mi lado, corazón, aquello de que un amor puede contener "todo el bien, todo el mal", estribillo que un León ya adulto evocará como el vestigio de un tiempo de dicha ya irrecuperable.

"El bolero es un baile democrático, no requiere grandes alardes, como le ocurre al tango", defiende José Javier León

El granadino admitió que llevaba décadas preparando este libro, desde que una profesora amiga lo invitó a su clase cuando era un veinteañero para que disertara ante sus alumnos sobre la grandeza del bolero. "Aquello fue el germen", considera el escritor, que matiza que su ensayo no articula "una historia del bolero", tampoco "un repertorio de letras" como el que publicó Carlos Monsiváis. León vincula los boleros a las prohibiciones del catolicismo con respecto al sexo: descubrió que muchas de las canciones planteaban una respuesta a los mandamientos sexto y noveno, los que rechazan "cualquier tipo de práctica sexual no dirigida a la procreación". 

Para el investigador, el bolero "pertenece a la gran tradición de la poesía amatoria occidental", pero León subraya otro parentesco literario, el modernismo. "El primer libro de Rubén Darío nace casi al mismo tiempo que los boleros", defiende el autor, que no ha querido "hacer una obra académica. No rechazo lo erudito, pero me interesaba ir más allá esta vez". Entre las anécdotas y los relatos que hilvana León se recoge cómo Isolina Carrillo escribió Dos gardenias tras "una discusión de campeonato" con su novia, aunque la leyenda prefirió inventarse otras historias para encubrir el lesbianismo de la creadora. "El bolero es un baile democrático, no requiere grandes alardes, como le ocurre al tango. Yo busco que esta propuesta llegue a la gente, y que no sólo la lean, sino que también la canten y la bailen", afirma León.

"Un biógrafo es como un cocinero: debes mezclar ingredientes, pero no pasarte. Para mí era importante la síntesis", dice Fuster

Fuster, por su parte, abre su retrato de Camba con una cita de Joseph Roth que bien podía haber firmado el gallego: "No soy una guarnición, ni un postre. Yo soy el plato principal. No escribo glosas ingeniosas. Yo pinto el retrato de esta época. Ese debería ser el trabajo de cualquier gran periódico. Yo soy un periodista; no un reportero; soy un autor, no un editorialista".  

El profesor de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Valencia, que quiso dedicar su premio a sus compañeros de oficio, "que se pasan la vida investigando, en las bibliotecas, y algunos se jubilan sin ningún reconocimiento", cree que a Camba le perjudicó "no formar parte de ninguna de las generaciones que se estudian habitualmente, la del 98, el 14 y el 27", lo que le propició el "purgatorio" y el "silencio de más de 50 años" que sufrió el periodista tras su muerte, junto a las "malas ediciones" que tuvo su obra. Camba le ganaría la batalla al tiempo, sostiene el especialista, porque "más allá de los gustos personales, todos coincidimos en que se trata de un autor distinto a los demás. Nos cuesta definir qué es eso que le hace diferente, pero reconocemos que sus artículos tienen algo especial". 

Camba, con ese humor personalísimo y deslumbrante que gastaba, se negaba a aclarar los componentes de su fórmula: "El secreto", escribió, "no está en meter toda la antigüedad clásica en una columna o columna y media de periódico; como tampoco está en hacer una especie de almacén de bellezas naturales a la manera de Suiza. ¿No ve usted que el catálogo del British Museum sería, con ese criterio, el libro más admirable del mundo? No, amigo y compañero. El secreto no es ése. El secreto es un secreto", una cita del autor de La aventura de una peseta La casa de Lúculo o el arte de comer que recupera Fuster en su libro. 

Fuster asegura que otros biógrafos "citan sin cotejar" y él ha ido "a las fuentes primigenias. En la Fundación Francisco Franco, por ejemplo, decían que Camba había sido falangista, yo les pregunté si me podían pasar algún documento que lo demostrara, y acabaron borrando el dato", expone el investigador, que repasa la singladura de su protagonista desde la concisión. "Yo podía haberme parado a describir cómo eran París o Londres en el tiempo en que fue corresponsal, pero pienso que un biógrafo es como un cocinero: tienes que mezclar los ingredientes pero no puedes pasarte con ninguno. Yo en esas semblanzas de 400 o 500 páginas me pierdo", dice el profesor, que asegura "cerrar un ciclo" y despedirse de Camba con este libro tras años sumergido en su obra y su vida. "Te encariñas con los personajes, es inevitable. Convives con sus hábitos, con sus obsesiones. Ahora me toca decirle adiós", concluye un autor que tiene ya nuevo objeto de estudio, Azorín.  

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