'Los contemplativos'

“Toda buena ficción es un canto al Misterio”

Pablo d'Ors.

Pablo d'Ors. / Paco Marín

Pablo d’Ors (Madrid, 1963) ha hecho de la trilogía un modus vivendi (sacerdocio, escritura, meditación). Todo en él parece trilógico. Nos explicamos. Este cura, nieto del intelectual Eugenio d’Ors y ex asesor cultural del papa Francisco ("un representante del maligno en la tierra", según el candidato Javier Milei a la presidencia de Argentina), es autor de una vasta obra literaria y ensayística que ha ido cimentando por trilogías (las del Entusiasmo, la Luz, el Fracaso y la Ilusión).

Su más reciente entrega es la que sigue, Los contemplativos. Responde a siete relatos acerca del autoconocimiento, lo que viene a abrochar su Trilogía del Entusiasmo. A través del cuerpo, el vacío, la sombra, la contemplación, la identidad, el perdón y la vida cotidiana, el autor define su libro como "una poética de la transformación" y "un curso de mística en forma de relatos". No olvida a su gran mentor, el jesuita húngaro Franz Jalics, autor de Ejercicios de contemplación. Los contemplativos es una suerte de narración literaria que parte de Jalics y bebe también del zen, los padres del desierto y el cristianismo de tradición occidental.

El lector versado en la obra de Pablo d’Ors hallará pistas autobiográficas en estos relatos. Quizá haya querido contemplarse a sí mismo para compartirlo. ¿No es en parte la literatura un ejercicio de egolatría? "No lo es para mí. Escribo no desde el ego, o yo superficial, sino desde el Yo profundo. Cuando lo consigo descubro que lo más personal es universal. Es el milagro de la literatura. Mis libros no son autobiográficos, sino auto-ficticios. Eso significa que casi nada de lo que se cuenta en ellos es histórico, pero que todo es verdad. El escritor de ficción trabaja con la memoria: recuerdos y experiencias. La imaginación lo fabula y lo recrea". Añade que sí, que los libros se parecen a él. Si a un lector no le gustan sus libros lo que está diciendo es que "no me gustas tú".

Los personajes de estos siete relatos parecen ser interioristas. Dicho sea en el mejor sentido. ¿No intentan recomponer su interioridad en este mundo? D’Ors matiza. "Yo no los llamaría interioristas. Son contemplativos. Empiezan a comprender que todo se juega en sus adentros: la realidad nunca es problemática, el único problema somos siempre y solo nosotros. No hay que trascender esta vida para ir a otra Vida. Vida sólo hay una, y esa Vida, ese Reino, lo podemos gozar ya Aquí y mis personajes lo están descubriendo" (las enfáticas capitulares son del autor).

En Iniciación al vacío, un loft en el barrio madrileño de Tetuán podría remitir al vacío gozoso y espiritual. En Biografía de la Luz se hablaba de la casa interior, donde Dios sería el vacío, Cristo el orden y el Espíritu Santo la armonía. "El vacío (económico, laboral, existencial) es siempre incómodo. Si no huimos de él, si nos escapamos hacia dentro y hacia arriba, entonces se nos revelará como otra cara de la plenitud. La iluminación es la sombra alumbrada. No hay luz sin sombra".

Portada de 'Los contemplativos'. Portada de 'Los contemplativos'.

Portada de 'Los contemplativos'. / D. S.

Pues, precisamente, acudimos ahora al cobijo de lo oscuro. Hablamos de Biografía de la sombra. Un relato no poco inquietante, a partir de la figura de Lois Carballedo, joven talentoso del violín becado en Alemania. El lector podría no saber a dónde se quiere llegar. "Me gusta mucho que pueda parecer inquietante. Era mi propósito suscitarlo. Nunca sabemos a dónde nos va a conducir la vida. La gente quiere que se le diga lo que hay que hacer. En Los contemplativos esto no se encuentra. La ficción no transmite certezas, sino la sabiduría de la incertidumbre. Toda buena ficción es un canto al Misterio".

Nos ponemos ahora en modo On: contemplemos. En Torre de observación, dedicado a la contemplación, se dice que 1) Mirar el propio rostro es ver el rostro de Dios, 2) El dolor purifica al ser humano (resistirse al dolor lo recrudece y agita), y 3) La contemplación verdadera todo lo acalla, la mente se difumina y por la belleza descubrimos que todo es efímero. Díganos, ¿por donde empieza uno a contemplar? "Empiece por donde quiera, pero empiece. No es un chiste. Por aunar las tres cuestiones, yo diría que, si contemplas, te encontrarás con tu dolor. Si miras amorosamente a ese dolor, te encontrarás con tu verdadero rostro, con tu identidad más profunda, que no es otra que la de Dios. El autoconocimiento es, en última instancia, conocimiento divino".

Otro relato, con toque de erotismo lésbico, también podría parecer inquietante: Casa giratoria. Se plantea aquí la inmersión en otra realidad paralela, como trascendida. La "danza meditativa" que propone Estrella a su amiga Tina, ¿no se parecería a la danza de los locos? Para el autor, hablar de tanto relato inquietante nos llevaría a un homenaje a Cortázar, "el escritor inquietante por excelencia". Mejor decir misterioso que inquietante. "Mi relato es una narración muy, muy misteriosa. Pretendo que el lector participe, como las dos mujeres protagonistas, en la danza de Shiva. El tema de fondo es el nuevo paradigma de la realidad, la interioridad. Entiendo que pueda verse como locura el enfrentamiento entre Tina (la mente) y Estrella (el alma). Lo que pasa entre ellas es lo que nos pasa en nuestro interior continuamente. En nuestra cabeza hay dos: siempre estamos hablando con nosotros mismos. Hablo en el relato de esa nostalgia, muchas veces dolorosa, que tenemos de un mundo dual".

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