José Joaquín Rojas dejó el maillot verde de líder de la clasificación por puntos que se había vestido hace dos días por culpa de una decisión de los jueces, pero el murciano tiene el objetivo claro de entrar con esa prenda en los Campos Elíseos de París. El año pasado, en su primera participación en la ronda, quedó cuarto de esa clasificación y ahora la mira con ganas de lograrla. Por tercera vez en el Cabo Fréhel subió al podio para vestirse con el verde y, por segunda acabó tercero de la etapa, puesto en el que también cruzó la meta de Redon.

En esta ocasión el verde que le pusieron al final de la etapa se lo quitaron unos minutos más tarde. La pelea del sprint especial le valió una maniobra violenta, demasiado a ojos de los jueces, con Boonen. La decisión fue tajante. Le descalificaron de ese puesto y le quitaron unos puntos que le dejan por detrás del belga Philippe Gilbert, segundo de la jornada.

La pelea será cerrada hasta el final, porque el número uno de la clasificación de la UCI tiene sólo ocho puntos de ventaja, nada comparado con todo lo que queda por delante.

Rojas viene con ganas de pelear. Contra todo y contra todos. De momento, en la pugna con Boonen se dejó unas cuantas plumas. También se rozó con Alessando Petacchi cuando tomaba posiciones para el sprint final.

De todas esas peleas la conclusión es que Rojas está concentrado para acabar como líder de la regularidad, un extremo que confirma el director del equipo Movistar, Eusebio Unzúe.

"El año pasado nos quedamos cerca y vimos que lograrlo al final del Tour era algo posible, así que es uno de los objetivos de esta edición junto con la consecución de alguna etapa", afirmó Unzúe.

La etapa de hoy puede servir para los dos fines. Un repecho poco antes de llegar a la meta puede dejar fuera de combate a buena parte de la competencia de Rojas que, superada esa dificultad, puede revelarse como uno de los mejores llegadores.