Fútbol l Liga de Campeones

Planeta Messi

  • El argentino, en una exhibición para la historia, pulveriza con cuatro goles al Arsenal y clasifica para semifinales a un Barcelona que se acerca al Santiago Bernabéu

Enorme, maravillosa, superlativa, histórica, insuperable, indescriptible, memorable. Los adjetivos se quedan cortos para describir la exhibición que Leo Messi dio ayer en un Camp Nou abarrotado que se frotaba los ojos como si no se creyese lo que estaba viendo.

Un recital de fútbol, un póquer de goles de la Pulga, el crack con mayúsculas, el mejor jugador del planeta, el que probablemente se convierta, si no lo es ya, en el mejor futbolista de la historia, colocó al Barcelona por tercera vez consecutiva en la semifinales de la Liga de Campeones.

Los que ayer estuvieron en el estadio, los que lo vieron por televisión recordarán el 4-1 del Barcelona al Arsenal por todo lo que hizo Messi. Arsene Wegner y sus muchachos, sin duda, también.

Y eso que el Arsenal llegó con la lección aprendida al Camp Nou. En el Emirates quiso jugarle de tú a tú al Barça y sólo la milagrosa actuación de Almunia lo salvó de recibir una goleada histórica en su propio estadio.

Wenger pensó que anoche, sin Cesc, Arshavin ni Song, osar disputarle de nuevo la hegemonía del balón al campeón de Europa hubiera sido prácticamente como entregar la eliminatoria. Así que disfrazó a su Arsenal de equipo menor, con las líneas muy juntas, Diaby persiguiendo a Xavi por todo el campo y los puntas presionando a Márquez y Milito para complicarles la existencia cada vez que querían sacar el balón jugado.

De este modo, los gunners, agazapados atrás, esperaron su momento en busca de un gol de estrategia, de una contra milagrosa que sembrara la incertidumbre en el Barcelona y pusiera patas arriba el 2-2 de la ida. Y esa contra llegó pasado el cuarto de hora. Un contragolpe que estuvo precedido de una clarísima falta de Diaby a Milito que el colegiado alemán Stark no pitó permitió la internada de Walcott y el doble remate del gigantón Bendtner que volteaba la eliminatoria.

Pero no hay planteamiento táctico ni gol, por injusto e inesperado que sea, que pueda neutralizar a un jugador como Messi. El argentino tardó tres minutos en neutralizar el gol británico y darle la vuelta al partido.

Primero fue un obús desde la frontal; poco después, una precisa definición dentro del área; y luego, la culminación de una contra con una vaselina antológica. Entre gol y gol, un repertorio inagotable de quiebros, cambios de ritmo y remates que no entraron por poco.

Él solito descompuso a un Arsenal que empezó muy serio y ordenado atrás y que acabó la primera mitad descentrado, nervioso y abusando del juego tosco. Él solito decidió que el partido se acababa en el minuto 37, cuando ya había hecho tres y los gunners deambulaban como alma en pena.

La segunda parte no tuvo historia. Guardiola quitó a Bojan para reforzar el centro del campo con el hercúleo Toure Yaya, el Barça quitó el pie del acelerador y cedió algunos metros al Arsenal, que, con poco fondo de armario, no pudo cambiar el signo del choque.

Un par de tiros desviados de Rosicky y Bendtner y alguna acción interesante de Pedro fue lo más destacado hasta la reaparición de Messi, que puso el epílogo con un gol de garra, de hambre, de esos que marca cuando parece que está jugando en el patio del colegio. La exhibición de Leo fue tan grandiosa que lo eclipsó absolutamente todo: la lesión de Abidal, la reaparición de Iniesta, el enorme partido táctico de Busquets o la perfecta dirección de Xavi. Pero la sombra de los genios siempre es alargada. Y Messi es el mayor genio que ha dado el fútbol en muchísimos años.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios