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Tercer empate en el Nuevo Mirador

  • Al Algeciras le falta destreza en ataque para lograr la victoria ante un Lucena que se conforma con el punto

¿Vaso medio lleno o vaso medio vacío? Medio vacío. El tercer empate en casa de la temporada, ayer ante un Lucena que buscó ese punto cuando no dio para otra cosa, no es para poner el grito en el cielo pero tampoco es para reirle la gracia. El Algeciras tiene que exigirse más cuando juega entre las cuatro gradas de su estadio. El objetivo de la permanencia así lo requiere y aunque el Nuevo Mirador una contienda más siga sin ser derrotado, el balance de seis puntos de doce se antoja insuficiente.

En ningún momento el partido fue bueno, predominó lo espeso y lo impreciso sobre lo brillante, en un enfrentamiento con arritmia al que sólo lo hizo más atractivo para el espectador el hecho de que estuviese abierto. Al Algeciras le faltó destreza en su ataque, ayer gris casi sin excepción.

El conjunto de casa se recompuso de las bajas como se esperaba, con Berlanga de central e Iván acompañando a Javi Chico en el mediocentro, aunque el capitán estuvo cerca de la defensa y tuvo que trabajar más en la contención que en la creación y eso terminó por notarse. El Lucena, que dejó la portería a cero por cuarto partido consecutivo, es ese rival que ni come ni deja de comer, incómodo, que mina con trabajo la moral de su rival y que juega con cualquier elemento para no perder el control y terminó por perder tiempo.

En el banquillo, poca pólvora. Sólo Parada, Mario, Borja y Ayala. Javi Fernández, otra vez, desperdiciado en la grada. Manolo Sanlúcar ni siquiera agotó los cambios, anuque el primero dio energía a la banda derecha con la entrada de Borja y la retirada de un Alfaro trabajador pero poco concreto en sus acciones.

En suma, el Algeciras, con nueve puntos, sigue a cuatro del descenso y a tres de la promoción. Hace falta un empujón para que el peligro no se acerque.

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