El partido de ayer fue un bálsamo para el Xerez y para algunos de los jugadores azulinos. Es el caso de Íñigo Vélez, un futbolista que estaba siendo muy discutido hasta el momento y que demostró que, más allá de hacer goles, es capaz de hacer en un encuentro oficial todas esas cosas buenas de las que hablan sus compañeros desde la pretemporada.

En este caso jugó bien de espaldas, asistió y marcó. No se puede pedir más. Y eso que enfrente estaba un futbolista experto como Abraham Paz, que llegó al Cartagena con la intención de repetir su exitoso paso por el Hércules, con quien consiguió un ascenso a Primera y que ahora está más cerca de Segunda B que de cualquier otra cosa.

Muy completo el partido de Vélez, al que desde el inicio se le vio con chispa, como si se hubiera hecho con una de las pastillas que toma Bradley Cooper en la película Sin límite, ésas que le daban una clarividencia fuera de lo normal. Ayer todo le salía al vitoriano, que intervino con mucho acierto en el primer gol con un excelente pase a Campano. Y repitió pocos minutos después, con un sombrero incluido, para dejar solo a Capi delante de Reina.

Paz forma parte ahora de un equipo con aspecto cadavérico y así es muy complicado que pueda brillar un futbolista que siempre se ha caracterizado por ser un defensa con muy buena colocación y un destacado desplazamiento de balón. Pero ahora no juega en un equipo sólido como aquel Cádiz de Espárrago ni tampoco en el Hércules de Esteban Vigo, sino en un conjunto que no juega a nada, que no presiona y que, sobre todo, no cree en lo que le pide Javi López. Se pudo llevar cuatro goles en el primer periodo y, visiblemente enfadado, se llevó una amarilla por su frustración.

El Xerez es uno con José Mari en punta y otro con Vélez, al menos en lo que respecta al presente. El sevillano está en un mal momento y el jugador llegado del Numancia parece ahora más vivo, más ilusionado y dándole al equipo lo que necesita. Esa pausa para retener el balón y mucho remate.

La segunda parte ofreció más de lo mismo. El vitoriano y el portuense aparecieron menos porque el balón lo tenían los centrocampistas del Cartagena, aunque carecieran de profundidad. Sin embargo, Vélez seguía inspirado, estaba sembrao, que diría un castizo y en más de una ocasión volvió a mostrar su capacidad para darle el balón al compañero siempre en ventaja, interpretando a la perfección el juego.

Además, en este caso el fútbol fue justo con él y le dio el premio del tercer tanto, en el que se mostró como un delantero con intuición y con calidad para leer una mala cesión de Paz y para driblar al portero en un palmo de terreno. Paz quería abarcar mucho y salía con el balón controlado e incluso se animaba para subir a rematar. Viendo lo mal que está su equipo, se siente en la obligación de hacer un poco de todo.

Vélez, además, pudo llevarse la afición del xerecismo al salir de campo. Que no sea flor de un día.