Volvió a perder en el Fernández Marchán un Guadalcacín que ni por asomo se pareció al de los últimos partidos en casa, donde había mejorado con el juego raso y por bandas: ayer volvieron a aparecer los pelotazos descontrolados que dieron ventaja a la defensa visitante y el juego deslavazado, a impulsos, arreones que no fueron suficientes para impedir que el Écija, pese a jugar en inferioridad numérica los últimos veinte minutos, se llevase el botín de los tres puntos del coso guadalcacileño.

Tres puntos gracias a apenas tres minutos en el arranque de la segunda mitad, fatídicos para el Guada y en los que los astigitanos aprovecharon los errores locales para voltear el marcador. Porque el equipo de Ismael había hecho lo más difícil, adelantarse en el marcador, pero el gol de Martel erstó ambición a los locales, que pagaron caro su conformismo. Y lo de siempre, se repitió la historia con un equipo que paga carísimos sus despistes: dos fallos costaron los dos primeros goles y a partir del 1-2, el Guada fue un quiero y no puedo...

Ismael repitió con Luis Castillo para suplir la baja de Diego Galiano en el eje de la defensa, repitió con Topo en el lateral derecho y apostó por Juanma Carrasco en el flanco izquierdo, buscando la verticalidad del zurdo en ataque. En la sala de máquinas, con Alfonso como pivote y Jesús y José Vega en las bandas, Martel y Adrián Martín quedaban en el centro como mediapuntas con Borja arriba. Y el guión deseado parecía cumplirse cuando el Guadalcacín festejó su primera llegda, una falta lateral lejana lanzada por Paco Castillo y despejada por la defensa al borde del área, donde Martel acomodó el balón para empalmar un derechazo raso que se coló pegado al poste pese a la estirada de Melero.

Con el partido de cara, empero, el Guada pecó de conformismo y no fue a noquear a un rival herido pero no muerto. Elady, una pesadilla, comenzó a hacer de las suyas por la banda izquierda buscando las cosquillas a Topo y pronto se veía que la zaga local tenía muchos problemas para despejar los balones colgados por los astigitanos, ayer de amarillo.

El Guadalcacín evitaba la circulación de balón, buscando balones largos, y las pocas veces que triangulaba por abajo llegaba con cierto peligro, como dos centros desde la banda derecha de Borja primero y Paco Castillo después que no encontraron rematador. El choque avanzaba entre el quiero y no puedo del Écija, por entonces bien controlado en ataque por los azules, y el parece que puedo pero no quiero de un Guada que lo fiaba todo a no encajar en vez de percutir en busca de la sentencia.

Martel animó a la grada con una incursión por la izquierda remontando la línea de fondo que Melero despejó a córner y el primer tiempo acabó con un derechazo de Troyano al borde del área tras un saque de banda lateral que la zaga local no acertó a despejar con contundencia.

Queda dicho que la defensa jerezana tuvo muchos problemas para despejar a la primera los centros visitantes, y la mejor prueba llegaría nada más arrancar la segunda mitad. Un saque de banda desde la cantina acabó en el corazón del área, donde Juan Guerra empalmó un derechazo raso imposible para Lebrón. El despiste atrás tuvo continuidad prácticamente en la siguiente jugada, en la que los azules protestaban una posible falta no señalada o reclamaban al Écija que echase el balón fuera al estar tendido en el césped un futbolista local. El más listo fue Manu Torres, que agarró el balón en el vértice con Juanma Carrasco, Luis Castillo y alguno más con el brazo levantado; el árbitro no pitó ni el 11 amarillo echó el balón fuera sino todo lo contrario, enfiló la portería y cuando pisó área fue arrollado inocentemente por Carrasco. El claro penalti fue un jarro de agua helada en una mañana fría para un Guadalcacín que se quedó congelado...

Ismael movió ficha y entró Luisma, que reaparecía tras su exagerada sanción, pero el Guada tenía muchos problemas para llegar al área visitante salvo a balón parado. Mientras, el Écija se crecía porque había conseguido que el partido se jugase a su ritmo y conveniencia y además ya tenía el marcador como quería.

Así, los visitantes se dejaban querer atrás pero mostraban sus aviesas intenciones al contragolpe. Lebrón anduvo rápido en la primera llegada amarilla pero no pudo hacer nada en la segunda: un pase desde la derecha filtrado entre el lateral y el central dejó solo a Juan Delgado, que arrancó en posición correcta y definió a la perfección ante Lebrón con una vaselina que dejaba el marcador cuesta arriba a los de casa.

Pero dos minutos después Jesús dio esperanzas a los locales con una arrancada que Guille Pavón frenó en falta en el área, penalti que transformó Paco Castillo. Los mismos protagonistas volvieron a encontrarse tres minutos después con idéntico resultado, esta vez fuera del área, y la segunda amarilla al amarillo dejaba al Guada con superioridad numérica con veinte minutos por delante.

Pero ni con uno más fue capaz el equipo local de serenarse, rasear el balón, mover al rival y buscar huecos en el 4-4-1 del Écija, que capeó el atisbo de temporal prácticamente sin que se notase la diferencia de efectivos.

Borja lo intentó desde fuera del área y el técnico local metió más madera con Corral, que tuvo la suya tras controlar un pase de Borja con el pecho y empalmar con la derecha pero Melero atajó con seguridad. También rozó el empate Luisma en una diagonal de Borja que remató con la derecha, saliendo el balón ligeramente desviado.

El tramo final fue eléctrico porque, ya a la desesperada, el Guada dejaba huecos atrás que el Écija aprovechaba a la contra. Tras un intento de Jesús y un punterazo de Lolo Armario muy desviados, una magnífica asistencia en el descuento dejó a Juan Guerra solo ante Lebrón pero elevó demasiado su vaselina. De ahí al final, un intento de Corral y poco más de un Guadalcacín que no lo intentó cuando pudo y que cuando lo intentó ya no pudo.