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Dos bronces para España

  • Craviotto, que comparte presea, cumple en K-1 200 y el joven Cooper firma un gran debut en K-1 500

El Mundial de aguas tranquilas de piragüismo concluyó con dos bronces para la delegación española, logrados por Marcus Cooper en K-1 500 metros y Saúl Craviotto en K-1 200. Además, un total de 12 embarcaciones alcanzaron las finales. Entre ellas, el K-4 1.000, que sufrió la rotura de timón cuando luchaba por el podio.

Saúl Craviotto cumplió con su papel de aspirante a medalla compartiendo el bronce en la regata del K-1 200. Así, el doble medallista olímpico revalidó en Moscú el bronce que cosechó en el certamen del año pasado, tras conseguir el mismo tiempo (34,270) que el vigente campeón olímpico, Edward McKeever, lo que precisó una minuciosa revisión de la foto finish. De hecho, el catalán tuvo ir corriendo hasta el podio, en el que la bandera española no ondeaba en el mástil. Por ello, Craviotto se colocó, a modo de capa, una insignia nacional para contrarrestar tan destacada ausencia. El peculiar podio lo completaron Petter Menning, nuevo subcampeón mundial (34,088), y Mark de Jonge (33,961), pletórico por su medalla de oro.

La anécdota amarga de la jornada la protagonizó el K-4 1.000 integrado por Javier Hernanz, Rodrigo Germade, Óscar Carrera e Íñigo Peña, que sufrió la rotura del timón de la embarcación cuando ocupaba la quinta posición en los 250 metros finales de la regata, lo que provocó su descalificación. El barco recibió el aplauso de consolación de los espectadores. Una buena salida había permitido que se metiera en el grupo de cabeza y hasta el fatal incidente no dio tregua al K-4 portugués, que finalmente logró la plata (2.46,939). El oro correspondió a la hasta ahora subcampeona mundial, la República Checa (2.46,724). Tercera fue Hungría (2.49,039).

Sin duda, el integrante más sonriente de la delegación española fue Marcus Cooper, bronce en el K-1 500, quien protagonizó una gran actuación en la capital rusa en su estreno mundial en la categoría sénior. En una llegada ajustadísima, con los tres medallistas en el mismo segundo, el balear consiguió el tercer mejor tiempo (1.39,691), por detrás del danés René Poulsen (1.39,190), bronce el sábado en el K-1 1.000, que se adjudicó la regata, y del húngaro Bence Dombuari (1.39,531), plata.

Cooper, campeón del mundo júnior en K-4 1.000 en 2011, exhibió su ambición desde el inicio de la prueba con una arrancada veloz que supo mantener durante toda la carrera, suficiente para auparse al podio y colgarse la medalla.

En la otra final de 500, el K-2 de Rubén Millán y Diego Piña fue sexto (1.31,720). El podio correspondió a Eslovaquia (1.28,187), con Hungría en segundo lugar (1.28,203) y Bielorrusia, en el tercero (1.30,528).

También en la final A, Sete Benavides repitió en C-1 200 el cuarto puesto (38,716) que le dio el diploma olímpico en Londres 2012, mientras que el C-2 de Raquel Rodríguez y Jenifer Casal ocupó la novena plaza en 500 metros. En finales B, Adrián Sieiro fue segundo en C-1 y Tono Campos y Diego Romero, cuartos en C-2.

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