Sufriendo, la tónica habitual esta temporada, se embolsó el Xerez un nuevo punto que le permite abandonar el último lugar que por unas horas ocupó tras el empate del Málaga. Sufriendo sí, aunque esta vez con la sensación de haber podido lograr algo más. Mirándolo desde un punto de vista futuro, empatar ante un rival directo como el Valladolid y mantener el 'gol-average' igualado no es mal botín. No obstante, analizando el presente comprobamos que los de Cuco Ziganda mantienen serias dificultades para finalizar las jugadas. Siguen sin tener gol.
Pese a todo, el encuentro de ayer en Zorrilla sirvió para comprobar que lo de Tenerife fue un accidente y que los azulinos, más vale tarde que nunca, han aprendido a competir en Primera. El equipo sigue teniendo carencias, carencias que se traducen en un millón de euros porque con un par de jugadores de primer nivel (sobre todo arriba) este equipo ocuparía mejores puestos en la clasificación. De cualquier modo, los xerecistas han aprendido la lección y como demostraron en la segunda parte ante Osasuna, ante el Sevilla y ayer ante el Valladolid, sus derrotas ya no valen tan poco, ahora sus rivales, si quieren ganarles, tienen que pelear.
A esta lección también se ha sumado el técnico, José Ángel Ziganda, que parece haber perdido el miedo a despoblar su centro del campo y a colocar argumentos ofensivos suficientes como para crear oportunidades. Aún así, lo de crear ocasiones es todavía un problema en el debe del Xerez, al que le cuesta hacer daño a los contrarios, y lo que es peor, le cuesta un mundo hacer un gol.
El navarro apostó finalmente por la dupla ofensiva que se midió al Sevilla, Bermejo y Maldonado; mantuvo a Orellana en la banda derecha, donde sigue sintiéndose incómodo, y dio banquillazo a Calvo para introducir a Armenteros. Con este planteamiento y la vuelta de Prieto al eje de la zaga, el Deportivo fue un bloque sólido, bien cohesionado en defensa y bien posicionado.
Estos tres argumentos sirvieron a los azulinos para controlar desde el primer momento al Valladolid. Ziganda adelantó la línea de presión, y gracias al buen trabajo de Bergantiños y Keita en la medular taponaron cada una de las incursiones de los pucelanos. Sólo la calidad individual de Diego Costa desestabilizó a la defensa en alguna ocasión, como el centro que realizó el brasileño en el minuto 17 y que Casado tuvo que despejar in extremis ante la llegada de Nauzet.
Con el paso de los minutos el Xerez iba creciendo. A ello contribuyeron las continuas pérdidas de balón de su rival, nervioso durante gran parte del partido. Los visitantes se acercaban a la portería contraria de manera esporádica, siempre sin dar sensación de verdadero peligro, pero cada vez con más insistencia. Un centro de Bermejo al que no llegaron Orellana y Maldonado fue el primer aviso; un aviso que cobraría especial importancia en el minuto 24 cuando Fabián Orellana, tras un buen pase de Maldonado, no pudo batir a Villar en el mano a mano.
Pasada la media hora fue Armenteros, batallador pero desacertado en casi todo, quien centró desde la izquierda y de nuevo Villar tuvo que emplearse a fondo para evitar el remate de Bermejo y Maldonado.
Antes del descanso fue el Valladolid el que tuvo el gol en un pase medido de Rubio a Nauzet. El canario, sobrado de confianza, intentó un último quiebro a Francis que el barbateño le desbarató.
La última ocasión del primer periodo fue para el Xerez. Orellana se inventó un pase a lo Laudrup, rebañando el balón desde abajo, y Bermejo, de media chilena, remató a las manos de Justo Villar.
Tras el descanso, Ziganda buscó la velocidad de su equipo y situó a Orellana como hombre más adelantado, retrasó a Bermejo para aprovechar su juego aéreo y dio entrada a Carlos Calvo por Maldonado. Los azulinos tuvieron algo más de fluidez pero al igual que en primer periodo siguieron siendo un equipo estéril por bandas.
El Valladolid, animado por su público y con Diego Costa al mando, pudo ponerse por delante en el único error defensivo del Xerez en todo el partido. Prieto salió a despejar, nadie cubrió su espalda y el brasileño, muy listo, se plantó ante Renan, que con rodilla en tierra, cual portero argentino, despejó a córner.
Habían pasado veinte minutos del segundo periodo cuando el partido estuvo a punto de cambiar de signo. Casado robó en la medular con rapidez y dio un pase profundo que dejó a Orellana en el mano a mano con Villar. Cuando el gol se cantaba, al chileno se le fue largo el control. Para llorar.
Diez minutos más tarde y ya con el cuadro pucelano más entonado, la ocasión fue para Bermejo. Antoñito, que acababa de salir, la templó para que el cántabro llegara pero pese a su esfuerzo el portero local se anticipó.
Fue la última aproximación con peligro del Xerez que a partir de ahí pasó a ser cercado por el Valladolid. Las más claras fueron para Manucho, minuto 75, en un pase de Nauzet que el angoleño remató alto; dos disparos altos de Canobbio (77' y 84'), y dos zapatazos de Nauzet y Diego Costa que se marcharon a córner. En los últimos minutos, Velasco Carballo asumió el protagonismo y expulsó a Mendilíbar, a Ziganda y Prieto por doble amarilla incomprensible pues vio la segunda por un empujón a Villar cuando ni siquiera estaba en la jugada.
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