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José Mª Martín Olalla. Profesor de Física de la US y portavoz del proyecto piloto proMeteo

"Poner nombre a las olas de calor sirve para crear conciencia y avisar del riesgo"

José Martín Martín Olalla.

José Martín Martín Olalla. / M. G.

–Es portavoz de un proyecto internacional pionero (proMeteo) que por primera vez pone nombre a las olas de calor y que, en España, tiene Sevilla y su climatología como referente. ¿Cómo surge todo?

–El proyecto es una iniciativa del la Alianza para la Resiliencia al Calor Extremo (EHRA, por sus siglas en inglés) de la Adrienne Arsht-Rockefeller Foundation Resilience Center. La EHRA está implementando un sistema de categorización de eventos de calor extremo basados en su impacto en la vida social. Ya lo emplea en cuatro ciudades estadounidenses y lo están exportando a ciudades de otros países y así es como llega a España y Sevilla.

–¿Por qué aquí y usted en este proyecto?

–Pues, aunque es un proyecto que se podría hacer a distancia, la Fundación vio fundamental la búsqueda de operadores locales que aporten sinergias y para ello es clave tener alguien sobre el terreno, que conozca las circunstancias locales. Así contactó con el Ayuntamiento de Sevilla, que se sumó a la iniciativa como patrocinador, y, a su vez, contactó con las universidades de la ciudad para unirse al proyecto, porque hay una componente local muy importante en esta investigación, ya que el comportamiento de la sociedad sevillana ante el calor, probablemente, no es el mismo que el de la población estadounidense. Y así, llegue yo a la colaboración con este proyecto.

–¿Por qué es relevante poner nombres a este fenómeno climático? 

–Eso es una particularidad que se está haciendo en Sevilla. Consiste en poner nombres propios a las olas de calor una vez que alcancen unos niveles de insalubridad importantes, es decir, una vez calibramos cómo la temperatura influye en métricas sociales, por ejemplo, en mortalidad. Para ello partimos de ver si se dan cinco días seguidos especialmente calurosos, por encima de los 41 grados. El objetivo principal es que la identificación del fenómeno, al ponerle nombre, ayude a que la población, y también las Administraciones locales, tenga más conciencia de su existencia, los riesgos que conlleva y que tomen medidas preventivas. Esto es algo que ya se ha demostrado con la categorización de otro tipo de fenómenos meteorológicos adversos como huracanes o tormentas.

–¿Qué criterios se siguen? 

–Tenemos en cuenta, siempre, dos variables. Construimos un factor de exceso de calor que tiene en cuenta cómo de cálido es el episodio en relación con los registros climáticos de la ciudad. Es decir, comparamos la temperatura media aparente en tres días con la temperatura media aparente en Sevilla en ese mismo periodo de tiempo. Después lo comparamos con cómo de cálido es el episodio en relación con el promedio del mes anterior. Es cierto que al principio del verano, cuando llega la primera gran ola de calor, el cuerpo no está acostumbrado a esas temperaturas y eso hace que la primera ola del verano siempre sea un poco más peligrosa que las que se den más adelante aunque se alcancen los mismos valores, pero que pillan al cuerpo más acostumbrado.

–¿Quién le pone nombre a las olas de calor? 

–Hacemos un criterio similar al de las tormentas. Vamos alternando nombres de varón y de mujer y pocos frecuentes en personas. Se usan nombres de persona porque eso hace que la gente se lo tome más en serio. Lo único raro en esto es que hemos empezado al revés. De la Z a la A.

–¿Qué impacto tienen las olas de calor? 

–Cuando llega el verano es evidente que cambiamos nuestros hábitos de vida. El calor nos impide hacer ciertas cosas. Tenemos una tendencia y costumbre bastante arraigada aquí en el Sur que consiste en evitar las horas centrales del día. Eso se propaga en muchos ámbitos. Incluso el comercio, en esta época del año, suele cerrar a mediodía porque es consciente de que la gente no está paseando por la calle a esas horas. Cuando ocurre un fenómeno como una ola de calor, este comportamiento se acrecienta y extiende aún más.

–¿Se pueden predecir? 

–Sí. Razonablemente, dentro de lo que es la previsión meteorológica, siempre teniendo en cuenta que cuanto más lejana es, es más incierta y más arriesgada, sí se puede hacer para los días cercanos una cierta previsión de cuál va a ser la temperatura máxima o mínima y durante cuántos días se va a mantener este fenómeno. Eso sí, es muy diferente de una tormenta o un huracán, que son fenómenos que se ven perfectamente en las fotos del satélite, con formas muy reconocibles. La ola de calor, en ese sentido, es mucho más difusa. No se pueden ver en una foto del planeta donde va a hacer más calor y donde menos. Hay que hacer un análisis para predecirlas. Los factores recogidos por el sistema de monitorización de este proyecto piloto se clasifican atendiendo a cinco niveles: riesgo muy elevado, riesgo elevado, impacto medio, impacto medio-bajo y sin impacto. Cada nivel de riesgo se corresponde con un sistema visual de información y con una serie de recomendaciones que envían a la población.

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