Antonio Romera, 'Chipi' | Cancionista y guionista
"Nadie se preocupa por la España que trasnocha"
Paloma San Basilio | Cantante
Desde niña llevaba una rebelde dentro y por eso Paloma San Basilio (Madrid) no se dejó persuadir al ir por primera vez a una discográfica, cuando le dijeron que su apellido no era comercial. "Ha dado mucho de sí", recuerda. A final de noviembre ha publicado Más cerca, un nuevo disco para arrimarse a sus fieles que dará paso el próximo año a un gira por España. La tournée arranca en el Cartuja Center de Sevilla el 6 de marzo. A falta de cerrar su agenda en Andalucía, tiene confirmadas actuaciones el 25 de septiembre en el Cervantes de Málaga y el 21 de noviembre en el Auditorio de Roquetas de Mar.
-Publica Más cerca, con canciones de Serrat, Lennon, McCartney, aparte de una canción inédita escrita por su hija Ivana, y revisiones de Cariño Mío y Juntos. ¿Qué encontraremos en este trabajo?
-No nace como disco, sino por un concierto que haré el próximo año. Es un monólogo con un repaso sobre mi vida para acercar el personaje a la gente. Es muy de chelo, de piano, un poco jazzístico, muy acústico, sin una superproducción, que cada día cansa más. Que la gente en un pequeño local disfrute de esa atmósfera tan maravillosa que se está perdiendo con el exceso de ruido.
-Lleva más de 30 discos y ha protagonizado exitosos musicales. Quién se lo iba a decir cuando estudiaba Filosofía y Letras...
-Una ventaja de estudiar Filosofía es que no estás pegada a la realidad. Siempre he tenido tendencia a un mundo un poco irreal, una realidad paralela en la que me gusta moverme. Era lógico que aquella niña que bailaba, cantaba e interpretaba se decantara por la Filosofía y la Psicología porque siempre he sido muy curiosa. La primera canción que grabé fue Sin saber por qué. Creo que era premonitorio, no tenía ni idea de dónde me estaba metiendo, pero yo me metía.
-Se despidió con la gira Hasta siempre hace más de un lustro. ¿Es una obsesionada del trabajo?
-Al contrario. Todo lo hago en clave lúdica. Cerré un ciclo me daba la sensación de que siempre hacía lo mismo y quería atender a mis otros rincones del alma, empecé a escribir, a pintar...
-Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla... ¿Escribió Antonio Machado esa letra para usted?
-Para todos los que tenemos esa sensación visual, de olor, de humedad... Esa crianza en Sevilla fue como la varita mágica que te permite después hacer cosas que si no te crías ahí es difícil que se entiendan.
-¿Tiene en mente volver a recibir clases de bulerías como cuando era pequeña?
-Sí, me encanta. Pero bailar todo, lo que me echen, yo bailo hasta en el supermercado cuando suena música.
-¿Cuántas veces ha cantado Juntos?
-Ni idea. Soy enemiga de las estadísticas, de hecho suspendí Estadística y por eso no terminé Psicología. Ni Juntos ni No llores por mí Argentina, que han sido muchas más. No sé ni los discos que he grabado.
-Compartió escenario con el maestro José Sacristán. ¿Ha sido su mejor pareja de baile?
-Tener la oportunidad de hacer dos funciones con Pepe, El hombre de La Mancha y My fair lady, es un lujo, me enseñó a crecer como actriz. Tenemos mucho contacto, una relación que va más allá del escenario.
-¿Gavilán o paloma?
-Gavilán no. Soy de paloma, aunque digan que en las ciudades son un horror, pero pienso en la paloma picassiana y en la de la paz... Soy muy utópica para todo.
-Muchos críticos afirman que su Evita era mucho más creíble que la que Madonna interpretó para Alan Parker. Si ella es la reina del pop, ¿usted qué es?
-Soy una cosa extraña, una mezcla, un mestizaje un estado puro. No me siento ni una absoluta cantante ni una absoluta actriz.
-¿Es más de Perales o de Rosalía?
-Por Dios, ese Perales, que empezamos juntos con un disquito debajo del brazo. Con todos los respetos, Perales es algo que empieza y no termina, fluye eternamente por el mundo de las emociones, los sentimientos.
-Se baña en el mar en invierno o verano, en Los Ángeles, donde viven su hija y sus nietos, o en El Puerto de Santa María. ¿Es el mar el elixir de la eterna juventud?
-Me abraza y me da energía, me conecta con la naturaleza, con el universo, me siento dentro del mar como si hubiese salido de allí. Me baño sobre todo en Cádiz. Los baños marinos en invierno me los descubrió una sobrina y desde entonces los practico con fruición.
-¿Qué le seduce de la pintura?
-El color, que como estudiamos en el test de Rorschach es la emoción, los sentimientos. Me gusta el color en mi vida y en cuanto puedo pinto mi casa de naranja o de lo que sea. Mi pintura es muy experimental y lo hago para seguir descubriéndome un poco.
-¿Su defensa a Plácido Domingo le ha costado la amistad de muchas mujeres?
-Hubo una mala interpretación. Quién soy yo para defender a nadie o cuestionar a otras personas. Sólo hablé de mi relación con él, un caballero y un artista fuera de serie, sin cuestionar a gente con experiencias distintas. Pero no se puede denostar una voz. Si hacemos una revisión histórica y cultural, ¿cuántos pintores no se deberían colgar?, ¿cuántas obras no se deberían representar? Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Me preocupa entrar en una dinámica de satanización, de juicio excluyente; a veces no es sano, alimenta odios, rencillas, revanchas.
-Es un icono para el colectivo homosexual. ¿Mónica Naranjo cogió el testigo?
-Siempre me he sentido muy querida, respetada y admirada. Es un orgullo, aunque no me gusta separar colectivos. Me han apoyado incondicionalmente. Y no sólo a mí: a Rocío Jurado, a Mónica Naranjo... Tienen una especial sensibilidad.
-Dice su autobiografía: "He aprendido esquí acuático en el lago de Tequesquitengo en México. He bailado la Macarena con cientos de personas en el templo de Abu Simbel en Egipto. He cruzado el Himalaya con el monzón pisándome los talones". Una vida entretenida.
-Entretenidísima. Antes muerta que aburrirme. La aventura más suave que ejerzo es cantar en un escenario, a mí lo que me gusta es el turismo aventura.
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