Las claves

Rajoy se lo pensó mucho

  • Demora. El presidente se tomó su tiempo para elegir Gobierno pero ha quedado satisfecho a pesar de tener que prescindir de dos amigos personales como Fernández Díaz y Margallo.

Amedia mañana del jueves tres ministros no habían recibido la llamada de Rajoy confirmándolos en sus cargos. El presidente recibió un mensaje del titular de Defensa: su puesto estaba a su disposición y, fuera cual fuese su decisión, consideraba un honor haber trabajado en el Gobierno. El gesto de Pedro Morenés era especialmente relevante: aunque años atrás había dicho que sólo quería estar una legislatura en el cargo, en los últimos meses confesaba que le gustaría continuar.

A Rajoy le ha costado un tiempo tomar las decisiones para configurar su nuevo Ejecutivo. Ha mantenido entrevistas personales o telefónicas con la mayoría de los dirigentes regionales, a los que ha pedido opinión; ha consultado con personas de su máxima confianza como Ana Pastor y Javier Arenas, que mantienen una estrecha relación personal con el presidente, y ha tenido largos encuentros en las últimas semanas con Soraya Sáenz de Santamaría y con María Dolores de Cospedal. Con la primera, además, junto con su jefe de gabinete, Jorge Moragas -que influye más que la mayoría de los miembros del Gobierno-, han dado vueltas a la posibilidad de modificar la estructura del Ejecutivo, que finalmente se ha resuelto desligando Administraciones Públicas de Hacienda, incorporando Industria a Economía, un nuevo Ministerio de Energía y varios cambios en las secretarías de Estado, recuperando la figura del ministro portavoz, desligado de la Vicepresidencia, que sin embargo suma a sus competencias la política territorial, aunque no el funcionariado, que continúa en Hacienda.

Con esa estructura resuelta, comenzó el baile de nombres. Rajoy tuvo en cuenta a todos los que le plantearon. Quería caras nuevas, no pensó en incorporar a una figura independiente de prestigio y sí advirtió a sus interlocutores la idea de contar con personas que tuvieran experiencia de gestión municipal o territorial.

A Arenas le faltó tiempo para dar el nombre de Juan Ignacio Zoido, que perdió la Alcaldía a pesar de ganar las elecciones porque Ciudadanos (C's) prefirió dar su apoyo al PSOE. Parece que también sugirió el nombre de Íñigo de la Serna, alcalde de Santander, aunque otras fuentes afirman que era el propio Rajoy el que lo tenía en mente. Los dos habían ocupado importantes puestos en la Federación de Municipios y Provincias.

Dos nombres surgieron frecuentemente en las reuniones: Luisa Fernanda Rudi y Elvira Rodríguez, que acaba de perder su cargo de directora de la Comisión Nacional de Mercados y Valores porque el Gobierno en funciones, no previsor, no pudo prolongar su mandato sin la ayuda de C's... que no la dio. Rodríguez tenía experiencia sobrada en elaboración de Presupuestos, un reto importante del nuevo Gobierno, pero al final Rajoy decidió mantener al equipo económico actual, con Guindos, Montoro y Báñez, reforzado con Álvaro Nadal en Energía y De la Serna en Fomento.

Ellos fueron los primeros en conocer su futuro. Rajoy se lo adelantó poco después de la sesión de investidura. El resto no ha conocido su continuidad hasta esta semana y, en el caso de Íñigo Méndez de Vigo, sí supo con un par de días de margen que continuaba al frente de Cultura y Educación, pero que sumaba la Portavocía se enteró cuando apenas faltaban unas horas para acudir a La Zarzuela a informar al Rey.

Rajoy hacía tiempo que pensaba en la necesidad de relevar a Sáenz de Santamaría de esa responsabilidad si ésta se encargaba de las relaciones con los gobiernos regionales de la mano de Montoro: ella para las cuestiones políticas y él para las cuentas, ya que en esta legislatura hay que negociar una nueva financiación autonómica. La obsesión de Rajoy por iniciar con buen pie una legislatura necesariamente negociadora es lo que le llevó hace un par de meses a incorporar a Dolors Montserrat a la mesa PP-C's, junto a cinco figuras más entre las que se encontraban Fátima Báñez y Álvaro Nadal. El éxito de esas negociaciones, la buena relación que establecieron los tres con el equipo naranja y los buenos informes de Moragas, Sánchez Camacho y Albiol sobre la personalidad de Montserrat decidieron a Rajoy, y hoy es la ministra más joven del Gobierno.

Tampoco Cospedal supo hasta el miércoles que Rajoy quería que ocupase la cartera de Defensa. En las frecuentes conversaciones de estos días, el presidente le dio a entender que quería incorporarla al gabinete; finalmente, le preguntó si estaba dispuesta a ocupar ese Ministerio y no sólo aceptó de inmediato con agradecimiento sino que desde su entorno aseguran que la secretaria general del PP asume la responsabilidad con una enorme ilusión y con la seguridad de que va a trabajar con un equipo excepcional de militares, que cuentan con un sentido de Estado fuera de lo común y una profesionalidad que se valora más lejos que dentro de nuestras fronteras. Sabe que su perfil político no será tan alto como el de algunos de sus compañeros, pero las decisiones en el área de Defensa tienen una envergadura y unas repercusiones institucionales que la llenan de orgullo.

Morenés no conoció su relevo hasta la mañana del jueves, igual que los titulares de Interior y de Asuntos Exteriores, que esperaban continuar al frente de sus ministerios. Jorge Fernández Díaz y José Manuel García-Margallo son además amigos personales de Rajoy. Pero éste decidió prescindir de ellos, aunque le ha costado llamarlos porque sabía que iba a dar, a los dos, una noticia que no esperaban. Y la retrasó todo lo que pudo, de la misma manera que las buenas noticias, las del equipo económico, fueron las primeras que dio.

Las razones para relevar a Margallo y a Fernández Díaz fueron distintas. La continuidad del segundo sería considerada una provocación por la oposición: el PSOE había tenido varios enfrentamientos con el ministro y ahora estaba pendiente la creación de una comisión de investigación sobre el encuentro que mantuvo con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña. Tampoco era bien visto por C's, partido al que Rajoy necesita cuidar. Con Margallo el problema era otro: su empeño en ser verso suelto y hacer declaraciones que chocaban con las políticas del Gobierno, como por ejemplo cuando abogó por la reforma de la Constitución.

Para Interior pensó Rajoy en Zoido, un juez; para Exteriores se inclinó por Alfonso Dastis, un diplomático muy valorado en la carrera, que fue secretario general de Política Europea y actualmente era embajador ante la UE. Rajoy le conoce bien por sus frecuentes viajes a Europa, y sabe que con Guindos hará un buen tándem para negociar con las autoridades de Bruselas.

Rajoy, cuentan, está satisfecho con el equipo. Se tomó su tiempo, pero cree que es el adecuado para una legislatura que, como anunció Méndez de Vigo en su primera comparecencia como portavoz, hay que abordarla con espíritu constante de negociación.

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