Feria de Jerez

Las Ferias de hace un siglo (y VII)

  • El poeta José María Pemán, que cantó a nuestra Feria de Abril como nadie, leyó por vez primera sus versos en una celda de la Cartuja de Santa María de la Defensión. "Rumbo y elegancia de una raza vieja…"

Finalizamos este serial de las ferias jerezanas de hace un siglo, evocando la de 1917, en sus fechas clásicas de finales de abril. Fechas que más tarde cantaría el poeta José María Pemán, diciendo aquello tan bonito de "Feria de Jerez / rumbo y elegancia de una raza vieja / que gasta diez duros en vino y almejas / vendiendo una cosa que no vale tres"…Versos que el gran poeta gaditano leyera a un reducido grupo de señoras y amigos, en una de las celdas vacías de la Cartuja de Santa María de la Defensión. Por cierto que hace pocos años el Ayuntamiento quiso agradecer la publicación de aquellos versos, levantándole un busto a su memoria, en los jardines de La Rosaleda del Parque González Hontoria, pero poco duraría porque desapareció de la noche a la mañana. Como desaparecieron también las estatuas de las cuatro estaciones, levantadas en los mismos jardines. Menos mal que el busto de don Julio González Hontoria, realizado por Ramón Chaveli, aún se mantiene en pie, aunque el texto del pedestal se haya borrado y la gente pregunte quien fue aquél señor, cuya cabeza todavía no ha caído, milagrosamente.

Pues vayamos ya a comentar lo que sucediera en aquella feria de abril de 1917, en la que la Exposición Regional de Ganado, tuvo un jurado extraordinario, formado por ganaderos de la Asociación General de Ganaderos del Reino, llegados de Madrid, y presidido por el Marqués de la Frontera, a quien los ganaderos jerezanos ofrecieron un almuerzo, en las mismas instalaciones del Pabellón Regio del Parque González Hontoria. En dicho almuerzo el marqués lamentaría que no se hubieran presentado al certamen más ganaderos de nuestra tierra, conociendo la enorme riqueza ganadera que Jerez tenía, desde siempre.

El premio máximo del concurso de la muestra, la Copa de S.M. el Rey Alfonso XIII, de plata sobredorada, que venía a ser algo así como el Caballo de Oro actual, se le concedería al caballo "Fortuno" de la ganadería de don Domingo Gallegos, siendo numerosos los premios que también obtuvieran los selectos caballos de las cuadras del Marqués de Domecq y, sobre todo, de Guerrero Hermanos, ganaderos y bodegueros jerezanos, famosos por sus magníficos caballos y sus vinos.

Europa andaba encendida en una de sus grandes guerras, mientras que España era como una isla de paz, un oasis de alegría, donde la feria jerezana era uno de sus atractivos más importantes, y aquí que se venían los mejores aficionados del caballo y de los toros; jugándose este año dos corridas, en las que no actuaron ni Joselito ni Belmonte que tan poco agradable recuerdo dejaron en la anterior edición. Los carteles de esta feria de 1917 eran de una corrida de toros y de una novillada. En la primera, celebrada el 29 de abril, se lidiaron toros de José Carvajal para Rafael el Gallo, Manolo Martín Vázquez II y Julián Sáiz (Saleri II). Mientras que en la novillada del día siguiente, los novillos-toros pertenecían al hierro del ganadero poeta Fernando Villalón, de los que dieron buena cuenta Francisco Díaz (Pacorro), Manuel Díaz Domínguez y el malagueño afincado en Jerez, Bernardo Muñoz (Carnicerito).El ganado se expuso al público, varios días antes, en los Llanos de Caulina.

En la corrida de toros lo más destacado fue la gran faena de muleta de Rafael el Gallo, de pizarra y oro, a los dos astados que le correspondieron en suerte; siendo el triunfador de la tarde. Su primer toro se echó por tres veces, teniendo que ser apuntillado, sin que el diestro pudiera entrar a matar. Martín Vázquez , al dar un pase de rodillas a su segundo resultó cogido y pasó a la enfermería donde fue asistido de dos heridas en la pierna derecha que interesaban la masa muscular. Saleri, por su parte estuvo poco lucido en sus dos toros. Empezando a llover, cuando el festejo finalizaba.

La novillada del día siguiente resultó mucho más entretenida, y antes de que empezara la misma el público se apercibió de que El Gallo ocupaba un palco y le propinó una gran ovación. Recibiendo otra el ingeniero jerezano Juan Gavala que, el día anterior había conseguido que el agua de Tempul llegara a Jerez, después de varios días sin hacerlo, debido a una importante avería que había solucionado gracias a sus conocimientos técnicos. En el ruedo, Pacorro de verde y oro, lidia un primer novillo que salta al callejón, sin más consecuencias. El portuense Domínguez, de violeta y oro, brinda al Gallo y mata de una gran estocada al volapié, cortando oreja y rabo, repitiendo trofeos en su segundo.

Bernardo Muñoz (Carnicerito) que vestía de azul pavo y oro con alamares de color canario, estuvo fenom enal de capa y muleta, en sus dos novillos, matando en todo lo alto, sin puntilla, a su primero, al que cortó una oreja; recibiendo palmas, tan solo, en el que cerró plaza, que brindó al Conde los Andes.

El marqués de Casa Domecq, tan laureado una vez y otra por sus magníficos caballos, tuvo el hermoso gesto de elogiar en la prensa al caballo "Fortuno", del ganadero Domingo Gallegos, premiado con la Copa del Rey, en la exposición-concurso de esa feria, del que dijo que "pocas veces ha sido hecha la adjudicación de tan valioso premio con más acierto".

Esos días se jugaron partidos de polo en la hacienda "El Caribe" y hubo grandes riñas de gallos ingleses, en el reñidero de la plaza de Belén. Como dato curioso, en la feria costaba la botella de marca, bien fuera de vino fino o de oloroso, tres pesetas, incluidas sus tapas correspondientes.

Y, como final, una nota negativa que escandalizó a Jerez. La dimisión en masa de la policía rural, o guardia de campo, como se la llamaba entonces, que era la encargada de vigilar en la feria, a la que el Ayuntamiento adeudaba, lo mismo que al resto del personal municipal, nada menos que seis meses de sueldo. No solo en estos tiempos pasan esas cosas, y este es un mal precedente, rigurosamente histórico. Que no debe volver a repetirse, ni ahora ni nunca.

Como decía Pemán: "La feria es un modo de disimular…/ Pasó el rebullicio, pasó la alegría. / Así son las cosas de esta Andalucía: / la forma brillante / y el fondo vacío; / para poco cante / muy largo el jipío… / Feria de Jerez, / rumbo y elegancia de esta raza vieja…".

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