Morante y Roca Rey, orejas de ley
El torero de La Puebla deja una una faena magistral plena de torería
El hispano peruano pierde la puerta grande por el descabello
Juan Ortega, en tono gris
Tercera tarde de toros y última de la Feria de Jerez con Morante, Juan Ortega y Roca Rey
Ganadería: Seis toros de Torrestrella de presencia desigual y presentando sus problemas a la terna. El descastado y blando primero no tuvo entrega, tampoco el deslucido segundo. El tercero tuvo movilidad y genio pero aportó emoción y fue aplaudido en el arrastre, el peligroso cuarto medía al torero con peligro y los dos últimos fueron reservados e inciertos y a menos
MATADORES: Morante de la Puebla de carmelita e hilo blanco, más de media estocada SILENCIO y pinchazo y corta tendida OREJA Juan Ortega de burdeos y azabache, pinchazo, estocada y dos descabellos SILENCIO y dos pinchazos y estocada caída SILENCIO ROCAREY de rosa y oro, estocada tendida traserita, y tres descabellos dejando al toro echarse OVACIÓN YSALUDOS y estocada caída OREJA
Incidencias: Casi lleno, buen clima y brisa. Saludó Algabeño pareando al quinto y fue aplaudido el picador Sergio Molina
TArde con un encierro nada fácil que dio de sí para confrontar actitudes pues pudimos comparar maneras de afrontar una corrida de toros complicada: Morante, con capacidad y torería; Roca Rey con ambición y facultades, los dos echándole valor, y un Juan Ortega que pareció salir del vestuario con el partido perdido.
Por eso los primeros marcaron gol, cortando una oreja cada uno que pudieron ser más en el caso de Roca Rey si no llega a fallar a espadas, mientras que Juan Ortega pasó sin pena ni gloria.
La jornada tuvo el feliz prólogo tras el sorteo develándose una placa en el cañón de la puerta grande de la plaza –la gloria para los toreros jerezanos– en honor de Álvaro Domecq, dedicada por la empresa y la propiedad del coso al torero y ganadero a quien el planeta del toro reconoce su afectuoso decanato.
Una jornada en la que se lidiaron los toros de la casa y en la que el último pasodoble que sonó poniendo punto final a la feria fue “Alvarito” de Domingo Díaz.
Y en la función de toros, los de Torrestrella, un envío que presentó dificultades y problemas como para poner de manifiesto, o en evidencia, capacidades y actitudes toreras, inclinándose la balanza para las de Morante y Roca Rey. Una tarde de mucho interés para el aficionado.
Y eso que tras la lidia de los dos primeros tampoco rodaban ayer las cosas. Abrió plaza Morante con un toro blando, que se quedaba corto en el capote y acortó en banderillas. Apretó al torero en los ayudados iniciales, quedándose tan corto que solo hubo para una tandita de Morante, con el toro sin humillar y sin nada que decir. Abrevió quemándose su tercer cartucho en esta feria, eso sí, a uno que voceó quejándose del pico lo mandó a un sitio feo.
Pero en su segundo estuvo en maestro. Quizás no quería que se le fuera la feria y estuvo como se espera de una figura que es novedad con 25 años de alternativa.
No se confió de salida con ese cuarto de corto recorrido, ambos se probaron en ese primer encuentro. El toro fue incierto en el peto y en el tercio de banderillas, pensándoselo en la brega.
Pero salió con sus armas Morante sin atacar mucho pero con decisión en una primera serie para intentar meter al toro en pelea, a ver si respondía más. No fue así, el toro se quedaba debajo al segundo cite pero el torero porfió echándole valor al esfuerzo, muy arrimado y aliñando con la torería del molinete invertido.
Aún hubo otra colada con el toro midiendo al torero, amagando la cornada y con el público entregado.
Morante lo fue metiendo en canasta y llegó la serie en redondo, rematando con el de pecho a un toro dudando y mirando al torero que respondía con desafío y otra mirada. Cuando remató el de pecho fue el delirio. El toro comprendió quien mandaba y cuando de nuevo protestaba un Morante enfadado sometía, castigaba y se adornaba.
Un hermoso combate en un ambiente de peligro con el torero pisando la jurisdicción de la cornada con el desparpajo y torería que requería la ocasión. Para la estocada también había que perfilarse muy corto. Estuvo lo que se dice muy bien con el toro, armando una faena de donde nadie pensaba que podría sacarse. Una orejaza pero de verdad.
Esa es la actitud que hubiera facilitado que Juan Ortega saliera más airoso de su complicado lote.Movido, con poca decisión y sin resolver en sus dos toros.
Todo lo contrario de Roca Rey que estuvo superior con el primero de su lote, un toro con carbón y con el que dejó una faena muy completa en todos los tercios que malogró con la espada. Ovacionado y jaleado en los lances de salida con el celoso animal, también brilló en el quite para una faena de clamor que comenzó por alto a pies juntos y gobernando la embestida con serenos toques de la franela. Un cambio por la espalda de escalofrío y una serie al natural redonda tuvieron el gran remate de una fenomenal entrada a matar, pero fallando con el descabello. Una pena.
Con el sexto, de nuevo dio lo que se espera de una primera figura, desde los lances iniciales recogiendo muy bien al toro hasta los cambios por la espalda de escalofrío enfrontilado a un toro mirón y que protestaba sin entrega, algo que resolvió el matador con el arrimón del péndulo.
El nuevo presidente se llevó una sonora bronca por dar solo una oreja, pero fue una oreja de Jerez de la Frontera de las de antes, no las de saldo que el inquilinato del palco lleva años devaluando sin piedad.
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