Feria de Jerez

La Rosaleda, copada por los jóvenes 'extranjeros'

  • Durante los últimos días de esta Feria que ya se acaba, esta zona se convierte en el enclave por excelencia de los 'botelloneros' adolescentes procedentes de toda España

Llegado el fin de semana de Feria, el Real toma un ambiente especial, pues a los feriantes autóctonos se les suman los 'extranjeros', procedentes de los diversos pueblos de la provincia, de toda Andalucía y del resto de España, por supuesto. Desde vecinos de El Cuervo, Chipiona o Rota hasta madrileños, catalanes y vascos, pasando por onubenses, granadinos o malagueños. Nadie quiere perderse el magnífico ambiente que toma la Feria de Jerez durante estos últimos días de fiesta.

Llegados a este punto, ha habido más de uno que ha cogido las fiestas 'de punta a punta' y que anda estos días 'arrastrándose' por el Real, aunque aún así, pocos son los que se quedan en casa descansando, ya habrá tiempo a partir del lunes. Pero ahora son los recién llegados, con las pilas cargadas al máximo, los que mayoritariamente llenan de ambiente las diversas calles de la Feria, que durante estos días gana en número de jóvenes ataviados con sus respectivas bolsas en las manos, llenas de todo tipo de bebidas. Desde diversos caldos de la tierra como finos o manzanillas, hasta toda clase de whiskys, rones o ginebras. A nada se le hace ascos, aunque este año bien es cierto que abundan las bebidas de menor precio, pues la crisis llega a todas las capas de la sociedad, y los jóvenes, por supuesto, no han sido menos, aunque "da lo mismo lo que se beba, lo que importa es divertirse", aseguran varios de los adolescentes asentados en la Rosaleda.

Los precios prohibitivos de más de una caseta echan para atrás a estos adolescentes, cuyo presupuesto dista mucho de ser boyante. Esto no justifica la practica del 'botellón', ni mucho menos, pero tampoco ayuda a que muchos de ellos decidan evitarla y prefieran ir de caseta en caseta, a las que llegan ya prácticamente "servidos".

En la Rosaleda, el 'botellódromo' por excelencia durante la Feria, se reúnen, sobre todo el fin de semana, miles de jóvenes que pasan la tarde en los bancos -los que tienen la suerte de coger alguno- en compañía de sus amigos.

La afluencia aumenta a medida que pasan las horas, siendo la madrugada el periodo en el que mayor número de personas pueblan la zona de la Rosaleda. Vaso en mano -o maceta, más bien-, son muchos los jóvenes que pasean por el Real para "tomar el aire" y si hay suerte, para "conocer a alguna chavalita", como aseguran Francisco Marcelo y Fernando Cala, dos de los visitantes de la Feria.

La edad media de los 'habitantes' de esta zona ronda la veintena, aunque también los hay que se resignan a dejar atrás sus años de juventud y siguen acudiendo a cada botellona a la que tienen ocasión, a pesar de sobrepasar la treintena e incluso los cuarenta años... Se han dado casos.

"No te la vamos a comprar, por muchas que nos eches". Así de tajante se muestra Ana Carrasco, una de las jóvenes -afortunadas- que se encuentra sentada en uno de los bancos de la Rosaleda a primera hora de la tarde. La adolescente en cuestión confundió a Pascual, reportero gráfico del Diario, con uno de estos fotógrafos ocasionales que parecen salidos de las piedras en este tipo de fiestas y que te cobran entre 4 y 10 euros por una fotografía con tus amigos que nunca comprarás o que si lo haces, ocupará un lugar "privilegiado" en uno de los cajones de tu mesita de noche. Nótese mi indignación.

Otro aspecto significativo de la Feria del Caballo -y de cualquiera en general- es el cambio de atuendo que sufren los jóvenes conforme avanza la noche y el grado de embriaguez de cada uno. Desde la típica rosa de plástico -situada estratégicamente en la solapa, la oreja o el escote- que venden numerosas señoras -esas mismas que tanto se rechazan a las doce de la noche- hasta diversos objetos luminiscentes que hacen parecer a más de uno una atracción de feria andante. La imaginación no tiene límites.

Como casi siempre, y sobre todo a altas horas de la madrugada, habrá algún energúmeno que  tenga ganas de pelea, aunque estoy convencido de que si se multa a un jinete por pasear a su hijo, en los típicos barullos que se originan en Feria, las autoridades pertinentes actuarán correctamente, evitando males mayores.

Más les valdría a estos cafres dedicarse a disfrutar de una de las ferias más bonitas de Andalucía y no buscarse problemas que no llevan a ningún lado, máxime cuando estamos en el final de una nueva edición de la Feria del Caballo.

Por eso me permito el lujo de aconsejarles que apuren las últimas horas paseando, comiendo, bebiendo y pasándolo en grande con amigos y familiares por el González Hontoria, pues habrá que esperar un año entero para que este recinto vuelva a presentar este maravilloso aspecto.

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