El hispanoárabe 'Iluso' se erige en el 'Campeón de campeones'
Hípica
El ganadero vallisoletano Ramón Álvarez consigue el cuarto éxito de esta raza en los últimos cinco años.
Hay que ser iluso para pensar que en un lustro las vitrinas de la asociación nacional de criadores de raza hispanoárabe iban a hacer hueco a cuatro campeón de campeones, el galardón de belleza que resulta de comparar a los ejemplares más guapos de cada raza.
Este premio sólo lo tiene Jerez y debería ser exportable al resto de citas morfológicas, todas ellas monográficas. Pero este pequeño, tímido, humilde y austero colectivo ganadero, a la chita callando y bebiendo de las razas puras que consiguen a trompicones consagrarse como los más guapas de Jerez, ha metido ya cuatro goles en los últimos cinco años Equisur. Por eso ayer, hasta cinco criadores de esta raza se abrazaron emocionados al oír el nombre de ‘Iluso’, porque el triunfo “es de todos”, reconoció el director del Libro Genealógico del Hispanoárabe, Javier Fernández, que hasta el año 2010 sólo había visto triunfar en Jerez a un ejemplar de su raza en veinte años, el Casa Domecq ‘Aldebarán’.
‘Iluso’ tiene una historia bonita, lo que son las cosas. Dicen de él que es el patito feo convertido en cisne porque hasta este año las notas de los certámenes de belleza no han llegado al aprobado.
El caballo parece que no estaba hecho a sus ocho años y a sus ciento cincuenta y seis centímetros de altura. Y no es raro. Hay ejemplares que cuajan a una edad y otros que maduran físicamente a otra.
La naturaleza es así de caprichosa y ayer, tres jueces tan imparciales que no sabían decir el nombre del propietario del caballo, premiaron el trabajo de la madre naturaleza, del criador y del propio ‘Iluso’, que salió a comerse el mundo, cansado de que le tachen de feúcho. Fue, sin duda, su gran día, esa jornada especial para la que nació.
El semental, no sólo fue el más bello de las cuatro opciones aspirantes (pura raza española, pura raza árabe, angloárabe e hispanoárabe); también fue el más expresivo en movimientos y dejó claro que para caballo bueno, bonito y asequible, el hispanoárabe, una sangre que se remonta al siglo VIII, cuando los árabes introdujeron en Andalucía un caballo del desierto que se mezcló con lo que había en las márgenes del Guadalquivir, con lo que hoy se considera pura raza española. Fue una jornada curiosa que vino a dejar claro que la madre naturaleza es sabia, aunque a veces deban tardarse años en ver sus efectos.
Campeón de campeones (raza hispanoárabe)
‘Aldebarán’
(Casa Domecq. 1992)
‘Ansarito’
(Casa Domecq. 2010)
‘Incauto’
(Ramón Álvarez. 2012)
‘Grullo’
(Casa Domecq. 2013)
‘Iluso’
(Ramón Álvarez. 2015)
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