Miércoles de Feria · La crónica

Y al tercer día, el ser supremo de la Feria creó a la mujer

  • Las mujeres iluminan el recinto ferial tras un apagado arranque de la gran fiesta jerezana. El viento de levante empaña una jornada del miércoles que anticipa los días grandes en el Hontoria

En el primer día, Dios creó la luz y la separó de las tinieblas. La Feria guarda muchas similitudes con el libro del Génesis sobre la creación del universo. No en vano, la primera noche se hizo la luz con el encendido de las miles de bombillas que iluminan el González Hontoria, que también esconde rincones oscuros como las tinieblas. Pero mientras Dios esperó al sexto día para crear al ser humano, el ser supremo feriante decidió adelantar al tercer día la creación de la mujer, y en el caso de la edición de este año, el viento que levantara sus faldas.

Y también creó el albero, el fino, el rebujito... y la cadena de zapaterías con nombre compuesto de mujer de la que se surten muchas de las mujeres perfectamente ataviadas con el 'terno' de faralaes ante las que los Jimmy Choo y los Manolo Blanic de la vida se frotan los ojos sin poder dar crédito. ¡Qué horror!, pero allá cada cual con sus pies.

El calor de los días previos, y el viento de levante ayer, hicieron trabajar de lo lindo al dispositivo sanitario de Cruz Roja en la Feria, que en la jornada del míercoles prestó atención a casi medio centenar de personas, en algunos casos por golpes de calor, en otros por alergias e irritaciones de ojos, causadas por el vendaval.

A causa posiblemente del viento, ayer se prodigaron menos los habituales corros de mujeres cantando y bailando sevillanas al cobijo de alguna sombra al ritmo del tambor rociero, pero si había grupos de veinte, treinta, cuarenta... mujeres sentadas a mesa y mantel en casetas a precio cerrado de antemano con todos los ingredientes para hacer del miércoles el primero de los días grandes de la Feria.

El domingo del alumbrado es sagrado, y tras el experimento de la anterior edición, este año se demostró con el llenazo la noche de la inauguración oficial en el Real aunque fuera por un par de horas. Pero la Feria es muy larga, demasiado larga para los castigados bolsillos de los jerezanos, que en este mes hacen frente también a bautizos, comuniones y bodas. Bastante hacen muchos con estirar la cartera para poder al menos hacer acto de presencia un par de días o tres en el ferial.

El comentario generalizado es que no hay bolsillo que aguante la Feria de cabo a rabo. Pero mientras en Jerez insiste en experimentar con todo menos con la gaseosa, y los primeros días pasan en blanco, en Sevilla se ciñen a la lógica para anunciar que el año que viene harán festivo uno de los días de su Feria de Abril.

Pues claro. Jerez renunció hace ya mucho tiempo al lunes de resaca, entre otras cosas porque el último domingo, segundo de los días de los cacharritos para los sufridos padres, hace tiempo que dejó de ser la jornada en la que acudían por miles los habitantes de los pueblos. Pero en lugar de adelantar el festivo a los días flacos de la gran fiesta jerezana -el martes de Feria, por ejemplo, sería una magnífica opción-, se reservó para otra época del año, en la que pasa casi desapercibido para muchos jerezanos.

En cuestión de gustos, residentes y visitantes pueden pasar sin Semana Santa, sin Fiestas de la Vendimia y sin muchas otras propuestas del calendario festivo de la ciudad. Pero desde el primero hasta el último de los jerezanos hace acto de presencia en la Feria, aunque sea con el bocadillo o el botellón a cuestas, como se vio ayer en la Rosaleda y en las calles del Real.

LLegan los días grandes, empezando por el miércoles de las mujeres y de los 'rodríguez', que no son pocos los que colocan a los niños hasta con la suegra para pegarse una escapadita de colegas, por supuesto por casetas de cuyo nombre no quieren acordarse y que suelen vetar para los días que salen en pareja.

Lunes y martes pasaron en blanco en las primeras horas -quien quiera que tome nota-, pero a media tarde, con permiso del molesto vendaval, el Real se parecía a las ferias de antaño, sin apreturas pero con mucha gente con la que alternar. Y las mujeres seguían entrando por grupos más o menos numerosos, mientras los hombres, con su terno de teba y corbata, se escondían de dos en dos en casetas para muchos innombrables.

Mañana jueves será otro gran día, el último para unos, el penúltimo para otros y al antepenúltimo para los jartibles, pero quien más y quien menos echa en falta la chispa de una fiesta que se lleva en la sangre, que se mama desde corta edad para luego jamás poder renunciar a ella.

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