Las Nuevas Olas - No Ficción

Idas y vueltas por nueve de las Sevillas posibles

  • Gonzalo García Pelayo y Pedro G. Romero estrenan en el SEFF una obra polifónica que explora las múltiples identidades sevillanas y su vínculo con lo flamenco

La bailaora Javiera de la Fuente en un fotograma de la cinta.

La bailaora Javiera de la Fuente en un fotograma de la cinta.

En 2018, el artista y escritor Pedro G. Romero (Aracena, 1964) reformuló el concepto tradicional de cartel para anunciar la Bienal de Flamenco de Sevilla con una galería de retratos en la que nueve personajes reflexionaban mediante bocadillos similares a los de un cómic sobre el flamenco como hecho social que va más allá de la música o el baile.

Uno de aquellos personajes era el cineasta Gonzalo García Pelayo (Madrid, 1947), que en 1978 rodó Vivir en Sevilla, título referencial de su carrera y "obra maestra de la contracultura sevillana". Así la definió este lunes G. Romero en la presentación de Nueve Sevillas, filme que nace ahora del matrimonio entre esos dos creadores y esas dos obras. Codirigida por ambos, participa en la sección Las Nuevas Olas - No Ficción del Festival de Sevilla.

Pedro G. Romero reconoce que para aquel cartel de la Bienal ya era fundamental Vivir en Sevilla y que ahora esta nueva película también remite directamente a la de 1978 y a su estructura, "aunque hay que tener en cuenta que la ensalada ha cambiado", apunta, haciendo un guiño a la definición que el historiador Julio Pérez Perucha le adjudicó en su día a la obra como una "ensalada de sintagmas".

Los nueve protagonistas del cartel aparecen también aquí: las bailaoras Yinka Esi Graves y Javiera de la Fuente, el palmero José Jiménez Santiago Bobote, la torera Vanesa Montoya, la abogada Pastora Filigrana, el poeta David Pielfort, la actriz Rocío Montero, el bailarín Rudolph Rostas Janek y el propio Gonzalo García Pelayo. Otros tres invitados, José Luis Ortiz Nuevo, Javier García Pelayo y Amparo Bengala, guían junto a ellos la conversación y el paseo. Y un amplío reparto de artistas que podríamos situar en las vanguardias actuales del flamenco, de Israel Galván a Rocío Molina, de Niño de Elche a Rosalía, entre otros, aportan sus actuaciones en un cruce de múltiples voces, deliberadamente antitéticas. "Hay una voluntad polifónica; hablando en contradicción, diciendo cosas que chocan entre sí, surgen las chispas que espero que mantengan el interés de la película" explica Pedro G. Romero.

Gonzalo García Pelayo, José Luis Cienfuegos y Pedro G. Romero en la sede del Festival. Gonzalo García Pelayo, José Luis Cienfuegos y Pedro G. Romero en la sede del Festival.

Gonzalo García Pelayo, José Luis Cienfuegos y Pedro G. Romero en la sede del Festival. / Juan Carlos Vázquez

Junto a los humanos, hay otros protagonistas esenciales. Cada uno de los nueve personajes que ya estaban en el cartel y que en la película centran un episodio (asociado además a un momento del día y a una zona de la ciudad) sale en compañía de un animal, que de alguna forma alude también a su identidad y a su discurso: así, la abogada gitana Pastora Filigrana acompaña a la gata María Egipciaca, el caballo blanco Caramelo ronda el paseo de la torera Vanesa Montoya y el papagayo Curro escucha atentamente a Gonzalo García Pelayo recitando los famosos versos que Antonio Machado le dedicó a Guiomar: "Y te enviaré mi canción: 'Se canta lo que se pierde', con un papagayo verde / que la diga en tu balcón". Javier, hermano de Gonzalo y cómplice en muchas de sus correrías cinematográficas, declara ante la cámara: "En esta película tenemos la idea de que el flamenco y el arte en general lo hacen personas que tienen un grado de animalidad mayor que la media".

La aportación de Pedro G. Romero a Nueve Sevillas partía del encargo del guion, pero luego se amplió con la selección de los artistas y los temas, esenciales en el desarrollo. "Yo me he encontrado con un guion y un diseño de producción ya hechos, y además lo que queríamos contar también era una cuestión de Pedro", aclara Gonzalo García Pelayo, "por eso me pareció mejor plantear que la película era de los dos, creo que nos ha quedado una película muy de los dos".

García Pelayo con el papagayo Curro en otro momento del filme. García Pelayo con el papagayo Curro en otro momento del filme.

García Pelayo con el papagayo Curro en otro momento del filme.

Es la primera experiencia cinematográfica de G. Romero y asegura que lo que más le ha gustado es vivir de cerca "el sistema tradicional del cine, ver cómo la película se construye colectivamente". A su vez, la obra está concebida sin una disciplina estricta. "Estábamos desbordando, creábamos situaciones que pasaban y se filmaban y se filmaban", explica G. Romero. El montaje final alcanza los 157 minutos y García Pelayo lo define como "prodigioso", ya que consigue sintetizar e integrar todo los elementos y personajes que han querido incluir.

El azar, como en Vivir en Sevilla y en general en toda su obra, aporta un sustrato que va más allá de lo que se identifica de forma evidente, como el momento en el que se recoge un encuentro callejero del equipo con Curro Romero. "Ha sido un rodaje lleno de maravillosos accidentes", comenta Pedro G. Y eso se ha propiciado por ejemplo dejando que la cámara continuase filmando tras el "¡Corten!", como puede observarse en varias escenas.

"Confío en que la película no le guste a todo el mundo", señala García Pelayo

Hay en toda la película esa apertura a lo no previsto que lleva implícito el pasear, como un arte en sí mismo (que tanta buena literatura ha ofrecido, por cierto, de Thoreau a Le Breton, pasando por Robert Walser, entre otros muchos), también con una sensación de la ida y la vuelta muy ligada al mestizaje flamenco. Pedro G. Romero habla de "el andar de la Semana Santa" de Sevilla casi como reconociendo una categoría más de esa especialidad artística. Y lo aplica al movimiento en toda la obra pero en concreto a una escena en la que los dos hermanos García Pelayo, Javier y Gonzalo, cruzan el Puente de San Telmo alejándose de Triana, con un tempo que luego en la sala de montaje les pidió la banda sonora que han añadido: la marcha fúnebre de Ione o los últimos días de Pompeya, drama lírico de Errico Petrella, que está en la raíz de la música procesional sevillana.

Cuenta Gonzalo García Pelayo que el rechazo que el cartel de 2018 generó en parte de la ciudad le motivó a trabajar con Pedro G. Romero. "Confío en que la película no le guste a todo el mundo", señala. Más allá de lo cinematográfico, como toda obra que se interesa por la impureza de la identidad, es probable que incomode o desconcierte a quien siempre tiene esos asuntos muy claros. Y sin embargo, "hay muchas más de nueve Sevillas", matiza Pedro G. Romero, "a unos les gustará y a otros no, pero creo que no habrá dudas sobre que es una película en la que está el amor por la ciudad".

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